APOYO A LA CAMPAÑA DE LA DEUDA EXTERNA
Os invito a apoyar la Campaña para la condonación de la deuda de los países pobres.
En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del año 1998, decía Juan Pablo II a los católicos y a quien aceptara escucharle que “la Deuda sigue siendo un pesado lastre que compromete las economías de pueblos enteros, frenando su progreso social y político». No era la primera vez que denunciaba esta grave situación que encadena a los pueblos pobres e impide su progreso, pero ante la proximidad del Jubileo del año 2000, numerosos grupos unieron sus voces y promovieron campañas para la condonación de esta Deuda. Entre ellos, las organizaciones de la Iglesia Cáritas, Manos Unidas, Confer, Justicia y Paz, y numerosas parroquias malagueñas. A pesar de los miles de firmas recogidas y de los gestos realizados, los pasos que se han dado desde entonces han sido más bien simbólicos.
De ahí la necesidad de que se reavive la campaña a favor de la condonación total o parcial de la Deuda pública de los pueblos empobrecidos. Cáritas, Manos Unidas, Confer, Justicia y Paz y REDES nos convocan a nuevos esfuerzos, para disponer de la información oportuna y para invitar a nuestro gobierno a que empiece dando ejemplo.
En mi condición de Obispo de Málaga y Melilla, apoyo esta iniciativa y os invito a todos a colaborar y realizar gestos que sean compatibles con el Evangelio, pues como dijo el Papa Pablo VI, en un escrito memorable, la defensa de los derechos humanos es parte integrante del Evangelio de Jesucristo. Porque la paz es fruto de la justicia, y un elemento esencial de la justicia es el reparto equitativo de los bienes de la tierra. Para frenar la espiral de la violencia y dar una respuesta a los flujos migratorios, urge romper las cadenas que, como la Deuda pública, impiden el desarrollo humano de los pueblos pobres.
Corresponde a los políticos negociar las condiciones imprescindibles para que la condenación de la Deuda pública lleve consigo la promoción de todos los ciudadanos, pero la situación de hambre y de pobreza en que viven es algo que no puede esperar
Compartimos con las personas no creyentes la defensa de los derechos humanos, pero lo que nos mueve y nos sostiene a los seguidores de Jesucristo es la fe en Dios y el amor que brota de esta fe; un amor que nos dignifica en la medida en que lo vivimos y lo practicamos; un amor sobre el que todos seremos juzgados en la tarde de la vida.
+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga