Clausura del Octavario por la Unidad de los Cristianos

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga el 25 de enero de 2015, en la Clausura del Octavario por la Unidad de los Cristianos.

OCTAVARIO POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

(Catedral-Málaga, 25 enero 2015

Lectura: Jn 4, 1-42.

«Jesús le dice: «Dame de beber»» (Jn 4, 7)

1. Un año más, fieles a este encuentro de Oración por la Unidad de los Cristianos, nos reunimos en el primer templo de la Diócesis de Málaga, para secundar el deseo del Señor: «Que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea» (Jn 17, 21).

En esta celebración se nos proponen dos signos: el agua y el camino. En el encuentro con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob (cf. Jn 4, 1-42), Jesús, cansado del camino, pide a la mujer agua: «Jesús le dice: Dame de beber» (Jn 4, 7).

La mujer samaritana le puede ofrecer agua a Jesús; pero esa agua no sacia la sed. Sin embargo, Jesús le ofrece «agua viva», que se convertirá dentro de ella en un «surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4, 14).

2. Jesús nos invita a compartir nuestra agua, es decir, a reconocer y valorar el don de Dios y los tesoros de los demás. La diversidad no es una amenaza, sino una riqueza; compartir nuestra fe, nuestras ilusiones, nuestros proyectos e ideales, nos enriquece a todos.

Además, Jesús nos invita a probar agua de un pozo diferente. Quizás estemos demasiado apegados al propio pozo, como la samaritana. Y tal vez debamos abandonar nuestro pozo privado, para acercarnos al manantial de agua viva, que el Señor nos muestra. Si queremos seguir sacando agua de nuestro pozo, perderemos la ocasión de beber las aguas cristalinas y frescas que Jesús no ofrece.

3. El otro signo que evoca el texto bíblico, proclamado hoy, es el «camino». Jesús llega cansado del viaje y se sienta junto al pozo de Sicar.

Allí confluyen varios caminos. Por un lado viene la mujer samaritana; por otro Jesús; los discípulos se han ido al pueblo por otra vía. Al final todos estos caminos confluyen en Jesús, que es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6).

Al igual que Jesús nos invitaba a beber de su agua viva, nos invita también a caminar con Él; a recorrer su camino de amor, de esperanza y de fe. Si cada uno sigue su propio camino, no habrá encuentro; si cada cristiano no quiere abandonar el camino que ha proyectado, difícilmente habrá unidad. Jesús nos anima a acercarnos a Él, que es el verdadero camino; de ese modo, podremos encontrarnos todos en Él.

4. Queremos tener hoy muy presentes a los cristianos de todas las iglesias y denominaciones que son perseguidos y discriminados en muchos países de mayoría musulmana en Oriente Medio, África y Asia. Muchos de ellos han sido asesinados y familias enteras han tenido que abandonar sus ciudades, casas y templos.

Han sido asesinados por ser «cristianos». El papa Francisco ha dicho esta tarde en Roma, en la celebración de la Oración por la Unidad de los cristianos, que éste es el «ecumenismo de la sangre». Al igual que hablamos de «ecumenismo espiritual», podríamos hablar aquí de «ecumenismo martirial».

Nos solidarizamos con todos ellos y pedimos al Señor que los fortalezca en la tribulación y los robustezca en el testimonio de la fe.

5. En la Declaración conjunta del papa Francisco y el patriarca ecuménico Bartolomé I, firmada en Jerusalén el día 25 de mayo 2014, reconocen que aún no se ha alcanzado la meta de la plena comunión; pero se comprometen a avanzar juntos hacia la unidad, por la que Cristo nuestro Señor oró al Padre para que «todos sean uno» (Jn 17, 21).

También nosotros, pastores y fieles de distintas iglesias cristianas, queremos expresar hoy nuestro compromiso en favor de la unidad de los cristianos y del diálogo interreligioso.

La celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos constituye una buena oportunidad, para renovar nuestra ilusión y nuestro esfuerzo. Amén.

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