Vigilia de Pentecostés: encuentro y diálogo con el Señor

La cita tuvo lugar el pasado sábado en la Santa Iglesia Catedral. Se trataba de un encuentro personal con el Señor, también de diálogo con Él y de adoración eucarística en la tarde del sábado, en la Vigilia de Pentecostés.

La celebración de la víspera de Pentecostés se celebró con la exposición del Santísimo Sacramento en la que los fieles congregados en el templo catedralicio rezaron postrados ante el Señor, con súplicas y peticiones nacidas del silencio y la oración ante el Santísimo.

Los fieles oraron desde sus bancos y también acercándose ante el propio altar, donde depositaron su vela encendida a modo de ofrenda, presentando así sus súplicas, propias y en comunión. Y es que en su alocución inicial, nuestro Arzobispo Mons. Javier Martínez invitó a los fieles a rezar también por todos los hombres, nuestros prójimos –los que buscan sin saber que buscan y sin saber dónde buscar, pero que saben que «este mundo y los modos de vida de este mundo no les satisfacen»-, así como para orar por la paz en todo el mundo, de un modo especial por el encuentro de oración que con esta intención convocó el Papa Francisco en el Vaticano con los presidentes de Israel y de la comunidad palestina, que llevan más de 60 años de guerras y enfrentamientos, con el consiguiente riego de dolor, sangre y sufrimiento para ambos pueblos.

Nuestro Arzobispo también invitó a los fieles a rezar por todos, porque todos tenemos sed, «no de agua, pero tan necesaria como el agua: sed de verdad, deVigilia Pentecostes 2 respeto mutuo, de belleza, de una belleza que no canse, que no empalague, que pueda dar sosiego y paz al corazón. Tenemos sed de bien, de un amor sin límites, que se parezca lo más posible a tu Amor, sin condiciones, sin límites, sin fatiga y sin final. Esa sed, Señor, es la que te presentamos para que tú la sacies. Te presentamos la nuestra y la de todos los hombres; la de tantos hombres y mujeres, mayores y jóvenes, que no saben que Tú eres quien eres capaz de saciar esa sed y que, como no lo saben, tampoco se dan cuenta de hacia dónde tienen que buscar, y buscan de un lado para otro, perdidos», señaló.

Durante la Vigilia, la comunidad Fe y Vida se encargó de poner la voz y la música a este encuentro ante el Santísimo, para favorecer el diálogo con Él en la súplica y oración. Mientras, los sacerdotes participantes, incluido nuestro Arzobispo, asistieron en el Sacramento de la Confesión a los fieles que desearon acercarse para recibir el perdón de los pecados.

Posteriormente, tuvo lugar la oración de los fieles y la lectura del Evangelio según San Juan (20, 19-23). Mons. Javier Martínez procedió a la reserva del Santísimo en el Sagrario e impartió la bendición final.

La Vigilia se inició con una iniciativa llamada «Primer anuncio», por el que jóvenes de ambas Pastorales -Juventud y Universitaria-, junto a los seminaristas de «San Cecilio» y miembros de la Comunidad Shalom, entre otros, recorrieron los alrededores de la Catedral invitando a las personas que se encontraban por allí para participar en la Vigilia. Una iniciativa que fue ocasión para testimoniar también que sólo Cristo llena la vida. La Vigilia concluyó con un ágape fraterno, que tuvo lugar en la Curia Metropolitana, y que nuestro Arzobispo también compartió con los fieles.

PENTECOSTÉS

Como es habitual todos los domingos, Mons. Javier Martínez ofició la Eucaristía de mediodía en el templo catedralicio. En esta Eucaristía de Pentecostés, nuestro Arzobispo oró especialmente por la paz en Medio Oriente y el encuentro que esa tarde de domingo tuvo lugar en el Vaticano con el Papa Francisco, los Presidentes de Israel y la comunidad palestina, y el patriarca de Constantinopla. Sobre Tierra Santa, Mons. Martínez subrayó que «es nuestra patria». «Si un día deja de haber cristianos en Tierra Santa corremos la tentación de pensar que el cristianismo es una idea», explicó.

También se rezó por el momento de transición que España vive y por la convivencia entre todos los españoles.

Al término de la Eucaristía Mons. Martínez habló de «un pequeño Pentecostés», dado que a la celebración acudieron fieles procedentes de diversas naciones del mundo. En este sentido, nuestro Arzobispo subrayó que alguien que comparte la misma fe que nosotros, aunque esté al otro lado del mundo, es un hermano nuestro.

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Escuchar homilía en el Domingo de Pentecostés

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