Peregrinación a Polonia

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

Córdoba tras las huellas de Juan Pablo II. Más de cien de cordobeses comenzaron el domingo 12 de julio, la peregrinación a Polonia tras las huellas de Juan Pablo II, acompañados del por el Vicario General y Moderador de la Curia, D. Fernando Cruz-Conde, el Vicario Episcopal de la Ciudad, D. Manuel María Hinojosa Petit, y ocho sacerdotes. La peregrinación finalizará el próximo 19 de julio. 

Durante estos días los peregrinos católicos cordobeses, religiosos y seglares, visitarán la capital de Polonia, Varsovia, la ciudad natal de Juan Pablo II, Wadovice, y la sede de Cracovia, donde se formó, enseñó y ejerció los ministerios sacerdotal y episcopal. También, conocerán los santuarios de la Divina Misericordia y de Czestochowa, la Universidad Jagellónica, donde Juan Pablo II ejerció como profesor, y el campo de extermino de Auschwitz, recordando a los mártires del siglo XX Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, y San Maximiliano María Kolbe.

Está previsto que D. Juan José Asenjo, Arzobispo Coadjutor de Sevilla y Administrador Apostólico de Córdoba, acompañe a los peregrinos en Cracovia, ciudad donde conocerán de manera directa las raíces espirituales de Juan Pablo II. Como ya señaló el Obispo en la carta publicada en la Hoja Diocesana nº 188, “con su magisterio, Juan Pablo II iluminó los más variados temas del dogma y de la moral, prestando así un espléndido servicio a la fe, especialmente con la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, auténtico compendio de la doctrina católica y verdadero vademécum para todo fiel cristiano que quiera hoy conocer y vivir las verdades fundamentales de la fe”. “No es posible olvidar su cercanía a los jóvenes, con los que llegó a establecer una comunión emocionante”, destacó.

Asimismo, manifestó que “de su amor a Jesucristo, Juan Pablo II se entregó incondicionalmente al servicio del hombre y de su irrenunciable dignidad, defendida con la palabra, con las obras y con su riquísimo Magisterio socia”. Y recalcó que “se acercó a los pobres, a los jóvenes y a las familias, proclamando el evangelio del matrimonio y de la familia; se acercó a los trabajadores, defendiendo la primacía del trabajo sobre el lucro y el beneficio; se acercó a los inmigrantes, instándonos a todos a favorecer su acogida e integración. Como el Buen Samaritano, se abajó hasta la postración de los pueblos del hemisferio sur, crucificados por el hambre, las epidemias y el analfabetismo, reclamando una ayuda efectiva de los países ricos para que puedan emprender su propio desarrollo”.
 

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