Historia de la archidiócesis de Granada

Ilíberis (y anteriormente lliberri, lliberi, Eliberge, etc.) señala el comienzo de la historia de Granada. La región estuvo poblada por íberos turdetanos y túrdulos, bástulos y bastetanos. Este nombre, llíberis, es el que los árabes pronunciarán llibiria o Elvira, y con él darán nombre a la cora o provincia.

Hay que destacar, por la huella que en la región dejaron, las sucesivas colonizaciones de fenicios (Almuñécar y Salobreña), griegos (por zonas aisladas de la Alpujarra) y cartagineses, cuya influencia aparece reflejada en la cerámica y orfebrería de la costa mediterránea.

Bajo el dominio romano (durante la república) el país iliberitano en su parte oriental perteneció a la Hispania Citerior, que se agregó, en la división de Augusto, a la Hispania Tarraconense, mientras que la parte occidental perteneció a la Bética. La Hispania romana aportó emperadores, poetas… Es el momento en que nace el cristianismo.

Según tradición de siglos, la región fue evangelizada por un cierto número de varones apostólicos, enviados por los Apóstoles para anunciar el Evangelio. Como fuentes que tratan de estos varones apostólicos están los martirologios, los himnarios del misal mozárabe, el códice Emilianense, etc. (recogidas por el Padre Flórez en su «España sagrada»). Según la misma tradición se repartieron así: San Exicio en Carcesa (¿Cazorla?), San Eufrasio en Iliturgi (Andújar), San lndalecio en Urci (¿Pechina?), San Segundo en Abula (¿Abla?, ¿Avila?), San Tesifón en Vergi (¿Berja?), y por lo que se refiere a la región iliberitana, San Torcuato en Acci (Guadix) y San Cecilio en lliberis (o Granada).

A pesar de las dudas sobre esta tradición, lo cierto es que en el siglo III el cristianismo se ha extendido por Granada. A principios del siglo IV se celebra en llíberis el primer concilio de los celebrados en España (entre los años 300 a 303). En él participaron 19 obispos, 24 presbíteros, diáconos y legos, provenientes de la Bética. Nadie duda de la autenticidad de las actas.

La invasión de los bárbaros acaba con la dominación romana. Los vándalos se apoderan de Guadix y de llíberis, para pasar más tarde a Africa. Por último los visigodos se adueñan del país. En la zona se deja sentir la persecución arriana, hasta la conversión de Recaredo. A partir de aquí la fe cristiana se afianza con la monarquía visigótica.

En el reinado de Don Rodrigo, minado por las luchas interiores y por la corrupción, los musulmanes inician un largo período de dominación (711-1492) con un influjo que se alarga hasta nuestros días. La islamización del territorio granadino es rápida, aunque tropezará con los mozárabes cristianos y con las comunidades judías. Se provoca una mezcla de razas y religiones.

En 1013 Granada se constituye en uno de los 30 reinos taifas en el que se establecen los príncipes ziríes. En 1090 los almorávides, bereberes del desierto recién convertidos al islamismo, se establecen en el territorio. Los almohades conquistan Granada en 1157 y permanecen en ella hasta 1238 en que comienza el reino nazarí, último de los reinados musulmanes hasta la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos en 1492.

Con los Reyes Católicos experimenta un nuevo planteamiento, que le llevará a la cumbre de su personalidad. Estos siguen una estrategia basada en el desarrollo cultural y el respeto de los derechos de los árabes. Proyectan la monumental obra de la catedral como réplica a la dominante presencia árabe. A esta obra a le seguirían la del Hospital Real, San Jerónimo y la Capilla Real, tres notas destacadas y poderosas en el camino de esta génesis. La Audiencia supone el señorío total cristiano sobre el mundo jurídico y político de los árabes.

En el mismo 1492 por bula de Inocencio VIII y deseo de los Reyes Católicos, la Iglesia de Granada fue elevada a Sede Metropolitana con las diócesis sufragáneas de Almería, Guadix-Baza y Málaga, a las cuales se añadirían en el Concordato de 1851, las de Jaén y Cartagena-Murcia. Granada, probablemente, no tuvo obispos entre el siglo XII y el año 1437, período en que los cristianos de Granada se vieron obligados a emigrar o fueron deportados a Marruecos o esclavizados. Asimismo, durante toda la dominación árabe parece haber sido sede episcopal, si bien sus obispos no podían residir en la misma. Esta primera época de restauración se prolongó hasta las célebres guerras de las Alpujarras entre los moriscos y los españoles, que culminarían con la expulsión de aquellos en 1571.

