Derechos sociales y caridad política: una renovada pastoral obrera

Síntesis de la Carta pastoral del Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo Vallejo, con motivo de la festividad de San José Obrero y fiesta de los trabajadores. Estamos viviendo unos momentos de enorme preocupación social. Existe, sobre todo en el ámbito laboral, una más que justificada inquietud, en gran parte provocada por la flexibilidad del trabajo y la precariedad del empleo. Las repercusiones que todo ello provoca en el individuo y en la familia son de inseguridad y no poco temor ante lo que se avecina. ¿Qué respuesta  es la que puede dar la Iglesia desde su inexcusable misión evangelizadora? ¿Cómo ha de ser una pastoral obrera acorde con lo que los hombres y las mujeres del trabajo necesitan en estos momentos?

La pastoral obrera, dentro de la pastoral de conjunto, está buscando nuevos caminos de evangelización en los que, desde un renovado compromiso de fidelidad al Evangelio, sepa asumir los nuevos retos que el mundo del trabajo presenta. Es la comunidad entera quien asume este papel evangelizador y misionero.

La crisis: realidad y pretexto

La situación laboral y social pasa por momentos de especial dificultad. No nos puede dejar indiferentes, sino que exige no pocos cambios en las actitudes y en las acciones a emprender, siempre desde nuestra condición de cristianos y de evangelizadores, y dentro del ámbito de la pastoral obrera. Estando muy atentos a la hora de proponer nuevas iniciativas, no sea que los programas sean nuevos y las actitudes envejecidas y caducadas.

No podemos menos que hacer una llamada a todos los hombres en general, y a los cristianos en especial, para que no eludamos la responsabilidad que individualmente nos corresponde. Es volver a insistir en que difícilmente puede cambiar el mundo si el corazón del hombre sigue tan endurecido.

Benedicto XVI ha dicho que "un elemento fundamental de la crisis es precisamente un déficit de ética en las estructuras económicas (…) La ética no es algo que está fuera de la economía, sino dentro, y que la economía no funciona si no lleva consigo el elemento ético" (A los periodistas 17-3-09).

Caridad política

Junto a los derechos hay siempre unas responsabilidades que, desde nuestro punto cristiano, responden a lo que podemos llamar, en alguna forma, caridad política, laboral, familiar.

Suele acusarse a la Iglesia de "meterse" en política, de ingerirse en los asuntos públicos. Más bien, lo que había que reprocharle es que los católicos no ejercieran su derecho a interesarse positivamente por todo cuanto atañe al bien común y a la presencia de doctrina social de la Iglesia en el mundo del trabajo. Nunca debe ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos.
   
Como católicos, no tenemos vocación alguna para ser litigantes permanentes con las administraciones públicas, pero sí defensores de los derechos que nos asisten como ciudadanos y como creyentes. No nos consideramos víctimas de sistema alguno, sino testigos del Cristo resucitado. Tampoco queremos ser unas gentes destinadas a vivir en una escondida catacumba, sino dar testimonio del Evangelio a plena luz. No solo no nos dejamos apabullar por los avances científicos y técnicos, sino que deseamos ser auténticos pioneros del estudio y de la investigación. Pero no podemos permanecer como hombres y mujeres impasibles ante el sufrimiento de los demás, sino defender la auténtica dignidad de la vida humana desde su concepción hasta la muerte.

Una pastoral obrera renovada

La acción de la Iglesia en el mundo obrero tiene que realizarse, evidentemente, desde la incuestionable lealtad a la fe cristiana, que reconoce a Cristo como el único Salvador, y al Evangelio como la buena noticia de salvación   liberación para el hombre.  La fidelidad al mensaje evangélico, no sólo no amortigua la sensibilidad de una conciencia obrera que lucha contra las opresiones injustas, sino que la estimula y orienta en un verdadero camino de justicia.

Una Iglesia que no puede claudicar de su fe ante un mundo que parece exigir el tener que claudicar obligatoriamente ante unas estructuras y a unas categorías de pensamiento extrañas a la misma dignidad de la persona. La Iglesia está en el mundo para evangelizar y, por eso mismo, debe conocer y sentir como propios los problemas, las angustias y las aspiraciones individuales y sociales de los hombres. Pero, el Evangelio no se recicla, sino que se vive fielmente y así se ofrece al mundo.

La pastoral obrera se realiza dentro de una pastoral de conjunto, es decir, unida y coordinada en la pastoral general, con la que la diócesis quiere hacerse presente en medio de los hombres que viven entre nosotros y a los cuales deseamos hacer partícipes del Evangelio que hemos recibido. 

Con el aval evangélico de la esperanza

Se necesita una nueva pastoral obrera, sin nostalgias del pasado ni prevenciones negativas futuras, pero sin esconder el Evangelio de Jesucristo, que ha de ofrecerse al mundo del trabajo. Una pastoral obrera fiel a sus principios y a las personas a las que quiere llegar y servir; abierta y promotora de integración; participativa y comunitaria; signo y aval de credibilidad evangélica; inequívocamente eclesial; que guarda, vive y celebra la palabra de Dios; con incuestionable sentido confesional y católico.

Las parroquias deben incluir en sus planes pastorales la atención a las personas más afectadas por la crisis, denunciando la injusticia, exigiendo compromisos de la administración, y motivando a la comunidad parroquial para que comparta sus bienes.

La pastoral obrera debe concienciar a la Iglesia sobre la situación que se está viviendo, y hacerla presente en aquellas acciones encaminadas a lograr la superación de una crisis económica y social de tanta trascendencia individual y familiar. Intensificar la formación del laicado para posibilitar una respuesta y un compromiso coherente con la fe y con la doctrina social de la Iglesia.

A la Virgen María y a su esposo San José, ejemplo admirable de trabajador, encomendamos todas y cada una de las acciones pastorales que nuestra Iglesia diocesana quiere llevar a cabo en el mundo del trabajo.

En Sevilla a uno de mayo de dos mil nueve, fiesta de San José Obrero.

+ Carlos, Cardenal Amigo Vallejo
Arzobispo de Sevilla

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