«Estuve en la cárcel y vinisteis a verme»

Carta semanal del Obispo de Córdoba, D. Juan José Asenjo Pelegrina. Queridos hermanos y hermanas

El próximo miércoles, 24 de septiembre, celebraremos la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias. Al estar participando en la Peregrinación Diocesana tras las huellas de San Pablo en Turquía, no podré presidir este año la Eucaristía en el Centro Penitenciario de Córdoba. Por ello, me sumo mediante esta carta a esta celebración y saludo cordial y fraternalmente a todos los hermanos y hermanas que en nuestra Diócesis están privados de libertad, a los funcionarios de prisiones y a los capellanes y voluntarios del equipo del Secretariado Diocesano. A todos os felicito y deseo una celebración gozosa de la fiesta de la Virgen de la Merced.

Bajo su patrocinio, a partir del siglo XIII, los frailes mercedarios, junto a la Orden de la Santísima Trinidad, fundada por San Juan de Mata, han escrito páginas preciosas de heroísmo y entrega a la redención de los cautivos, víctimas de las incursiones de los turcos y bereberes en nuestro litoral. Hoy son muchas las instituciones y grupos que, siguiendo su estela, son testigos en nuestra Iglesia del amor de Dios, ejerciendo las obras de misericordia, dando de comer al hambriento, cobijando a los que carecen de techo, vistiendo al desnudo, visitando a los enfermos y a los encarcelados, enterrando a los muertos, enseñando a los ignorantes, confortando a los que están solos y rompiendo las cadenas de tantos cautivos como genera nuestra sociedad deshumanizada. Entre los grupos citados descuellan los capellanes y voluntarios de la pastoral penitenciaria, que con su presencia en las cárceles hacen visible el rostro misericordioso de Cristo y de su Iglesia sirviendo a nuestros hermanos encarcelados.

Los capellanes y el equipo de voluntarios de nuestro Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria, integrado por laicos y consagrados, en comunión y en nombre de nuestra Iglesia particular, tratan de vivir la bienaventuranza de Jesús: “venid, benditos de mi Padre… porque estuve en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 34. 36) y, con ella, la más antigua y genuina tradición de la Iglesia primitiva, preocupándose de aquellos que están encarcelados y compartiendo su sufrimiento (Hbr 13, 3).

En sus visitas a la cárcel, no olvidan la promoción humana de los internos, la meta de la reinserción, la ayuda en asuntos administrativos y burocráticos y la relación con el entorno familiar, para lo cual establecen lazos con las parroquias de origen, tratando incluso de ayudar a las familias a través de las Caritas parroquiales y de Caritas Diocesana. Junto con las autoridades penitenciarias, los capellanes y voluntarios llevan a cabo una importante tarea, la humanización de la prisión. Son, sobre todo, heraldos de la compasión y del perdón infinitos de Dios, ayudando a los internos a recuperar la esperanza y a redescubrir el sentido de la existencia, de manera que, con la gracia de Dios, puedan transformar su propia vida, reconciliarse con su entorno y, en la medida de lo posible, iniciar una vida honesta y recta en el seno de la sociedad.

Los capellanes y voluntarios de esta pastoral específica tratan al mismo tiempo de crear en el centro penitenciario una auténtica comunidad de creyentes. Para ello, fomentan los catecumenados de adultos y ofrecen a los internos la oportunidad de tener un encuentro fuerte y serio con Jesucristo, por medio de la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana, bautismo, confirmación y eucaristía, que en los dos últimos años yo mismo he tenido el gozo de administrarles. Convencidos de que Jesucristo es el mejor tesoro que posee la Iglesia y de que su seguimiento es fuente de gozo, paz, alegría y esperanza, los capellanes y voluntarios tratan de compartir con los internos su mayor riqueza, conscientes de que éste es el mejor servicio que pueden prestarles.

En las vísperas de la fiesta de Ntra. Sra. de la Merced, al mismo tiempo que agradezco a capellanes y voluntarios su excelente servicio y les aliento a cuidar las bases sobrenaturales de su compromiso, invito a todos los fieles de la Diócesis y a las parroquias a colaborar en la pastoral penitenciaria, tanto en las visitas y en el trabajo dentro de la prisión como fuera de ella. Concluyo dirigiéndome a los internos del Centro Penitenciario de Córdoba. Queridos amigos: Dios os quiere. Como afirmara el Papa Benedicto XVI en su visita a una cárcel italiana en marzo de 2007, “ésta es la fuente de la verdadera alegría. Aún teniendo todo lo que se desea, a veces se puede ser infeliz; por el contrario, uno puede carecer de todo incluso de la libertad o la salud, y estar en paz y alegre, si dentro del corazón está Dios”. Buscad al Señor y dejaos conquistar por Él. Ponedlo en el centro de vuestro corazón. Este es el secreto de la auténtica alegría.

Contad con mi afecto y mi amistad. También con mi oración por vosotros y por vuestras familias. Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Obispo de Córdoba

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