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D. ANTONIO CEBALLOS. JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

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JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2006

 

EVANGELIO DE LA PAZ

 

 

                Mis queridos diocesanos:

 

                Todos los años, el día 1 de enero, la Iglesia celebra en todos los países la Jornada Mundial de la Paz. Esta Jornada pretende que la conciencia de todos los hombres madure para la verdadera paz, la convivencia justa y la ayuda mutua de pueblos y ciudadanos. Tenemos ya las condiciones reales para que todos y cada uno de los hombres de buena voluntad puedan empezar a hacer la unidad, venciendo toda separación y oposición.

 

1. En la verdad, la paz

 

                El Papa Benedicto XVI en su mensaje en la Jornada de la Paz, rinde homenaje agradecido a sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, a quienes llama inspirados artífices de la paz. Él presenta el lema de inspiración de este año “En la verdad,  la paz”. “La paz concebida de este modo, es un don celestial y una gracia divina, que exige a todos los niveles el ejercicio de una mayor responsabilidad”(cf. Mensaje de la Paz 2006, Benedicto XVI). La paz es un anhelo imborrable en el corazón de cada persona, por encima de las identidades culturales específicas.

 

                Todos estamos de acuerdo en que con sólo deseos no se logra y protege la paz. Es necesario trabajar y sufrir para que sea efectiva la paz en personas y estructuras. Entre nosotros nos queda mucho camino por andar en favor de una verdadera paz. Y, por ello, bueno sería empezar este año con la reflexión religiosa, profunda y seria sobre nuestras violencias y discordias. Esta tarea urge, ante todo, a quienes ejercen alguna función de educación, información y gobierno. Quiera Dios que no nos alcance el reproche del profeta: “Han curado la herida de mi pueblo a la ligera, diciendo: ¡Paz, paz, cuando la verdad es que no había paz”. Según palabras del mismo profeta: “Todos andan buscando su provecho” (Jr 6,13). Él es quien revela la plena verdad, porque sólo Él es absolutamente sincero y fiel. Jesús es la verdad que nos da la paz.

 

2. Cristo es nuestra paz

 

                Empecemos nuestra reflexión por el ámbito religioso. Nunca se meditará bastante, como describe la carta a los Efesios, la liberación del pecado por obra de Cristo como abolición de la discordia, de la más radical de las opciones, la religiosa. Él, Cristo, es nuestra paz: el que de los dos pueblos (el judío y el gentil) hizo uno, derribando el muro que los separaba, la discordia,…. haciendo la paz y reconciliando con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí, muerte a la discordia…. Vino a anunciar la paz: “paz a vosotros que estabais lejos y paz a los que estaban cerca. Pues, por él, unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu” (cf. Ef  2,14-18). La violencia santa o no santa atiza la discordia, no la suprime.

 

3. Evangelio de la paz

 

                Pero, una condición necesaria para la paz religiosa entre nosotros es la clara distinción de campos entre la Iglesia y el poder civil. La convivencia pacífica se verá amenazada entre nosotros, mientras la Iglesia o cualquier grupo, dentro o fuera de ella, puede servirse del poder para imponerse frente a otros grupos en el orden religioso o, también, el Estado o los grupos políticos puedan poner la fuerza de la fe religiosa al servicio del orden establecido o que se busque establecer. La Iglesia, por su parte, fiel a la misión que ha recibido de su fundador, no deja de proclamar por doquier el “Evangelio de la paz”.

 

                Nosotros, los cristianos, creemos que el claro deslinde del poder político y el ámbito de la fe es un don liberador de Dios. Por ello, el recordado Papa Pablo VI nos animaba, en su discurso del 28 de septiembre de 1970, a trabajar por una Iglesia “más valientemente insertada en el presente y en el fututo…, pobre y consciente de su misión de servir, sin deseos y sin vinculaciones de poder…. Madre y Maestra dispuesta a prodigar a manos llenas la luz de su doctrina, la serenidad de su consejo, el fermento renovador de sus enseñanzas y el trabajo decidido y fraterno de sus hijos”.  Este deslinde, que como don liberador de Dios nos ha conquistado Cristo con su sufrimiento y muerte, nos es particularmente necesario a nosotros, pues urge que la Iglesia esté eficazmente presente, mediante la sola palabra evangélica, entre los últimos de la sociedad, y recoja sus dolores y aspiraciones. Esta es vocación ineludible de la Iglesia.

 

4. Auténtica paz

 

                La Iglesia, animada por su firme convicción de prestar un servicio indispensable a cuantos se dedican a promover la paz, recuerda a todos que, para que la paz sea auténtica y duradera ha de estar construida sobre la roca de la verdad de Dios y de la verdad del hombre. Sólo esta verdad puede sensibilizar los ánimos  hacia la justicia, abrirlo al amor y a la solidaridad y alentar a todos a trabajar por una humanidad realmente libre y solidaria. Ciertamente sólo sobre la verdad de Dios y del hombre se construye los fundamentos de la auténtica paz.

 

5. Ser instrumentos de paz

 

                A todos nos llama el Dios de la paz a edificar la fraternidad humana mediante la lucha pacífica contra toda violencia, permanente y ocasional, contra los grupos que apoyan su influencia económica o ideológica en el poder violento o buscan mediante la violencia adueñarse de él.

 

                Pero, advirtamos que la verdadera paz no será efectiva, si cada uno de nosotros no busca para sí la paz, en la justicia y el amor, dentro del grande o pequeño ámbito en que vive. La paz grande se crea mediante las pequeñas paces y siendo instrumentos de paz.

 

                Que Santa María, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz, nos acompañe ahora y siempre.

  

 

                                                               + Antonio Ceballos Atienza

                                                                   Obispo de Cádiz y Ceuta

 

 

Cádiz, 23 de diciembre de 2005.

 

D. ANTONIO DORADO. APOYO A LA CAMPAÑA DE CONDONACIÓN DE LA DEUDA EXTERNA

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APOYO A LA CAMPAÑA DE LA DEUDA EXTERNA

 

Os invito a apoyar la Campaña para la condonación de la deuda de los países pobres.

 

En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del año 1998, decía Juan Pablo II a los católicos y a quien aceptara escucharle que “la Deuda sigue siendo un pesado lastre que compromete las economías de pueblos enteros, frenando su progreso social y político». No era la primera vez que denunciaba esta grave situación que encadena a los pueblos pobres e impide su progreso, pero ante la proximidad del Jubileo del año 2000, numerosos grupos unieron sus voces y promovieron campañas para la condonación de esta Deuda. Entre ellos, las organizaciones de la Iglesia Cáritas, Manos Unidas, Confer, Justicia y Paz, y numerosas parroquias malagueñas. A pesar de los miles de firmas recogidas y de los gestos realizados, los pasos que se han dado desde entonces han sido más bien simbólicos.

 

De ahí la necesidad de que se reavive la campaña a favor de la condonación total o parcial de la Deuda pública de los pueblos empobrecidos. Cáritas, Manos Unidas, Confer, Justicia y Paz y REDES nos convocan a nuevos esfuerzos, para disponer de la información oportuna y para invitar a nuestro gobierno a que empiece dando ejemplo.

 

En mi condición de Obispo de Málaga y Melilla, apoyo esta iniciativa y os invito a todos a colaborar y realizar gestos que sean compatibles con el Evangelio, pues como dijo el Papa Pablo VI, en un escrito memorable, la defensa de los derechos humanos es parte integrante del Evangelio de Jesucristo. Porque la paz es fruto de la justicia, y un elemento esencial de la justicia es el reparto equitativo de los bienes de la tierra. Para frenar la espiral de la violencia y dar una respuesta a los flujos migratorios, urge romper las cadenas que, como la Deuda pública, impiden el desarrollo humano de los pueblos pobres.

 

Corresponde a los políticos negociar las condiciones imprescindibles para que la condenación de la Deuda pública lleve consigo la promoción de todos los ciudadanos, pero la situación de hambre y de pobreza en que viven es algo que no puede esperar

 

Compartimos con las personas no creyentes la defensa de los derechos humanos, pero lo que nos mueve y nos sostiene a los seguidores de Jesucristo es la fe en Dios y el amor que brota de esta fe; un amor que nos dignifica en la medida en que lo vivimos y lo practicamos; un amor sobre el que todos seremos juzgados en la tarde de la vida.

 

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

 

PROGRAMACIÓN DE ENERO

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Domingo 1. Pobreza cero

La Coordinadora Andaluza de ONG para el Desarrollo abandera en nuestra comunidad autónoma la campaña Pobreza Cero, creada a nivel mundial para forzar a los políticos al cumplimiento de los Objetivos del Milenio, que se resumen en un viejo anhelo: la erradicación de la pobreza. Testigos Hoy se acerca al CES Cardenal Spínola CEU donde un grupo de profesores y alumnos ha participado de forma activa en diversos actos formativos y reivindicativos en apoyo a la campaña Pobreza Cero.

