El Evangelio en el corazón. La palabra de Dios en la Vida Consagrada

Carta Pastoral del Obispo de Cádiz, D. Antonio Ceballos, con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Mis queridos diocesanos:

El próximo día 2 de febrero celebramos la fiesta de la Presentación del Señor, “luz para alumbrar a las naciones” (Lc 2,32), siendo también la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

1. Llamada a la Vida Consagrada

La preocupación de la Iglesia por la Vida Consagrada está en el centro de las atenciones primordiales de la Iglesia. La llamada a la Vida Consagrada es un don singular divino que hemos de acoger y cuidar. Cada vocación a la vida consagrada es siempre un don de Dios a la Iglesia que, además, es señal de la vitalidad en su fidelidad al ideal evangélico. Dios llama a quien quiere por libre iniciativa de su amor.

2. Preocupación de la Iglesia por las vocaciones

La preocupación por las vocaciones forma parte de la tarea pastoral habitual de la Iglesia, que este día eleva oraciones en todo el mundo por este urgente e importante asunto.

No es solamente la necesidad de vocaciones en un mundo secularizado la que nos lleva a celebrar esta Jornada, sino también el deseo por parte de la Iglesia de que los fieles vayan tomando cada día mayor conciencia de que la vida cristiana debe ser concebida como llamada por parte de Dios y respuesta por parte del hombre, y dentro de este marco comprendemos mejor el sentido de la vida consagrada.

Por eso, como dice el Papa Juan Pablo II: Es necesario que los creyentes, especialmente los jóvenes, sean guiados para comprender mejor que la vida cristiana es ante todo respuesta a la llamada de Dios y a reconocer, en esta perspectiva, el carácter peculiar de las vocaciones de especial consagración.

3. El Evangelio en el corazón

 “El Evangelio en el corazón. La palabra de Dios en la vida consagrada” es el lema que se nos propone para la Jornada Mundial de la Vida Consagrada en este año 2008. Es un lema rico de contenido que fundamenta cualquier vocación que lleve a un más radical seguimiento de Jesús, en el amor al Evangelio y, en fin de cuentas, al Señor. El Evangelio es un lugar de encuentro con Jesús y un mensaje  a “aprender en el corazón” y a transmitir a toda la humanidad. En el fondo, toda vocación es una historia de amor, que asume el Evangelio como estilo de vida, que se requiere vivir y dar a conocer a los demás.

4. La Vida Consagrada en todas sus formas tiene estrecha relación con la Palabra de Dios

Es necesario, pues, tener diariamente en las manos la Sagrada Escritura, a fin de adquirir, por la lectura y meditación, el sublime conocimiento de Jesucristo (cf. Flp 3,8), y encontraremos renovada fuerza para la misión, sea cual sea esta.

    4.1. Reconocer la prioridad absoluta de la Palabra de Dios en la Vida Consagrada

Esta prioridad absoluta a la Palabra de Dios está expresada en múltiples lugares y formas: “El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos” (Is 50,4). La actitud primordial del discípulo consiste en reconocer la iniciativa absoluta de la Palabra que, proveniente de Dios, conoce, elige, llama y marca el camino a seguir.

María, la Virgen Madre, es prototipo del discípulo y de la Iglesia y nos recuerda cómo hemos de acoger esta sorprendente iniciativa de Dios en los acontecimientos (cf. Lc 2,19-20). María, la Virgen, es la gran oyente de la Palabra.

Otra María, hermana de Marta, eligió la parte buena, pues, “sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra” (Lc 10,39). Lucas nos la ofrece como modelo de discípulo, no porque haya que contraponer la contemplación a la acción, que en el discípulo ha de nacer de la escucha de la Palabra.

    4.2. Escuchar con el corazón

Considero que no basta con reconocer la prioridad absoluta de la Palabra. Hay que dejarla penetrar en el corazón para que fructifique en la vida según sus virtualidades insospechadas para la Vida Consagrada. La Palabra de Dios son “espíritu y vida” (Jn 6,63), y el discípulo escucha abriendo su corazón a la Palabra, energía misma de Dios, que quiere salvar mediante “la necedad de la predicación”(1Cor 1,21).

En la escucha del corazón la persona consagrada no sólo oye la Palabra, sino que la ve y se siente habitado por ella. La alegría y la fecundidad apostólica se juegan en la escucha del corazón. Así con la sencillez del niño y con la audacia de los humildes de corazón la persona consagrada contribuye al desarrollo de la Palabra viva y operante de Dios entre los hermanos.

