Entrevista a d. Ramón González, rector del Seminario Redemptoris Mater: “En Sevilla estamos viviendo un auge de vocaciones, pero somos la excepción”

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Entrevista a d. Ramón González, rector del Seminario Redemptoris Mater: “En Sevilla estamos viviendo un auge de vocaciones, pero somos la excepción”

El Seminario Redemptoris Mater está en plena mudanza porque desde este curso tendrá su casa en el antiguo Seminario Menor de Sevilla, bajo el monumento al Sagrado Corazón de Jesús en San Juan de Aznalfarache. Ramón González es el rector de este Seminario diocesano misionero desde su fundación, hace ya diez años, y confiesa sentirse muy agradecido al arzobispo y a la Archidiócesis por esta nueva etapa.

¿Le sorprendió que monseñor Saiz le ofreciera el antiguo Seminario Menor como sede para el Redemptoris Mater?

Realmente no, porque él mismo pudo ver durante su visita al inicio de su pontificado que los pisos en lo que vivíamos no eran indicados para la vida de un Seminario: allí no teníamos espacio al aire libre para meditar o pasear; tampoco podíamos realizar la Liturgia de las Horas cantada porque teníamos vecinos a los que podíamos importunar.

Así que, en su primera visita le mostramos nuestras dificultades y él se lo tomo como una prioridad. Y esta solución de mudarnos al antiguo Seminario Menor ha sido muy buena.

Actualmente, ¿con cuántos seminaristas cuenta?

Por ahora somos once, pero estimamos que en pocos días nos informarán de nuevos ingresos.

En cuanto al perfil de los chicos, pertenecen a cinco nacionalidades diferentes. En general son jóvenes maduros –excepto uno, que ingresó como seminarista recién terminado el Bachillerato. La mayoría habían terminado sus estudios superiores cuando decidieron dar el paso y seguir su vocación.

Y, como es natural, todos vienen de familias del Camino Neocatecumenal.

No en vano, la formación de estos seminarios se ha encargado al Camino.

Exacto, pero no hay que olvidar que ante todo somos un Seminario diocesano misionero. Es decir que, según nuestros estatutos, firmados por monseñor Asenjo el 11 de abril de 2012, estamos bajo la autoridad del obispo diocesano y profesamos total obediencia a él.

De este modo, aunque tengamos vocación a la misión ad gentes, nos ponemos a disposición del obispo del lugar para servir en la diócesis cuanto tiempo sea requerido.

¿Cómo describiría este momento en relación a las vocaciones?

A nivel diocesano podemos decir que hay un auge de vocaciones, sin embargo, no podemos generalizar. Más bien, se trata de una situación de crisis. Ejemplo de ello son los seminarios que han tenido que cerrar en muchas diócesis del norte de España y fundar un Seminario interdiocesano para agrupar a los seminaristas de varias regiones.

Sin embargo, no debemos perder la esperanza y en Sevilla la cosa no va mal, siendo el tercer Seminario en número de vocaciones del país.

Frente a esta “situación de crisis”, como ha dicho, ¿qué podemos hacer para que los jóvenes no hagan oídos sordos a la llamada de Dios?

Para que surjan las vocaciones debemos hacer bien el camino, porque cuando uno renueva todo el contenido del bautismo, paso por paso, redescubre el significado del Evangelio, lo acepta y empieza a vivirlo. De ahí surgen necesariamente las vocaciones. No hay varitas mágicas ni fórmulas infalibles, sino vivir bien la renovación del bautismo. Y al mismo tiempo vivir esa experiencia en un ambiente misionero y evangelizador.

También son muy positivos los encuentros vocacionales que incluyan una predicación fuerte con una presentación atractiva en la que se evidencie la urgencia que hay por evangelizar y responder a los sufrimientos de la gente. Los jóvenes necesitan espacios en los que puedan ser removidos interiormente en su pereza, su burguesía y liberarse de la presión social que les causa sobre todo internet. Estamos hablando que la mayoría de los jóvenes católico reciben apenas quince minutos de predicación a la semana, durante la homilía dominical, frente a horas y horas de mensajes que reciben por internet y los medios audiovisuales con mensajes e ideologías que cuestionan continuamente nuestras creencias y valores. Por eso, todo lo que hagamos por ellos, por facilitarles espacio de encuentro con el Señor y la Virgen, es poco.

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