Domingo 8. Garelli: Proyecto alternativo

Una de las obras de la Fundación Don Bosco es Garelli, que cuenta con talleres formativos para jóvenes que buscan una formación adecuada enfocada a las necesidades de las empresas. Testigos Hoy se hace eco de esta iniciativa salesiana implicada de lleno en la apertura del mercado laboral para un sector de la sociedad carente muchas veces de experiencia y oportunidades.

Domingo 15. Equipos de Nuestra Señora

Antes incluso del nacimiento de las asociaciones de laicos en el seno de la Iglesia como consecuencia del Concilio Vaticano II, ya existían los Equipos de Nuestra Señora. Testigos Hoy muestra cómo este Movimiento, con presencia en multitud de países, nació en Francia y pronto se extendió a España, siendo Andalucía una de las primeras regiones en las que comenzaron a funcionar estos equipos de matrimonios que ponen en común sus vivencias cotidianas a la luz de la fe.

Domingo 22. Teología para seglares

La Escuela Diocesana de Teología de Sevilla, popularmente conocida como la Escuela de Teología para Seglares, ha comenzado recientemente un nuevo curso en el que acoge a numerosos seglares interesados en una formación teológica rigurosa y adecuada a las necesidades actuales de un cristiano debidamente formado. Testigos Hoy repasa de la mano de su director, José Mª Estudillo, profesores y alumnos, la historia y el momento actual de este centro formativo de la Iglesia sevillana.

Domingo 29. Liturgia y música

El Conciclio Vaticano II, de cuya clausura se acaban de cumplir 40 años, hizo especial hincapié en las reformas litúrgicas, acercando las celebraciones al pueblo y haciéndolas, en suma, más participativas. En este cambio, no solo formal o estético, jugó un papel determinante la música. Testigos Hoy analiza junto a destacados liturgistas y músicos andaluces los numerosos matices de la siempre necesaria relación entre liturgia y música.

CII ASAMBLEA ORDINARIA DE LOS OBISPOS DEL SUR DE ESPAÑA

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Con motivo de la CII Asamblea Ordinaria de los Obispos del Sur de España, informamos de los siguientes puntos:

 

– Ha comenzado esta mañana a las 11:00 h. con un retiro espiritual dirigido por el Obispo de Córdoba, D. Juan José Asenjo Pelegrina.

 

– Las sesiones de trabajo comenzarán esta tarde a las 16:30 h. hasta el mediodía de mañana, martes 10 de enero.

 

– En este encuentro los Obispos tratarán asuntos pastorales relativos a su Diócesis. Al final de esta Asamblea se emitirá un comunicado con los puntos que se han tratado.

 

– El Obispo de Huelva, D. Ignacio Noguer Carmona, no ha podido asistir a esta Asamblea, ya que asuntos pastorales de su Diócesis requerían su presencia.

 

 

Aviso a los medios gráficos y audiovisuales

 

Hoy, lunes 9 de enero, a las 16:30 h. podrán tomar imágenes del comienzo de las reuniones de trabajo.

 

Lugar: Casa Diocesana de Espiritualidad de San Antonio (Carretera de Villaviciosa, s/n; junto al Cerrillo)

ARCIPRESTES EN JAÉN

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El Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo López,  firmó el pasado día 9 de diciembre los nombramientos de los arciprestes de la Diócesis de Jaén:

 

D. José Antonio Maroto Expósito, arcipreste del Arciprestazgo “Virgen de la Capilla” de Jaén.

 

D. Francisco Rosales Fernández, arcipreste del Arciprestazgo “Nuestra Señora del Valle” de Jaén.

 

D. Gabriel Susí Lara, arcipreste del Arciprestazgo de Alcalá la Real.

 

D. José María Saeta Fernández, arcipreste del Arciprestazgo de Martos-Torredonjimeno.

 

D. Eusebio Figueroa Mora, arcipreste del Arciprestazgo de Úbeda.

 

D. Alfonso Garzón Vera, arcipreste del Arciprestazgo de Baeza.

 

D. José Antonio García Romero, arcipreste del Arciprestazgo de Mágina.

 

D. Carmelo Lara Mercado, arcipreste del Arciprestazgo de Sierra de Segura.

 