    4.3. Escuchar la Palabra de Dios asiduamente

El Concilio Vaticano II indica que hay que adquirir la ciencia suprema de Jesucristo (Flp 3,8), “pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” (DV 25). Y uno de los fines para adquirir este conocimiento de Jesucristo es mediante el estudio asiduo de la Palabra de Dios (cf. DV 25).

La escucha asidua de la Palabra de Dios es comunión con Jesús, acogida de la fuerza de Dios, obediencia que nos hace caminar de fe en fe (cf. Rm 1,16-17). La persona consagrada, por la escucha del corazón y la inteligencia de la fe, avanza cada día adecuando su vida al designio de Dios, sin desvirtuar la Cruz de Cristo. En el estudio asiduo de las Escrituras, la persona consagrada no busca poseer la Palabra, sino dejarse poseer por la verdad para que su actuación sea según Dios y no ya según la carne o la sangre. La persona consagrada se fragua en la escucha y estudio asiduo de la Palabra de Dios, en definitiva en el conocimiento progresivo de Nuestro Señor Jesucristo.

    4.4. El Evangelio es para leerlo apasionadamente

La persona consagrada estudia asiduamente el Evangelio. ¿Qué buscamos en este estudio?  No buscamos ni queremos hacer un estudio bíblico. Tampoco buscamos curiosidades, ni cuestiones arqueológicas, ni géneros literarios, lingüísticos o etnológicos… ¿Qué buscamos?  Buscamos a “Alguien”, a una persona viva, que es la persona de Jesús, y conocerle es el “Todo” de nuestra Vida Consagrada. Hay que estudiar el Evangelio apasionadamente y guardarlo en el corazón.
   
5. Necesidad de vocaciones de especial consagración

La Iglesia necesita de toda clase de vocaciones, porque son complementarias entre sí e insustituibles. Pero las vocaciones sacerdotales y de especial consagración exigen una mayor solicitud por parte de toda la comunidad cristiana para poder oír y seguir la llamada. Pongamos en práctica estas palabras del Papa Pablo VI: “Dad a conocer estas realidades, enseñad estas verdades, hacedlas comprensibles, estimulantes, atrayentes como lo sabía hacer Jesús, Maestro y Pastor. Que nadie por culpa nuestra ignore lo que debe saber para orientar, en sentido diverso y mejor, la propia vida”.

6. Fruto de las familias cristianas

Considero que no es un secreto para nadie afirmar que las vocaciones consagradas se nutren principalmente de las familias cristianas, como fruto del Sacr
amento del Matrimonio. Como dijo el Papa Juan Pablo II: “La vida familiar se basa en las enseñanzas de la Iglesia, donde los miembros de la familia son educados en la virtud cristiana, y donde oran juntos con la conciencia de su pertenencia a la más amplia comunidad eclesial. A este respecto los padres han de ser los principales promotores de vocaciones. La familia cristiana es el primer lugar donde se desarrollan las vocaciones” (14-XI-1986).

7. Oración y agradecimiento

Nuestra Iglesia Diocesana se ve enriquecida con la presencia de la Vida Consagrada. Actualmente los miembros presentes son, aproximadamente, de unos 700 entre religiosos, religiosas, y miembros de los institutos seculares, vírgenes consagradas, órdenes contemplativas y sociedades de Vida apostólica.

Las actividades dentro del propio carisma y cuyo fin es la Evangelización para la mayor gloria de Dios y bien de los hermanos, las realizan:

– Con los niños, jóvenes y adultos en Centros, Colegios, Hogares y Residencias.
– La atención a los ancianos en Residencias y Hogares. 
– Presencia en las nuevas pobrezas: Emigrantes, Drogadictos, Sida, personas  abandonadas y solas, prostitución…
– Catequesis a todos los niveles, bien en las parroquias o en los propios Centros.
– La Contemplación propia de la Vida Contemplativa.

Doy gracias a Dios por tanto don recibido e invito a la oración ferviente y permanente a fin de que el Señor siga suscitando la llamada en el corazón de los jóvenes a la Vida Consagrada.

Que Santa María, portadora de Cristo, modelo de Consagración y seguimiento, Madre singular de la Iglesia que sale al encuentro del Señor Jesús, interceda por la Vida Consagrada ahora y siempre.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 28 de enero de 2008

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