Dos historias de amor con final feliz

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El 18 de mayo, en el Monasterio de San José de Antequera, hizo profesión solemne como carmelita descalza la hermana Nazaret y el próximo 15 de junio, será Sor Florence la que profesará como religiosa clarisa en el Monasterio de Ntra. Sra. de la Paz y Stma. Trinidad de Málaga

«Hoy puedo decir que estoy comprometidísima con Jesús y enamoradísima de Él. El día de mi profesión fue el más grande de mi vida: Él me consagró y yo me entregué a Él, me puse totalmente en sus manos. Y es que estoy convencida de que, desde el vientre de mi madre, ya me había consagrado, ya me había dicho: “tú eres para mí”». Así relata la hermana Nazaret, carmelita descalza, el día de su profesión, el pasado 18 de mayo.

Esta brasileña de 39 años sintió la llamada de Dios cuando tenía 12: «Mi madre me apoyaba mucho pero, al morir ella, la llamada se apagó dentro de mí. Con 18 años fui a vivir con mis tíos y allí, a través de mi primo, conocí el Camino Neocatecumenal. Entré en una comunidad y otra vez se despertó en mí la llamada. Pero no sabía hacia dónde me llamaba, si era para el matrimonio, porque mi voluntad era casarme y tener muchos hijos, o para la vida religiosa. Pasaron los años, empecé a trabajar para la JMJ de Madrid y fue entonces cuando caí en la cuenta de que Jesús me quería para él».

Como buena carmelita, no se olvida de la Virgen: «María ha estado presente en toda mi vida, desde pequeña. Y me encomendaba mucho a ella. Sé que fue la Virgen la que me trajo al convento de Antequera pues lo hizo en su día, un 13 de mayo».

Para la hermana Nazaret, el lema de la Jornada Pro Orantibus: “Contemplando tu rostro, aprendemos a decir: ‘¡Hágase tu voluntad’” tiene mucho significado: «siempre me ha acompañado esa frase de la Virgen. Me ayudó a decidirme, a mirar el rostro de Cristo y decir: “soy tuya Señor, para siempre tuya hasta la eternidad”».

Esta hija espiritual de Santa Teresa de Jesús anima a los jóvenes a plantearse su vocación, como un día hiciera ella: «Los animo a venir, a probar este vino nuevo, que es como el que Jesús transformó en las bodas de Caná. No se arrepentirán, porque el Señor es fiel. Él nos ama mucho, así como somos. Él no quiere grandes cosas de nosotros. Pero sí nuestra pequeñez, nuestras pobrezas. El Señor está ahí, con los brazos abiertos, esperándonos».

Dejarse hacer por Dios

También para Sor Florence, de 45 años, que profesará el 15 de junio como clarisa, el lema de la Jornada es muy significativo: «Simplemente es dejarse llevar. Y verdaderamente yo he tenido que decir eso de “Hágase tu voluntad” en muchas ocasiones. Hubo un tiempo, por ejemplo, en que tenía mucha prisa, pero Dios ha ido llevándome por otro camino. Él me hizo sentir que mis planes no son sus planes; que mis caminos no son sus caminos».

La vocación religiosa de Sor Florence se despertó mucho más temprano de lo normal: «con dos años, en mi Kenia natal, ya les decía a mis padres que quería ser “cura”, porque me llamaba la atención la ropa con la que vestían. Lloré hasta que me hicieron ropa larga con mangas anchas como la de ellos. Un día, incluso me escapé de casa y me fui a la parroquia. Le dije a los sacerdotes que quería ser cura y me contestaron que para eso tenía que aprender a conducir como ellos. Con esa excusa, me montaron en el coche y me llevaron hasta mi casa donde mis padres estaban muy preocupados. Con el tiempo, conocí a unas religiosas, las Siervas Pobres de la Madre de Dios, que eran de vida activa, pero que me ayudaron a ir viendo mi vocación contemplativa. Ya de mayor, con el acompañamiento de mi obispo me decidí a venir a España, donde llevo 12 años». 

Aquella primera congregación creció muchísimo desde entonces, cuenta Sor Florence: «Cuando hablo ahora con la maestra de novicias, que fue compañera mía hasta la Universidad, me dice que todo este florecimiento tiene que ver conmigo: «tú has sido una de nosotras –me dice– y Dios hizo una cosa sin nosotras saberlo que es sacarte de aquí y llevarte a la vida contemplativa para que rezaras por nosotros. Así que todo lo bueno que estamos viviendo en esta congregación viene de ti». Yo les contesto que ciertamente no es mérito mío, sino que es de Dios»

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