D. Miguel Ángel Jurado Arroyo, arcipreste del Arciprestazgo del Condado-Las Villas.

 

D. Antonio Vela Aranda, arcipreste del Arciprestazgo de Cazorla.

 

D. Antonio Garrido de la Torre, arcipreste del Arciprestazgo de Andújar.

 

D. Juan Jesús Cañete Olmedo, arcipreste del Arciprestazgo de La Carolina-Bailén.

 

D. Francisco Javier Díaz Lorite, arcipreste del Arciprestazgo de Linares.

 

D. Manuel Alfonso Pérez Galán, arcipreste del Arciprestazgo de Arjona.

D. BERNARDO ÁLVAREZ. NAVIDAD

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LA MULA Y EL BUEY” NOS PONEN EN EVIDENCIA

 

Carta de D. Bernardo Álvarez Afonso

 

 

La Navidad es una fiesta muy popular. La fiesta del Nacimiento de Jesucristo ha penetrado hondamente en la vida y en cultura donde ha llegado el cristianismo e incluso más allá, convirtiéndose en una fiesta universal, de tal forma que ha llegado a ser una fiesta de consumo desorbitado. Curiosamente, en el siglo IV, los cristianos “cristianizaron” la fiesta pagana del “nacimiento del sol” en el solsticio de invierno, aplicándolo al nacimiento de Jesús, ya que Él es verdadero sol de justicia, que nace de lo alto y vence a las tinieblas del mal, como hace notar el evangelio de San Lucas. Ahora, en el siglo XXI, se está produciendo el fenómeno a la inversa, una fiesta cristiana ha sido en gran parte paganizada o secularizada; se mantienen la formas pero sin referencia a su sentido profundo, e incluso se sustituyen los signos del nacimiento de Cristo (el niño Jesus, María y José, los pastores, los Magos, los ángeles…) por otros sin apenas referencia al sentido propiamente religioso de la Navidad (paisajes de invierno, el árbol, el “Papá Noel”, la flor de pascua…).

 

Eso sí, lo que más caracteriza actualmente nuestras navidades son las “luces” y “las compras”. Todo un síntoma que refleja las ansias y, a la vez, la desorientación en que estamos embarcados los hombres y mujeres de la sociedad actual: “Buscamos la luz que no guíe y encendemos bombillas de colores”, “buscamos la paz que sacia el corazón y queremos conseguirla consumiendo cosas”. Mientras tanto, ignoramos las palabras de Jesús: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn. 8,12) y olvidamos que “El es nuestra paz”. Es triste decirlo, pero hay que denunciarlo, los mismos que nos llamamos cristianos, con nuestras acciones y omisiones, estamos “descristianizando” la Navidad.

 

Valen para nosotros, los cristianos de hoy, aquellas palabras que Dios dirigió al pueblo de Israel, en el siglo V antes de Cristo, por boca del profeta Isaías: “Hijos crié y saqué adelante, y ellos se rebelaron contra mí. Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne. ¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de culpa, semilla de malvados, hijos de perdición! Han dejado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto de espaldas a El” (Is. 1,2-4). La “mula y el buey” que colocamos en nuestros nacimientos nos ponen en evidencia y son una tremenda interpelación a nuestra condición de cristianos. La figura simpática de esos animales junto al pesebre del Niño Jesús aparece desde muy antiguo en todas las representaciones del nacimiento del Hijo de Dios. Como dice el profeta Isaías, ellos “conocen a su dueño” y están junto al niño, adorándolo y dándole calor con su aliento. Nosotros en cambio, nos hemos vuelto de espaldas a El. Se pasa la Navidad y apenas invocamos su nombre, ni nos esforzamos por aferrarnos a El.

 

Los cristianos no podemos descuidar el verdadero sentido de la Navidad, ni vivirla en vano. Como dice un sermón de Navidad del siglo IX: “En este día del nacimiento de Cristo, corrija cada uno eso que encuentra reprensible en sí mismo: el que ha sido lujurioso, que se empeñe en la castidad; quien avaro, prometa generosidad; quien derrochador y hedonista, sobriedad; quien soberbio, humildad; quien difamador, caridad; quien rencoroso, perdón; quien perezoso, diligencia; quien dejó la oración, vuelva al diálogo con el Señor… Prometa  mantenga la promesa. Sería muy injusto que alguno no diese nada al Señor. Hacemos regalos a los familiares y amigos y ¿no damos nada al Creador y dueño de todo que viene a nosotros? Y Él pide sobre todo nuestro corazón. Regalémonos, por tanto, nosotros mismos para que, libres por su misericordia de todo mal, podamos ser plenamente felices”.

