El obispo diocesano invita al «seguimiento actual a Cristo» en «la gran batalla entre el bien y el mal» de la vida

Diócesis de Cádiz-Ceuta
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La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

La lluvia desluce un Vía Crucis Oficial marcado por la sobriedad y el recogimiento de Sanidad.

Como si de un silencio roto se tratase, una nube de focos y flashes interrumpe la negrura del interior de Santa Cruz. Con su luz mortecina proyectan la silueta de un Nazareno con la Cruz a cuestas sobre el impresionante retablo barroco que Alejandro de Saavedra tallara en el siglo XVII. Silencio aliviado con motetes, oscuridad alterada por cámaras ávidas de inmortalizar el momento, sobriedad endulzada con incienso. Mayor Dolor preside la otrora Catedral de Cádiz y el tiempo parece detenerse en el breve traslado desde el torreón del Sagrario hasta las plantas de la Inmaculada del retablo mayor. Esta fue una de las estampas únicas que regaló ayer el titular de Sanidad a un Vía Crucis Oficial de Hermandades y Cofradías deslucido por la lluvia y engalanado por la sobriedad de la corporación de negro. El evento que supone la apertura oficiosa de la Cuaresma cofrade en la ciudad estuvo marcado igualmente por la presencia del obispo Don Rafael Zornoza, en su primer Vía Crucis Oficial de Cádiz.

La alerta amarilla por lluvias y tormentas dejó pocas maniobras para la esperanza en Santa Cruz. Después del rezo de un solemne Rosario con los misterios dolorosos guiado por el vicario parroquial de Santa Cruz, el sacerdote Servando Rojas, el hermano mayor de Sanidad, Ildefonso Herrera confirmaba los peores presagios. La inestabilidad obligaba a suspender el traslado de la imagen del Señor a la Catedral. En su lugar, el acto fue presidido por la Cruz de guía de la cofradía, escoltada por dos faroles. El Señor del Mayor Dolor quedaba depositado en el retablo mayor de la Catedral Vieja en una parihuela que realzaba el trabajo de restauración recientemente realizado en la imagen. Así, la talla lucía la túnica bordada (la primera vez que la lucía después de ser adaptada al nuevo cuerpo), ubicada sobre unas andas exornadas por un monte de claveles rojos y un friso de lirios y alumbrada por cuatro candelabros guardabrisas pertenecientes a Expiración.

Pese a los retrasos en el frustrado traslado, el acto en el interior del Primer Templo de la Diócesis empezó con puntualidad. Los acordes del órgano y de la Capilla Vocal Virelay escribieron las primeras líneas de un acto que fue presentado desde el altar por el director espiritual del Consejo de Hermandades y Cofradías de Cádiz, el sacerdote Aquiles López. «Comenzamos añorando la Sagrada Imagen del Mayor Dolor», recordó el sacerdote, antes de ceder la palabra al vicario general de la Diócesis y deán de la Catedral, Guillermo Domínguez Leonsegui. Él se encargó de explicar que las intenciones del acto irían por la elección del nuevo Sumo Pontífice por medio del rezo de una oración realizada por el propio obispo diocesano.

Mientras, Monseñor Zornoza ya formaba parte del cortejo que recorrió las naves de la Catedral. Por su parte, el público llenó los bancos de la Catedral y respetó el ambiente de recogimiento creado. Uno a uno, los misterios del Vía Crucis iban sucediéndose con la lectura del Evangelio por un sacerdote y la de la meditación por distintos cofrades de la ciudad. La capilla musical abría el cortejo, presidido por la Cruz. Tras ella, el propio Aquiles López, el Obispo, el presidente del Consejo (Martín José García) y el hermano mayor de Sanidad (Ildefonso Herrera) que, a su vez, daban paso a las representaciones civiles (con la presencia de los miembros del Equipo de Gobierno del Ayuntamiento) y militares (con la asistencia del Subdelegado del Gobierno, Vicente Pablo Ortells así como un representante de la Guardia Civil). Detrás figuraban cuatro hermanos de cada cofradía de la ciudad, ordenados protocolariamente.

Conciencia y caridad

Este año, las lecturas recayeron en sacerdotes y religiosos como Pedro Sánchez Mariño, José Manuel Daza, Servando Rojas, Ignacio Sánchez Galán (superior de los Marianistas en Cádiz) o Ramón Estíbaliz (guardián del Convento de San Francisco). Por su parte, las meditaciones estuvieron a cargo del pregonero de la venidera Semana Santa, Juan Manzorro, el cofrade Juan Mera o el periodista Melchor Mateo. Con la llegada del último misterio, se produjo uno de los momentos más interesantes del evento, con la intervención de Monseñor Zornoza para cerrar el acto.

Partiendo de la lectura del XIV misterio ‘Jesús es colocado en el sepulcro’, el Obispo realizó una llamada a los presentes ante «la batalla entre el bien y el mal». Para ello, animó a «superar la tentación» con un «seguimiento actual a Cristo». Criticó «el relativismo imperante» en la actualidad e hizo un llamamiento: «Para que venza el amor, es necesario la conciencia». Todo ello, desde una visión contemporánea en la que pidió a cofrades y católicos en general «la caridad que exige la conciencia». Así, hizo hincapié en la necesidad de «ser coherentes» en el camino de seguir a Cristo: «Debemos comprender que, en un mundo de injusticias, corrupción, debilidades humanas que a veces se justifican con lo injustificable (…) necesita que los que sigamos a Cristo vivamos como Él: siendo coherentes».

En sus palabras, (en las que también tuvo un especial recuerdo para el Cónclave que elegirá un nuevo Papa) hizo una petición a los presentes: «Obremos bien con los necesitados». Por este motivo, abundó en la necesidad de ser justos. Ideales por los que luchar, aunque haya que «obrar contracorriente», «sufrir o morir». En definitiva, conciencia, caridad, coherencia y justicia en el mundo de hoy. Un mundo complicado que anoche, desde el sur del sur rezó con sobriedad y recogimiento de la mano de un Señor del Mayor Dolor, ausente físicamente, pero bien presente en la mente de todos los que se acercaron ayer hasta la Catedral.

Jesús A. Cañas

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