Misa exequial por el eterno descanso del presbítero Benigno Gilberto Martín Teixé

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Este lunes 29 de enero, el obispo nivarinese presidió en La Catedral, la celebración de la misa exequial por el eterno descanso del presbítero Benigno Gilberto Martín Teixé, fallecido en el día de ayer a los 64 años. En la actualidad, era profesor en la Universidad de La Laguna y del Instituto Superior de Teología, en su sede de Tenerife.

Monseñor Álvarez comenzó su homilía dirigiendo un afectuoso saludo a los familiares de Gilberto, así como a los hermanos sacerdotes. El obispo también valoró la presencia de tantos amigos de este presbítero natural de Mazo, y de numerosos compañeros del ámbito académico. Entre ellos, el rector de la Universidad de La Laguna. “Agradezco el gesto del equipo decano de la Facultad de Ciencias de La Educación de suspender las clases en el día de hoy, con motivo de este fallecimiento”, indicó Álvarez.

El obispo continuó expresando que la vida es siempre un regalo de Dios para el mundo. “Él nos da la vida, unos talentos y unos dones que cuando los vamos desarrollando, nos damos cuenta de que son, sobre todo, para los demás”.

En este sentido, monseñor Álvarez realizó una semblanza de Teixé recordando que el año pasado, cumplió 40 años como sacerdote. “Gilbertó se ordenó un año después que yo. Eso posibilitó que lo conociera en el Seminario. Compartimos muchas cosas. Era una persona que siempre quería ir más allá. Tenía una gran inquietud por ampliar conocimientos. De hecho, debido a esas ansias por saber, pasó varios años en Madrid en el Instituto Superior de Pastoral, de la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Universidad San Pablo de la capital española. Al volver a la diócesis, el obispo D. Damián le encomendó la tarea de dar clases en la Facultad de Ciencias Educación”.

Por otro lado, de su paso por la isla de El Hierro, el obispo no sólo destacó su celo apostólico, sino su cercanía con la gente. “Era buen futbolista, como había demostrado ya en el Seminario. En El Hierro aprendió el baile de la Virgen y formaba parte de los bailarines de esta isla, cosa que hacía con un enorme entusiasmo. Además, era un buen guitarrista, lo que le permitió participar en el folclore canario”.

El prelado nivariense expresó que por todos estos dones es por lo que damos gracias a Dios, pero recordó que la muerte siempre nos hace reflexionar sobre las preguntas esenciales del ser humano. “La muerte nos invita a considerar que nuestra existencia no tiene en este mundo ciudad permanente. La palabra de Dios nos recuerda que tenemos una ciudad permanente en el cielo, ya que todos hemos sido creados para vivir plena y eternamente junto a Dios”.

Al hilo de la idea de la vida eterna, Bernardo Álvarez expresó que a ese cielo nuevo que él nos ha preparado, no se llega automáticamente, sino que hay que seguir un camino, el de Jesús.

Por último, el prelado nivariense indicó que también el Señor nos habla a través de la muerte de las personas cercanas a nosotros. “Dios nunca se impone a la conciencia humana, pero sí que se insinúa detrás de esas preguntas, porque él siempre busca nuestro bien. No nos abandona a nuestra suerte”, concluyó Álvarez.

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