“La lanza que ha abierto tus entrañas nos ha abierto de nuevo el Paraíso”. Martes Santo

Alocuciones ante cada Sagrada Imagen en la Estación de Penitencia en la S.I Catedral de las Cofradías del Martes Santo.

1.- SANTÍSIMO CRISTO DE LA LANZA Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA CARIDAD

«La lanza que ha abierto tus entrañas nos ha abierto de nuevo el Paraíso»

Desde el origen de nuestra historia, el pecado de los hombres nos cerró las puertas del Paraíso, aquel lugar para el que nuestro corazón está hecho; aquel lugar de amor, de vida, de luz, de frescura; aquel lugar que corresponde profundamente a los deseos del corazón humano porque el Paraíso eres Tú, Señor.

Quedó cerrado, y el Libro del Génesis comenta que Dios puso a la entrada del Paraíso un querubín con una espada que se dirigía a todas partes y que cerraba el paso. Aquella espada que cerraba el paso al Paraíso ha sido apartada por la lanza que ha abierto tus entrañas. La lanza que ha abierto tus entrañas nos ha abierto de nuevo el Paraíso. Tu muerte nos ha dado la vida.

Dice el evangelista que de tu costado brotó sangre y agua: Bautismo y Eucaristía. En esos gestos donde Tú, vencedor de la muerte, nos comunicas tu Vida y nos permites vivirla como hijos de Dios. Los Sacramentos de la Iglesia. En el Bautismo y en la Eucaristía tu Vida se nos da, misteriosamente; tu Vida Divina, hoy traspasada, que todos anhelamos vivir porque todos tenemos nostalgia de aquel Paraíso perdido y Tú nos abres de nuevo el camino a él.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

31 de marzo de 2015

Plaza de las Pasiegas

 

2.- NUESTRO PADRE JESÚS DEL GRAN PODER Y NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

«Con tu vida nos mostraste que no hay poder más grande que el darse a uno mismo»

Los poderosos de este mundo se imponen a sus súbditos y los grandes de este mundo los oprimen. ‘No sea así entre vosotros’ -dijiste Señor-. El que quiera ser el primero de todos que se ponga el último, y el que quiera ser el más grande de todos que se haga el servidor de los demás’.

Señor, no sólo nos enseñaste. Con tu propia vida mostraste que no hay poder más grande de la libertad que el de darse a uno mismo; que no hay grandeza mayor que la de entregarse por la vida de los otros; que no hay nada que pueda suponer tanta dignidad como el gastarse para que los otros vivan.

Que tu Pasión, Señor, nos enseñe algo del poder del perdón, de la grandeza de darse, de la primacía del servicio.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

31 de marzo de 2015

Plaza de las Pasiegas

 

3.- NUESTRO PADRE JESÚS DE LA AMARGURA, MARÍA SANTÍSIMA DE LAS LÁGRIMAS Y NUESTRA SEÑORA DE LOS REYES

«La vida es un camino que desemboca en la vida eterna»

Es un tópico, es una de esas verdades de perogrullo, que se presentan espontáneamente a la mente y al corazón, decir que la vida es un camino. Se hace vulgar casi. Alguno de los padres del nihilismo moderno ha dicho que es un camino que no conduce a ninguna parte. Y otro, con más sentido del dramatismo del vivir humano, decía que sabemos cuál tendría que ser la meta pero no sabemos por dónde llegar a ella.

Señor, Tú te has hecho hombre y has querido venir al Nacimiento, y a una vida como la nuestra, y a compartir nuestro camino, para que nosotros pudiéramos descubrir que el camino de la vida conduce siempre a Ti. Que al otro lado del final de la vida lo que nos espera siempre son tus brazos: tu Amor sin límites, tu Misericordia infinita. La vida es un camino, pero un camino que desemboca en la vida eterna.

Danos algo de esa esperanza que transfigura todos los actos de nuestra vida, todas las etapas de nuestra vida, todas las encrucijadas y curvas de las sendas de nuestra vida.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

31 de marzo de 2015

Plaza de las Pasiegas

 

4.- SEÑOR DE LA HUMILDAD, SOLEDAD DE NUESTRA SEÑORA Y DULCE NOMBRE DE JESÚS

«Danos, Señor, unas gotas de tu Humildad que nos alivie»

Nietzsche ha sido uno de los grandes ateos de finales del siglo XIX, pero siempre fue un hombre honesto. A él le decepcionó un cristianismo burgués, hipócrita, adocenado, que veía a su alrededor. Y creyó que si se quitaba a ese Dios de en medio, el hombre podría ser un «superhombre». Más adelante en su vida precisamente su honestidad le dijo ‘si quitamos a Dios de en medio, no vamos a perder el más allá, no vamos a perder el Cielo, lo que vamos a perder es el más acá’. Y una profecía suya se ha cumplido en buena medida: no somos superhombres.

Somos pobres hombres que hacemos el camino de nuestra vida, Señor. Y sin embargo, vivimos todavía con la imagen de que somos como pequeños dioses y de que el mundo existe para hacernos a nosotros felices, y que nosotros somos el centro del universo, cada uno de nosotros nos sentimos el centro del universo. Qué difícil es construir una vida humana desde ahí. Nos basta Señor con ser hombres. Hombres buenos que ayudan a sus hermanos en el camino de la vida, que se ayudan a caminar, que se dan la mano, que contribuyen a un mundo un poquito mejor, a dejar una huella de bien detrás de uno y para eso necesitamos aprender algo de tu Humildad.

Danos, Señor, unas gotas de esa Humildad tuya que alivien, que dulcifiquen nuestras pretensiones y nuestra soberbia.

Padrenuestro

Que estás en el Cielo

Santificado sea tu Nombre

Venga a nosotros tu Reina

Hágase tu Voluntad

En la tierra como en el Cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día

Perdona nuestras ofensas

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

No nos dejes caer en la tentación

Y líbranos del mal.

Amén.

+ Javier Martínez

Arzobispo de Granada

31 de marzo de 2015

Plaza de las Pasiegas

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