 

A ti, hermano, amigo, que has tenido la paciencia de leer estos párrafos, mi más sincero deseo de una feliz navidad y un nuevo año lleno de paz y progreso. Mi regalo, estas palabras que Dios mismo nos dice a todos, recordándonos que, aunque le demos la espalda, El se interesa por nosotros y nos busca para darnos la felicidad que tanto ansiamos: “Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije: «Aquí estoy, aquí estoy» a gente que no invocaba mi nombre. Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un camino equivocado en pos de sus pensamientos” (Isaías. 65, 1-2).

 

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense

 

 

 

 

D. ANTONIO DORADO. ESTAD ALEGRES

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ESTAD ALEGRES

 

Carta Pastoral Navidad 2005

 

 

Queridos hermanos sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y miembros todos de la Diócesis de Málaga: “estad alegres; que vuestra bondad sea conocida de todos, porque el Señor está cerca.” Estas palabras de San Pablo a los cristianos de Filipo expresan admirablemente mis sentimientos y deseos para todos ante la próxima celebración de Navidad, pues dicha efemérides no sólo nos recuerda el acontecimiento más importante de la historia, sino el fundamento principal y primero de nuestra fe. Nos preparamos a celebrar que el Hijo unigénito de Dios nació en Belén para compartir nuestra condición humana y hacernos partícipes de su condición divina. Por eso es natural que estemos alegres y contagiemos a todos nuestra gratitud, nuestra alegría y nuestra fe.

 

Al hacerse hombre, aceptó el riesgo de que muchas personas no reconocieran su identidad más profunda y pasaran de largo junto a Él. Es lo que sucede también hoy con los que han convertido estas fechas en una ocasión más para sus negocios y su evasión. En lugar de quejarnos y dejarnos arrastrar, los cristianos tenemos que aprovechar todo lo bueno que tiene el sentido de la fiesta y de la familia, mientras hundimos las raíces en el misterio profundo del nacimiento del Señor. Es algo que se tiene que notar en nuestra alegría serena, en nuestra apuesta por el hombre y en nuestra bondad humilde.

Lejos de ser ocasión para el desaliento o para malgastar energías en la crítica de lo que hacen los demás, la Navidad ha de ser un tiempo propicio para la contemplación, la conversión y la gratitud, porque el Señor en persona viene a buscarnos. Dejad que el asombro emocionado inunde vuestro corazón y broten de él la oración de alabanza y de gratitud ante la cercanía sorprendente de Dios.

 

Y al adorar al mismo Dios en la persona de un niño pobre que nace al margen de los hogares habituales, no olvidéis lo que nos dijo Jesucristo sobre su presencia en los marginados y los pobres, porque Él nos sigue esperando en la soledad de los mayores, en el frío de los que no tienen casa y viven hacinados, en el sufrimiento de las personas maltratadas y en la desesperanza de los que han perdido las ganas de vivir.

Os invito a pedir al Señor que reavive nuestra esperanza y nos conceda los ojos de la fe para abrir el espíritu a los dones de la paz, la gratitud, el amor y la alegría, pues está cerca y vamos a celebrar su nacimiento en Belén. Que San Juan no tenga que decir de nosotros aquello de que “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”, sino que nos contemos entre los que le reciben y acogen la gracia maravillosa de convertirse en hijos de Dios.

               

Es lo que os deseo a todos, junto con las comunidades a las que servís y con las personas que comparten vuestra vida diaria. Confío en que también vosotros recéis por mí, a quien Dios llamó un día para que os presidiera en la caridad.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

 

D. RAMÓN DEL HOYO. A LOS NIÑOS EN NAVIDAD

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Carta del Obispo a los niños y niñas de Jaén

  

Muy queridos amigos/as:

 

Prometí que volvería a escribiros después de la carta que os mandé al principio de curso, y aquí me tenéis de nuevo para felicitaros la Navidad. Me acuerdo mucho de vosotros y rezo a Jesús y a la Virgen María por todos.

 

¿Qué tal el colegio, la catequesis, tus amigos? Pronto llegan las vacaciones de Navidad, tan preciosas para todos, sobre todo para los que conocemos a Jesús y celebramos su nacimiento.

