Señor, ayúdanos a ver las heridas y encontrar esperanza
“Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas” (Lc 10,34)
Reflexión día 5: Lunes, 22de enero
El buen samaritano hizo lo que pudo según sus posibilidades: vertió vino y aceite y vendó las heridas del hombre y lo puso sobre su propio animal. Incluso fue más allá prometiendo hacerse cargo de sus cuidados. Cuando vemos el mundo a través de los ojos del samaritano, cada situación puede ser una oportunidad para ayudar a los necesitados. Aquí es donde se manifiesta el amor. El ejemplo del buen samaritano nos lleva a preguntarnos cómo responder al prójimo. Dio vino y aceite, restaurando al hombre y dándole esperanza. ¿Qué estamos dispuestos a dar para contribuir al proyecto de Dios de sanar este mundo roto?
Los signos de este mundo quebrantado son la inseguridad, el miedo, la desconfianza y la división. Avergonzados, reconocemos que estas divisiones también existen entre los cristianos. Aunque celebramos sacramentos u otros rituales de sanación, reconciliación y consuelo, a menudo usando aceite y vino, persistimos en divisiones que hieren el cuerpo de Cristo. La sanación de nuestras divisiones cristianas promueve la sanación de las naciones.