«Me quedo con el trabajo de los sacerdotes con sus fieles en torno a la fe»

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

ADRIÁN SANABRIA, Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización.

El domingo a las cinco de la tarde comenzará la clausura de clausura del Año de la Fe en la Archidiócesis de Sevilla. Adrián Sanabria, responsable de la coordinación de todo lo acontecido con motivo de este evento, hace balance de unos meses de trabajo a niveles parroquial y diocesano.

Este fin de semana se clausura el Año de la Fe ¿Cómo se ha vivido en la Archidiócesis?

En primer lugar, no ha sido un año de fuegos artificiales ni de grandes actos. Durante este año se pretendía y, así lo dijo el arzobispo en la homilía de la misa inaugural, que lo importante fueran las vivencias de fe en las comunidades.

Hablemos de los actos diocesanos, ¿han respondido a lo previsto?

Los actos a nivel diocesano han sido preciosos, ha habido actos que han sido más sonados pero después cada Delegación episcopal ha tenido su encuentro a nivel de todas las vicarias. Por recordar algunos, el encuentro de catequistas con motivo del Año de la Fe fue espectacular, con más de 2500 catequistas en la Catedral; el acto con los agentes de Pastoral de la Salud que tuvimos en Pascua fue precioso; o el encuentro con la vida religiosa, que fue de una profundidad inmensa.

¿Con cuál se queda?

Difícil. Yo destacaría la vigilia de oración la tarde del Corpus Christi, donde todas las Iglesias del mundo estaban convocadas a la misma hora para rezar. Vimos rezar al papa a través de las pantallas de la Catedral, y rezar con los mismos textos, toda la Iglesia Universal, los mismos salmos, las mismas alabanzas, la misma oración, la oración…. Me quedaría con esa imagen de oración.

La lluvia y el Viacrucis…

Nos perdimos el que dicen que podría haber sido el acto más impresionante de la iglesia diocesana en ámbito de religiosidad popular. No somos capaces de imaginar lo que se había organizado, la cantidad de gente que se esperaba, no solamente por ver el arte de nuestras imágenes sino la vivencia y la profundidad de los textos que se habían elaborado. Estos textos del Viacrucis, que hizo el arzobispo, eran de una gran belleza espiritual y una grandeza en los pequeños detalles que no pudimos disfrutar en un acto sublime. Después, disfrutamos espiritualmente en la Catedral, pero la belleza era magna.

¿Ha sido un año focalizado en la formación?

Sin duda. Las personas se han acercado al Compendio, que era el gran desconocido de la Iglesia; los jóvenes han conocido el Youcat, que ha sido un descubrimiento para ellos; muchos grupos hermandades y colectivos cristianos han tenido encuentros formativos sobre el Credo. Creo que se ha vivido con intensidad formativa y espiritual, y nos hemos adentrado en esa formación tan necesaria.

¿Esta celebración ha cambiado las prioridades pastorales de la diócesis?

La prioridad de la diócesis siempre ha sido la evangelización, así que no ha cambiado nada. Yo diría que hemos descubierto algo necesario y esencial: la necesidad imperiosa de salir. No podemos sentarnos en la comunidad, tenemos que hacer ruido como ha dicho el Papa Francisco. No podemos quedarnos en vivir una fuerte experiencia de fe en el templo, y yo he observado que cada Delegación Diocesana ha tenido muy en cuenta ese salir, pensar en el que está fuera, ser misionero.

Ha recorrido pueblos y parroquias de la Archidiócesis, ¿alguna vivencia especial?

Me han cautivado los pequeños detalles. Cómo en una parroquia con personas que apenas sabían leer, había feligreses sentados alrededor de una mesa de camilla hablando con su párroco de la fe, leyendo con dificultad el Catecismo. Esa es mi imagen del Año de la Fe, el trabajo de muchos sacerdotes con sus feligreses en torno a la fe.

Este año será recordado también por la transición de un Papa a otro con una renuncia por medio ¿Qué efecto ha podido producir todo ello en la celebración del Año de la Fe?

He oído decir que se quedan con la imagen de la renuncia del Papa Benedicto. Nos ha dado una catequesis de humildad, de sencillez, de amor a la Iglesia que nunca se ha visto. Todos nos emocionamos recordando al Santo Padre subirse en el helicóptero e irse con una sencillez que nunca olvidaremos. Ya no solo una catequesis, sino que nos hizo ver que la fe y la humildad van de la mano. Y ha llegado el Papa Francisco, que ha continuado con una forma más popular. Realmente, lo que están haciendo los dos Papas con sus ministerios y con sus vidas es recordarnos el valor de la fe, una fe que es orante y que tiene que ser comunicada. El Papa Francisco está suponiendo para la Iglesia en este momento el descubrimiento de que no ha pasado de moda ser cristiano. Yo me quedo con esa frase que en su día dijo Juan Pablo II y que recordaba Francisco: «Jesucristo sigue siendo la respuesta para el hombre de hoy».

¿Cómo cerraremos el Año de la Fe es Sevilla?

La Eucaristía del domingo tendrá como centralidad el Credo, porque así lo pidió Benedicto XVI cuando convocó el Año de la Fe. Este año hemos estado trabajando el Credo, para poder ahora proclamarlo solemnemente en la parte central de Eucaristía. Todos los que estemos en la Catedral con fe, con amor, con una vela encendida, recordaremos el bautismo y los proclamaremos.

¿Qué cometido tiene al frente de la Vicaría Episcopal para la Nueva Evangelización una vez terminado el Año de la Fe?

Tenemos entre manos las Misiones Populares. No os podéis imaginar lo que supone para un pueblo la experiencia de gente que no se veía en un grupo desde hace tiempo, y ahora se reúnen para compartir la fe. Intentamos que todos los años comiencen el proceso de misión 16 parroquias, el año que viene serán 32. Trataremos que todas las parroquias vivan un proceso de evangelización a través de la misiones y que todas las delegaciones episcopales estén en sintonía con esta llamada a la nueva evangelización.

Que nunca nos abandone la alegría de la fe… ¿Cómo lo conseguimos?

Hay que cultivar la experiencia de Dios. Yo me aplico una frase de Benedicto XVI: «Solamente podremos hablar de Dios si antes hablamos con Dios. Hablar con Dios para hablar de Dios».

Ana Capote

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