Carta Pastoral del DOMUND

En el mensaje para el Domund de este año, Benedicto XVI dice que el interés por la acción misionera, allí donde Cristo no es conocido, debe constituir la prioridad en los planes pastorales de nuestras Iglesias.

Compromiso «importante y primero», pues el anuncio del Evangelio está en la misma esencia y finalidad de la Iglesia. Nadie puede ser excluido, ni del derecho a recibir la buena noticia de Jesucristo, ni tampoco a ser verdadero anunciador de esa doctrina, conforme a la vocación que cada uno haya recibido del Señor.

Muy lejos de ser una imposición, la Iglesia ofrece lo que tiene, y lo hace con la más recta intención, que no es otra que la de compartir con todos la esperanza que se nos ha dado en el conocimiento de Jesucristo.

Pertenecemos a una comunidad católica, es decir, universal. No sólo en el sentido de que su presencia debe llegar a todos los rincones del mundo, sino que cualquier hombre o mujer en la comunidad humana está llamado por Dios a la redención operada por nuestro Señor Jesucristo.

Una parroquia que no fuera misionera, quedaría asilada y fuera de esta dimensión universal. Por el contrario, la animación misionera aporta a la parroquia una notable vitalidad en sus acciones pastorales (…).

Es el Señor quien nos ha llamado para formar un solo pues pueblo, para oír la misma palabra de Dios, para celebrar los mismos sacramentos, para practicar la caridad fraterna.

La parroquia es como una señal, como un pequeño ejemplo de la comunidad universal. Vive esa unión con todos, particularmente con los más necesitados. Y comparte la fe y los bienes de este mundo. En realidad, es un intercambio de dones, en el que más beneficio recibe el que más sabe dar y compartir.

Nuestro Evangelio es el Evangelio de la caridad, que nos exige la ayuda que necesitan los hermanos. El Domund es un día muy apropiado para una verdadera y eficaz catequesis sobre el saber compartir. Una catequesis solidaria y generosa, que se manifiesta, de forma visible, en la colecta a favor de las misiones que se realiza en todas nuestras iglesias.

Al Señor le pedimos por las misiones, por los misioneros y misioneras, por la pastoral evangelizadora en nuestras parroquias, por las instituciones que se preocupan de la animación misionera, particularmente por las Obras Misionales Pontificias y nuestra eficiente Delegación diocesana.

De una manera particular, nuestro afecto y gratitud a esos más de trescientos misioneros y misioneras, que partieron de nuestra Diócesis, y trabajan ejemplarmente por el reino de Dios en cincuenta y siete países de
los cinco continentes.

Con mi bendición, a todos, particularmente a los misioneros y misioneras de nuestra diócesis de Sevilla esparcidos por el mundo, pidiendo al Señor que nos conceda la gracia de tener un auténtico espíritu misionero profundamente convencido de que la palabra de Cristo es la luz para todos los pueblos.

+ Carlos Cardenal Amigo, Arzobispo de Sevilla

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