La Reina de La Loma procesionó entre vivas por las calles de Baeza

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

El inconfundible olor a nardos y rosas blancas, los aromas de la gloria, el incienso perfumando su paso, el redoblar de la beltrana, los balcones engalanados, los niños jugueteando en la plazoleta de la calle del rojo entre risas y asombro, el reparto de velas, la uniformidad de sus horquilleros, la tarde sin quererse ir y la noche con prisa por llegar para iluminar junto a las estrella un poco más su rostro.

Los inconfundibles rituales de un nuevo 15 de agosto, de un nuevo día de la Virgen en el que el Nido Real de Gavilanes, vio procesionar a la Reina de la Loma, entre vivas por una ciudad que su unía en torno a una devoción, la de Santa María del Alcázar.

Las nobles gentes de este lugar, en los días previos, prepararían sus almas y corazones para vivir el día grande de la ciudad con la solemne y piadosa novena, que se celebraría en la Parroquia de Santa María del Alcázar y San Andrés Apóstol, del 6 al 14 de agosto. En esta ocasión, el Rvdo. Sr. D. Andrés Aldarias Martos, uno de sus más fieles hijos, sería el encargado de presidir el Santo Sacrificio de la Misa, pronunciando sermón ante los fieles baezanos.

En estos días de novena, el joven predicador, acercaría a los presentes a Cristo y a la Reina del Cielo, a través de las lecturas y el evangelio que proponía la liturgia de la iglesia para cada día. Cada jornada de novena estaría dedicada a parroquias, movimientos, instituciones y organismos religiosos de la ciudad, por lo que las palabras del Rvdo. Aldarias Martos, también estarían dirigidas a ellos, reflexionando sobre sus carismas, en torno a María.

También, durante los días de novena, sacerdotes hijos de Baeza y unidos a esta ciudad, concelebrarían la Santa Misa, finalizando cada tarde, con el canto del himno a la Virgen del Alcázar.

Y tras estos días de preparación llegó el esperado día de la Virgen y desde los primeros minutos de este día, los baezanos se congregarían en la antigua colegiata para felicitar a su Excelsa Patrona y Alcaldesa Perpetua en dichos primeros instantes. Emoción en cada uno de los coros, solistas, rondallas y organistas que ofrendaron a la Santísima Virgen sus canciones.

A las 12 de la mañana y tras el rezo del ángelus, comenzaría la Solemne Fiesta Mayor en honor a la Bienaventura siempre Virgen María, Reina de Cielos y Tierra y Madre de la Iglesia, en su dulcísima advocación de Santa María del Alcázar, siendo presidida por el Rvdo. Sr. D. Andrés Aldarias Martos, Sacerdote hijo de Baeza y concelebrando el Rvdo. Sr. D. Domingo Antonio Pérez Fernández, Párroco de Santa María del Alcázar y San Andrés Apóstol y cerca de una decena de sacerdotes amantes de la Patrona de Baeza.

La homilía del Rvdo. D. Andrés Aldarias Martos, desde el primer segundo, fue una sucesión de piropos a Santa María del Alcázar. Así mismo, profundizó en la pureza de María Santísima y en el dogma de la asunción, enfatizando las grandezas de Dios en Ella.

Pasadas las nueve de la noche, la Reina de La Loma, en toda su hermosura, volvería a las calles de esta tierra de la que es vida y dulzura. Lágrimas, emociones contenidas y aplausos en el reencuentro de Baeza con su Madre en un hermoso anochecer estival que acababa de comenzar y que se prolongaría hasta cerca de la media noche.

Decenas de baezanos, medalla al pecho, alumbrarían el camino que recorrería la Reina de Cielo, pues a pesar de que semanas atrás la Virgen había recorrido los barrios de la ciudad, la emoción de encontrarse con Ella y acompañarla en su procesión de alabanza era mayor aún.

Entre perfumes de belleza y portada por su cuerpo de caballeros horquilleros, Santa María del Alcázar procesionó por su itinerario habitual, envuelta de la solemnidad y sobriedad que caracteriza esta procesión con sello propio y que hace así, que sea una manifestación de baezanía y amor desbordante hacia la Patrona de Baeza.

Vivas brotaron desde el corazón de sus hijos a su paso, mientras la portaban o miraban desde las aceras. Emoción durante todo un recorrido, que culminaría con el regreso de Santa María del Alcázar a su casa de San Andrés, donde nuevamente, cual Reina, aguarda a todos sus hijos en su camarín en un 15 de agosto eterno.

José García Checa
Fotografía:  Javier Ruiz Olivera

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