La actividad pastoral de la ciudad durante el siglo XVII se realizaba a través de una importante organización parroquial, entre las que destacan algunas aún subsistentes en la actualidad, como las de San José, San Matías, San Andrés, Ntra. Sra. de las Angustias, la del Salvador… La diócesis comprendía unos 150 pueblos y ciudades. Se crean las primeras instituciones docentes, en orden a la formación principalmente de eclesiásticos, y de jóvenes y niños pobres… Así, por ejemplo, la Universidad, el Colegio Real, el Colegio Eclesiástico y otros muchos. A esta actividad se añade la creación de numerosos hospitales y casas de refugio como el Hospital Real, el de San Lázaro para leprosos, Hospital General para moriscos, el del Corpus Christi para heridos, el de San Juan de Dios, que era el mayor de la ciudad.

Surge una amplia gama de monasterios y conventos que, junto a otros signos de desarrollo, completan el florecimiento de los siglos XVI y XVII.

En los siglos XVIII y sobre todo XIX Granada sufre una serie de acontecimientos de carácter nacional y local que vinieron a estrechar angustiosamente la vida de esta iglesia. La invasión napoleónica produjo graves devastaciones en numerosos monumentos religiosos. La exclaustración de las órdenes religiosas diezmó los monasterios y conventos de Granada. Las desamortizaciones de bienes eclesiásticos del último tercio de siglo asfixiaban súbitamente las posibilidades económicas de la Iglesia

Es de señalar también la influencia de la última guerra civil (1936-1939). En un ambiente de indiferentismo y hostilidad religiosa creciente las instituciones eclesiásticas se ven seriamente atacadas y la Iglesia se ve impulsada a la superación. Hay un resurgir de vocaciones sacerdotales y religiosas, se inician nuevas actividades y métodos pastorales de todo orden (catequístico, litúrgico, espiritualidad, apostolado, beneficencia, etc.), se realizan nuevos esfuerzos por la promoción social…

Concilios y Sínodos

En 1565 el Arzobispo Guerrero reunió el primer concilio provincial de Granada, con el propósito, como dice la misma convocatoria, de «tratar de la execución de lo sanctamente proveído y mandado en el dicho sancto concilio de Trento, de la reformación de costumbres de todos nuestros súbditos, derechos y inmunidades de Iglesias, y de otras cosas tocantes al servicio de Dios nuestro Señor y buena gobernación de nuestro Arzobispado y Provincia así en lo espiritual como en lo temporal a ello anexo y perteneciente». Se deliberó acerca de la reforma del clero, el asunto de los moriscos, el del seminario, etc. Por diversas dificultades las constituciones de este concilio no vieron la luz pública.

En 1572 obtuvo muy diversa suerte el sínodo diocesano, cuyas disposiciones fueron publicadas en el mismo año, inspirado en los temas del anterior concilio.

La historia diocesana no registra ningún otro concilio o sínodo hasta 1945 en que se reúne el 11 Concilio Provincial convocado por el arzobispo, cardenal Parrado, y al que asisten los cinco sufragáneos con que cuenta la archidiócesis. Se ocupan fundamentalmente de los temas sugeridos por el Código de Derecho Canónico y por las circunstancias de la región. Sus constituciones fueron aprobadas y publicadas al año siguiente.

En 1952 se celebró un segundo sínodo diocesano, convocado por el arzobispo Santos Olivera, cuyos decretos reflejan en gran parte las constituciones del concilio provincial de 1945, al mismo tiempo que añaden numerosas disposiciones en densos apéndices de carácter pastoral y práctico. Y, por último, en 1990, convocado por el Arzobispo Emérito D. José Méndez Asensio, se clausuró el tercer sínodo diocesano en el que se acordaron gran cantidad de disposiciones de toda índole: pastoral, litúrgica, catequética, etc. con las aportaciones de todos los fieles granadinos.