Signarse y santiguarse en la liturgia

Diócesis de Córdoba
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El sacerdote Javier Sánchez nos enseña más signos para vivir plenamente la liturgia

Javier Sánchez

Muy pronto la cruz se incorporó como un signo en la liturgia.

La entrada en el catecumenado consiste en trazar la señal de la cruz en la frente del catecúmeno: “Recibe la cruz en la frente: Cristo mismo te fortalece con la señal de su caridad. Aprende ahora a conocerle y a seguirle” (RICA 83).

En el bautismo de niños, se les dice: “La Iglesia de Dios os recibe con gran alegría. Yo en su nombre os signo con la señal de Cristo salvador” (RBN 114).

La cruz será la señal en la frente de los elegidos; con la cruz somos crismados para recibir, por esta señal, el Don del Espíritu Santo, en el rito de la Confirmación (RC 34). Por la cruz nos vienen todos los bienes, toda gracia.

Al inicio de la santa Misa, el sacerdote pronuncia las palabras “En el nombre del Padre y del Hijo…” mientras todos se santiguan  y responden: “Amén” (IGMR 124).

Al leer el evangelio, se signa la página y diácono y fieles, trazan la cruz en la frente, labios, y pecho, por reverencia a la Palabra que se va a proclamar (cf. IGMR 133-134).

En las Misas más solemnes, es rito exclusivo del obispo bendecir con el Evangeliario trazando la señal de la cruz.

Por último, los fieles se santiguan con la bendición final que imparte el sacerdote respondiendo “Amén” (IGMR 167).

Trazando la señal de la cruz y con las palabras: “Y yo te absuelvo de tus pecados…”, se confiere el perdón de los pecados en la Penitencia (RP 19).

En la Liturgia de las Horas, todos se santiguan al decir “Dios mío, ven en mi auxilio” o se signan los labios al inicio: “Señor, ábreme los labios”; en los cánticos evangélicos del Benedictus, Magníficat y Nunc dimittis, todos se santiguan.

Con todo cuidado tracemos reverentemente la señal de la cruz al santiguarnos (de la frente al pecho, del hombro izquierdo al derecho), o signarnos bien en la frente, labios y pecho, despacio y conscientes del valor de la Cruz, con gran amor.

“¡Si vuestro sitio es ése: al pie de la cruz! ¿Cómo?… Procurando en vosotras y en las demás signarse y santiguarse bien y lentamente, a ver si hacemos desaparecer esos garabatos que innumerables cristianos trazan en el aire o sobre la cara y pecho en lugar de la cruz” (San Manuel González, Florecillas de Sagrario, Obras, nº 717).

¿Sabías qué…?

Javier Sánchez nos plantea además esta curiosidad: ¿Sabías que excepto la Pasión del Señor, ninguna lectura se reparte entre varios lectores?

La Ordenación General del Misal Romano dice, en el número 109, que «en ningún caso puede repartirse entre varios un mismo elemento de la celebración; por ejemplo que una misma lectura sea leída por dos, uno después de otro, salvo que se trate de la Pasión del Señor».

 

 

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