 

Quiero felicitarte en estas Fiestas y animarte para que le acompañes a Jesús Niño en el portal de Belén, desde tu corazón.

 

Cuando yo era, poco más o menos, como tú, el sacerdote de mi pueblo nos contaba cuentos en su casa a los monaguillos, después de ayudarle a Misa, porque estábamos de vacaciones de Navidad. Aún me acuerdo de uno, que no sé si te lo habrán contado. Era así:

 

«Cuando nació Jesús se acercó a Belén un lobo, que no estaba a gusto con lo que era, porque no era feliz haciendo daño a los demás. Se enteró del nacimiento de Jesús, se fue a la cueva de Belén y llamó a la puerta.

 

– ¡Tan…! ¡Tan…!

Salió San José y le preguntó, un poco asustado:

– ¿Qué quieres?

Y el lobo contestó:

– Quiero ver al Niño Jesús, pues sé que cuando lo vea me convertiré en cordero y ya no haré daño a nadie.

San José entró a consultar a la Virgen María y volvió en seguida más contento para decirle al lobo que pasara.

 

El lobo, al ver al Niño Jesús, se convirtió en cordero y le dio un beso.

¿Sabes qué pasó luego… Pues que se fue con los pastores, que habían visitado también al Niño, y fue ya el mejor de los corderos».

 

Como todos los cuentos, también este es fantasía y nunca ha sucedido; pero me sirve para decirte que quien se acerca al Niño Jesús y lo adora en su corazón, cambia su vida, se hace mejor, se parece más a Él.

 

Y tú, ¿vas a visitarle en el nacimiento? ¿vas a comulgar con alma limpia a Jesús? Eso sí que es celebrar la Navidad.

 

Además te invito a escribir una oración a través de esta pregunta: «¿Qué le vas a decir a Jesús cuando te acerques al Portal de Belén o a comulgar? ¿Por qué no dibujas un Nacimiento y te pones tú entre las figuras?» Me gustaría me enviaras tu trabajo para verlo.

 

Quiero que pases unos días muy felices de Navidad junto a tus padres y familia. Salúdales de mi parte y lo mismo a tu sacerdote y catequistas, que te darán esta carta. Te encargo que reces al Niño Dios por todos, uno por uno, y pido a los Reyes Magos que sean muy generosos contigo.

 

Un fuerte abrazo de tu Obispo,

 

+ Ramón, Obispo de Jaén

 

 

 

D. RAMÓN DEL HOYO. NAVIDAD

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Mensaje del Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo

 

 

Acercaos al Niño de Belén

 

El gran reloj de la historia nos conduce y se aproxima a una nueva Navidad. En nuestros Templos arde una cuarta vela que anuncia ya la gran fiesta de la luz y de la paz: el nacimiento del Niño Dios.

 

Dios se acerca en silencio, como en la primera Navidad, y quiere inundar de luz nueva nuestros hogares y nuestras vidas, como sucedió hace ya más de veinte siglos en el establos de Belén y en aquellos sencillos pastores. La creación que comenzó por la luz (Gn 1, 3) llega a su plenitud con el nacimiento en Belén del Autor de la Luz.

 

Un Niño envuelto en pañales, Príncipe de la paz, trae al hombre un futuro nuevo, trae una paz interior capaz de orientar sus pasos inciertos y titubeantes, viene a orientar a pueblos y naciones por el camino del amor. Solidaridad y esperanza.  

 

“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama” (Lc 2, 14) cantaron los ángeles en aquella noche y sigue proclamando una legión del ejercito celestial.  

 

Queridos amigos: Corramos a encontrarnos con ese Niño, dejemos todo, está reclinado en un pesebre junto a José y María. Quedémonos tiempo ante tanto Misterio, por que no hay mejor escuela para aprender el amor a Dios y a nuestros hermanos, y, al separarnos del portal, sigamos cantando con los ángeles, “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres…”, al tiempo que nuestra mente recorre los rincones de la tierra, a donde aún no ha llegado esta noticia, y pensamos con preocupación, que aún hay personas sin techo y abandonadas, niños con hambre y explotados, que se valora más lo que tenemos que los que somos…  

 

Misioneros que dejasteis vuestras casas como Jesús la del Padre para vivir lejos junto a los más necesitados, sin que os importen apellidos, geografías, ni colores. Entendéis como nadie la Navidad.  

