V DOMINGO DE CUARESMA

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Lecturas: Is 43, 16-21: Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo. Sal 125: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Flp 3, 8-14: Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte. Jn 8, 1-11: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.

Este fragmento de Isaías pertenece al libro llamado de la consolación. El pueblo sufre el exilio (82 millones de refugiados y desplazados hay en el mundo…la cifra no deja de crecer por desgracia). La comunidad desterrada se siente desvalida, sin apoyos, sin templos, sin sacerdotes, sin animo, sin esperanza. Necesitados de alzar la cabeza, abrir los ojos y recobrar la confianza, escuchan al profeta que describe la acción arrolladora de Dios. Algo nuevo acontece. El Dios de las sorpresas creará un pueblo que sembrará futuro en quienes perdieron el horizonte de un mañana distinto.

El evangelio (abandonamos a Lucas, pero no su influencia en la narración) nos presenta a una mujer aparentemente sin futuro. Quienes se crecen humillándola, piensan que es la oportunidad perfecta para aniquilar a Jesús. La escena es aterradora. Sin levantar la cabeza, sin poder hablar. Ella sólo espera la muerte. Todo es una trampa. El narrador nos indica que la escena transcurre en el templo y al amanecer. Lo viejo y lo nuevo se acomodan en el espacio y en el tiempo. Sin opciones legales, sin oportunidades morales todo parece decidido. Jesús sin embargo presenta una alternativa a la dureza de corazón. Si aquellos hombres sin entrañas pretenden hundirla, la presencia de Jesús teje para ella y para nosotros un mañana repleto de vida. Al poco desaparecen los jueces y los acusadores. Sólo permanecen Jesús y aquella hija de Dios.

Dirá San Agustín: allí quedaron solos “la gran miseria” y “la gran Misericordia”. Jesús no juzga a sus oponentes ni dicta sentencia contra la mujer. No la exculpa, inaugura en ella un verdadero porvenir. Las amenazadoras e impacientes manos pretendían sepultar a la persona, Jesús le ofrece el amor gratuito del Padre que no se complace en castigar sino en perdonar. Encontramos manos diferentes que portan objetos distintos. Unas recrean, dibujan y administran la misericordia, otras portan guijarros y vaticinan dolor y violencia. Por último, sabemos que existen manos que ocultan el rostro y que llagadas desde el corazón se niegan a dejar que los ojos adviertan un nuevo día.  ¿Qué manos quieres tener?

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

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