Cuatro seminaristas admitidos a las Sagradas Órdenes y tres nuevos acólitos y lectores en la Iglesia de Granada

Cuatros seminaristas de nuestra Archidiócesis fueron admitidos a las Sagradas Órdenes y tres fueron instituidos en los Ministerios de Acólito y Lector por nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez.

Ayer celebramos el Día del Seminario, este año con el lema «Enviados a reconciliar» enmarcado en el Año Santo de la Misericordia que estamos celebrando.

En nuestra Diócesis, celebramos la jornada con la Admisión a las Sagradas Órdenes de cuatro seminaristas: Alejandro Anguís y David Salcedo, del Seminario diocesano «San Cecilio»; y César López y Klemens Proszowski, del Seminario Misionero «Redemptoris Mater». También, con la institución de los Ministerios de Acólito y Lector a Javier Peña y Luis Palomino, del Seminario «San Cecilio», y Esteban Torres, del «Redemptoris Mater».

La Santa Iglesia Catedral estaba repleta de familias y amigos de los seminaristas y de fieles que se unieron a participar en la Eucaristía y a dar gracias a Dios por este don para nuestra Iglesia y para el pueblo cristiano de Granada.

Tras la lectura de la Sagrada Escritura, el Arzobispo llamó a los candidatos a las Sagradas Órdenes para que se presentaran ante el altar.

Asimismo, después de la homilía, Mons. Martínez entregó la Biblia y la patena a los tres nuevos acólitos y lectores. A partir de este momento, Javier Peña, Luis Palomino y Esteban Torres ayudaron en el altar durante la Santa Misa y distribuyeron la Comunión junto a los demás sacerdotes.

Mons. Javier Martínez animó a los siete candidatos al sacerdocio: «El Papa, que viene del Nuevo Mundo, tiene el don de decirlo de una manera muy sencilla. Por ejemplo, en relación con nuestro ministerio sacerdotal, el día que dijo que «un pastor de verdad tiene que oler a oveja», pues estaba haciendo todo un tratado de lo que es el Ministerio Sacerdotal, que no es encumbrarse en no sé qué estrado para mirar, diríamos, como desde arriba al pueblo cristiano, sino que es sencillamente acompañar a ese pueblo en su peregrinación y en su camino por la vida, y viviendo, viviendo junto a ellos sus dificultades y nunca hay que estar más junto al pueblo que cuando el pueblo vive su fe con dificultad».

Al final de la Eucaristía, Mons. Martínez agradeció a todas las familias de los seminaristas su presencia y a las numerosas familias del Camino Neocatecumenal por cuidar y acoger a algunos seminaristas procedentes de otros lugares.

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