 

Enfermos de la Noche Buena. Podéis vivir la Navidad más auténtica. Quisiéramos acompañaros especialmente en esta noche, como a los privados de libertad, ancianos, niños, a todos los que sufrís, porque sois los preferidos del Señor. Sois los primeros, como los pastores de Belén.  

Inmigrantes que para encontrar el pan habéis llegado a estas tierras generosas buscando un futuro mejor. También Jesús lo hizo un día en Egipto.  

 

Trabajadores todos como José, allí estaba en el portal con su familia. No había sitio para ellos, pero hizo lo que pudo y sacó adelante a su esposa e hijo. Perfecta su Navidad.  

 

¡Encendamos todos una luz de esperanza, donde quiera que nos encontremos, desde la llama luminosa de aquel portal! ¡Que nos inunde de paz interior a todos el Príncipe de la Paz , y llevemos esta alegre noticia a otros para compartirla! ¡Feliz Navidad!

 

+ Ramón, Obispo de Jaén

 

 

D. ADOLFO GONZÁLEZ. SANTA MARÍA

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Santa María

 

Carta a los diocesanos

               

 

Queridos diocesanos:

 

                El pasado año de 2004, a los 150 años de la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción de María, comenzábamos el año de la Inmaculada que ahora termina. Ha sido un año de gracia para caminar de la mano de Santa María, por la senda del Evangelio. Durante estos doce meses transcurridos se han sucedido los actos marianos y acrecentado el fervor de los fieles a la Madre del Redentor. María ha sido contemplada con complacencia como la criatura soñada por Dios, libre de toda mancha de pecado «desde el primer instante de su purísimo ser natural».

 

Criatura redimida por anticipado para ser madre del Hijo de Dios, María es el prototipo de la nueva humanidad lavada por la sangre de Cristo y recreada por el poder del Espíritu. En ella tenemos el espejo de lo que estamos llamados a ser: fe en el poder de Dios, que «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes», como ella proclama respondiendo al saludo de Isabel, mujer entrada en años y de trayectoria estéril,  pero que en su ancianidad «ha concebido un hijo, porque para Dios nada hay imposible»; docilidad al designio divino, haciendo vocación y cometido el cumplimiento de la palabra divina en la vida humana, porque «Dios quiere que el hombre se salve y llegue al conocimiento de la verdad»; y confianza plena en su amor, que todo lo creó por amor y «no odia nada de cuanto ha creado»; y, «recordando su bondad», mantiene su compromiso de no dejar caer la vida de él nacida en el vacío de la muerte.

 

El fervor por Santa María ha de alentar el cristianismo del  nuevo siglo para caminar sin ambigüedad alguna por la vida como testigos del Hijo nacido de sus entrañas, destinado a salvar un mundo perdido por el pecado que en ella no tuvo éxito alguno. Frente a la corrupción de la vida amarrada por la mentira como estilo y la dominación como método, para sujetar al propio poder a quien estamos prestos a declarar rival cuando en realidad es nuestro hermano, María es el ejemplo fehaciente de la verdad de una vida que no esquivó ni la oscuridad de la fe ni el dolor de la soledad en que la dejó José, el esposo amado muerto antes de que la vida pública del hijo la envolviera en un manto de perplejidad, por todo pertrecho para afrontar un futuro incierto sin otro horizonte conocido que el desarrollo de los acontecimientos, pero apoyada en Dios cuya palabra sostiene el universo.

 

Sobre el icono de Santa María los hijos hemos proyectado amor y lágrimas hemos enjugado en sus haldas de mujer y madre, sabedores de que ella puede acercarnos a Cristo el «hombre nuevo» y principio de nueva humanidad, libre de todas las miserias que ha acarreado la complicidad con el Maligno, perturbador y padre de la mentira, permanente rival de la dicha humana y serpiente tentadora que el pie de la Virgen aplastó para victoria nuestra. Una humanidad curada y regenerada, sin enfermedad ni muerte, enteramente transformada en carne nueva, sin concupiscencias ni los vicios que ahora esclavizan y envenenan la convivencia y desatan el odio y la incomprensión entre hermanos, a los que Dios llama al amor recíproco y la reconciliación perfecta.

 

¡Bendita, Santa María, Madre del Redentor y Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, que en tu virginal maternidad nos diste al Autor de la vida y eres esperanza nuestra!

 

Almería, 8 de diciembre de 2005

 

                                                                              X Adolfo González Montes

                                                                                     Obispo de Almería

 

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