El amor fortalece la comunión

Escrito del Obispo de Cartagena en el VI Domingo de Pascua.

El tiempo de Pascua nos ha introducido en la garantía de la confianza en el plan salvador de Dios, porque hemos pasado por la experiencia de la Pasión de Nuestro Señor y hemos sido testigos de su victoria sobre la muerte. Ahora la muerte ya no manda, ha sido vencida y Cristo ha abierto la puerta de la alegría, le ha dado el pasaporte a nuestros temores y miedos. Ahora Jesucristo no está lejos de nosotros, está muy cerca de ti, habita en el corazón de cada hombre para salvarle y para hacerle capaz de amar de verdad. Por esta razón nos pide el Señor que espabilemos los sentidos y que escuchemos su Palabra viva y eficaz, para sentir su misericordia y su perdón, para convertirnos con sinceridad. Por la fuerza de su victoria sobre la muerte, Cristo hace morada en nosotros y abre un mundo de posibilidades, por eso no se puede pensar que un cristiano no ame de verdad al Señor y no permanezca unido a Él. Un creyente está unido a Dios en todo momento, acepta y guarda su Palabra y la anuncia a todos con la fuerza del Espíritu, que le ha sido dado como un regalo.

Leyendo despacio este texto del Evangelio entenderemos la importancia del lamento del Papa Francisco en la Bula de convocatoria al Jubileo de la Misericordia: “Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos”. Creo que este podría ser nuestro compromiso semanal, alejarnos de la indiferencia e interesarnos por los hermanos con el corazón de Cristo. “Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio”, dice el Papa y propone que seamos nosotros los que demos el primer paso: para que “sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad”.

A nadie deja indiferente la Palabra de este domingo, así que hay que tomársela en serio, como lo han hecho muchos hombres y mujeres que han hecho de la santidad su meta y este podría ser un consejo espiritual: “La fe y el amor serán los lazarillos que te llevarán a Dios por donde tú no sabes ir. La fe son los pies que llevan a Dios al alma. El amor es el orientador que la encamina” (San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 1,11). La fe y el amor son nuestra tarea, además este estilo de vida es el propio de un cristiano, porque te lleva a vivir la caridad con los hermanos, a amar como Cristo nos ha amado. Pero como Dios nos conoce y sabe de nuestra debilidad y de la lentitud para tomar decisiones, a causa de nuestros miedos o intereses personales, por eso nos ha enviado al Defensor, al Espíritu Santo, que será “quien nos lo enseñe todo y nos lo vaya recordando”. El mismo Espíritu Santo nos enseña a ser humildes y a preferir el estilo de Dios, amando como hermanos, ayudando a los que lo necesiten, manteniéndonos en la verdad. Dejad que el Espíritu penetre hasta el fondo del alma y riegue nuestro ser seco para que podamos dar los frutos de las buenas obras. ¡Feliz domingo!

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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