Eduardo Alberto Henríquez, futuro diácono de Almería: “Uno de los grandes retos que tenemos como Iglesia es que las parroquias sean lugares vivos, de encuentro”

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.
  1. ¿Quién es Eduardo? ¿Cómo llega a su vocación? ¿Cómo llega a Almería?

Eduardo es un joven de 28 años, hijo de Eduardo y Neisibeth, y hermano mayor de otros dos: Brayan y Cristian. Nació en la Ciudad de Panamá, conocida sobre todo por su canal. Cuando pienso en mi vocación, en mi caso, la he sentido desde muy joven. Dios ha estado presente en cada momento de mi vida, sosteniéndome en los momentos más difíciles, incluso cuando yo rehuía su llamada. Él ha ido puliendo poco a poco mi vocación como un diamante en bruto.

Los pensamientos sobre dedicarme a Dios comenzaron a acompañarme a la edad de 14 a 15 años, cuando uno empieza a tomar sus primeras decisiones como joven. Sin embargo, no estaba claro en absoluto; realmente había en mí una dicotomía entre mis aspiraciones y lo que sentía que Dios pedía de mí. Aunque no creía completamente que aceptaría esta llamada, porque no me sentía lo suficientemente digno y seguro para tomar una decisión tan difícil pero hermosa. En este tiempo de discernimiento, especialmente cuando era estudiante de secundaria, la oración fue muy útil, al igual que conocer a la comunidad de padres agustinos, quienes empezaron a acompañarme espiritualmente hasta que poco a poco el deseo de servir enteramente a Dios caló cada vez más en mí.

Providencialmente, conocía a un seminarista de esta diócesis que me habló de la gran necesidad de sacerdotes que había en la misma. Inmediatamente tuve la oportunidad de hablar con algunos curas de Almería que también me animaron a dar el paso.

Aun así, al terminar la secundaria, ingresé a la facultad de Medicina con el deseo de seguir con mis planes y aspiraciones personales. Pero el deseo de dejarlo todo cada vez ocupaba más mi mente; por eso, poco tiempo después, decidí dar el paso y entrar en la Orden de San Agustín. Como mencioné antes, mi vocación ha sido, o mejor dicho, sigue siendo un proceso de maduración. Aunque la espiritualidad agustiniana caló profundamente en mí, el deseo de ser sacerdote secular aún rondaba en mi interior. Mi director espiritual me animó a buscar un seminario y hablarlo con el superior. Providencialmente, conocía a un seminarista de esta diócesis que me habló de la gran necesidad de sacerdotes que había en la misma. Inmediatamente tuve la oportunidad de hablar con algunos curas de Almería que también me animaron a dar el paso. Por eso, creo que nada sucede por casualidad en la vida; las personas que conocemos en nuestro camino, las situaciones que experimentamos, los éxitos y los fracasos: todo tiene un propósito. Dios se vale de todos los medios para obrar. Si hoy estoy aquí es porque así Él lo quiso.

  1. Llevas ya muchos años en nuestra tierra de Almería. ¿Qué aporta un panameño a la Fe del sur de España? ¿Qué “color” nuevo puedes pintar?

Desde que llegué a esta tierra almeriense, me he sentido como uno más. No sé si se debe al hecho de venir también de una zona costera o al intenso calor que me recuerda a mi país. Lo cierto es que desde el primer día, he sentido esta tierra como mía. Creo que Almería es tierra de misión; su diversidad geográfica y su gente requieren que uno esté atento a los detalles.

Saliendo de los estereotipos, diría que como panameño podría aportar a esta iglesia almeriense, en primer lugar, la disponibilidad y la alegría que nos caracterizan a los hispanoamericanos. Luego, ese sentido misionero que nos pide el Papa Francisco. Tengo en mi memoria el recuerdo de la intensa vida de comunidad que llevan las parroquias de mi ciudad natal. Creo que es uno de los grandes retos que tenemos como Iglesia: que las parroquias sean lugares vivos, de encuentro no solo con Cristo, sino también con los demás.

  1. ¿Qué destacarías de tu formación? ¿Qué tal la experiencia en el seminario de Almería y Murcia?

Quisiera aprovechar esta oportunidad para dar gracias a todos aquellos que de una manera u otra me han acompañado y han colaborado en mi formación. Desde los diversos rectores que he tenido, formadores, padres espirituales, profesores, párrocos de pastoral, bienhechores y, sobre todo, aquellos que no han dejado de rezar por nosotros y que seguramente seguirán haciéndolo. Las experiencias de cambios siempre son difíciles; ya había experimentado una al venir de una comunidad religiosa.

La experiencia en Murcia ha sido un gran regalo. Nos ha permitido conocer una diversidad de la vida eclesial, experiencias y una comunidad mucho más grande, lo que ha añadido matices distintos a la formación.

Iniciar nuevamente en una nueva ciudad, un nuevo seminario, con nuevas personas y un nuevo equipo formativo, siempre resulta lleno de retos, pero creo que esos detalles son  de los que el Señor vale para ir “puliéndonos”. La experiencia en Murcia ha sido un gran regalo. Nos ha permitido conocer una diversidad de la vida eclesial, experiencias y una comunidad mucho más grande, lo que ha añadido matices distintos a la formación. Asimismo, estos últimos cursos de experiencia en parroquias han enriquecido nuestra formación. Doy gracias a Dios por todas aquellas personas que se han cruzado en mi camino durante la formación, muchos de ellos grandes amigos hoy.

  1. Y ahora, ¿qué sigue? ¿Cuál será tu próximo destino?

Ahora estoy expectante y con mucho deseo de incorporarme a la comunidad que se me envíe. En este momento, no sé nada con certeza, pero estoy seguro de que será una experiencia novedosa, llena de retos y alegrías. Tengo el corazón lleno de disponibilidad y ganas de comenzar esta nueva etapa de mi vida.

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