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Fallece el sacerdote diocesano, D. José Luis Cejudo

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Esta mañana, vísperas del Corpus Christi, ha partido hacia la Casa del Padre el sacerdote, D. José Luis Cejudo Moreno, a los 82 años de edad.

Vinculado desde hace más de 30 años a la Pastoral Penitenciaria, que impulsó en la década de los 90, dedicó sus últimos años al acompañamiento y compromiso con los presos. Su labor infatigable, lo ha llevado a recibir numerosos galardones por su trabajo con las personas privadas de libertad.

El funeral de entierro, presidido por el Obispo de Jaén, tendrá lugar mañana domingo, 2 de junio, en la Capilla Mayor del Seminario, a las 16:30 horas.

D. José Luis Cejudo nació en Martos en 1941. Fue ordenado como sacerdote en el año 1966 por el entonces Obispo, Don Félix Romero Mengíbar.

Sus primeros destinos pastorales fueron en Bélmez de la Moraleda, Solera, El Centenillo y La Carolina. Entre los años 1967 y 1970 fue formador y prefecto bibliotecario en el Seminario Mayor de Jaén. Después pasó unos años en las parroquias de San Bartolomé de Torredelcampo y la Santa Cruz de Linares, ministerio que compaginó con el de profesor de Religión en distintos Institutos de Torredelcampo y Linares.

Entre los años 1983 y 1989, D. José Luis Cejudo ejerció su ministerio sacerdotal en la Sierra, en localidades como Casicas del Río Segura, Miller, La Matea, Pontones o Santiago de la Espada. Después fue enviado como párroco a Mancha Real, labor que conjugó con la docencia en el IES de la localidad. En los años 1995 y 2007 estuvo al frente de la parroquia de Santa María Magdalena de la Capital y es en ese momento cuando comienza a poner en marcha la atención pastoral en la cárcel a través de la que más tarde se consolidaría como Delegación de Pastoral Penitenciaria. Miembro del Consejo del Presbiterio y Consejo de Consultores, hasta el año 2000 fue también profesor de Religión en el IES Santa Catalina de Jaén durante casi dos décadas.

Su predilección por los descartados, los pobres y los excluidos llevó a D. José Luis a una entrega vital como Delegado de Pastoral Penitenciaria, cargo que desempeñó hasta julio del pasado 2023. Una labor en la que sembró mucho bien entre los privados de libertad, tanto en su estancia en la prisión como en su acompañamiento después de cumplir las penas. Se vinculaba con todos los internos, conocía a sus familias y llevaba el Evangelio entre rejas, consolidando una pastoral que siempre sintió como propia y en la que veía el rostro de Cristo sufriente en cada uno de los internos.

En sus últimos años estuvo adscrito a su parroquia, San Miguel, donde hasta hace pocas fechas celebró la Santa Misa. Descanse en Paz. Dios le pague con creces su amor a la Iglesia y para con los últimos del mundo.

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Fijemos hoy la mirada, una vez más, en el Santísimo Cristo de Burgos

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Fijemos hoy la mirada, una vez más, en el Santísimo Cristo de Burgos

A las 10 de la mañana comenzó la Misa estacional del 450 aniversario del Santísimo Cristo de Burgos en el altar del Jubileo de la Santa Iglesia Catedral, presidida por D. José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla. La Hermandad del Cristo de Burgos con esta misa estacional culmina la celebración de los 450 años del encargo del Santísimo Cristo de Burgos a Juan Bautista Vázquez ‘El Viejo. ’ Como ha recordado en su homilía el arzobispo de Sevilla es “la imagen de Cristo documentada más antigua de la Semana Santa de Sevilla, primer protagonista de los vía crucis, como el primitivo a la Cruz del Campo, precursor de las procesiones de Semana Santa.”

Monseñor Saiz Meneses en la contemplación del Santísimo Cristo de Burgos ha invitado de nuevo durante en su homilía a fijar la mirada en Él como ya predicase en la Solemne Función Principal de Instituto el cuarto domingo del Tiempo Ordinario. Fijar la mirada en Cristo es “superar las distracciones, la superficialidad, de olvidar los intereses meramente materiales, de dejar a un lado los proyectos sencillamente efímeros. Contemplemos el Santísimo Cristo de Burgos conscientes de que su sacrificio en la cruz es fuente de vida inmortal, es principio de justicia y de paz, es ofrenda de misericordia y de perdón, es garantía de un amor infinito que llevó a Dios a hacerse hombre, y a morir crucificado. Sus brazos abiertos son una invitación a cada ser humano, y nos atraen hacia él para recibir su gracia y salvación.”

Esta celebración del 450 aniversario, ha recordado Monseñor Saiz, “ha de ser un tiempo de reflexión que marque un antes y un después. No tengamos miedo a abrirle nuestro corazón, tengamos largos ratos de contemplación ante su imagen.” Concluida la Misa estacional, el arzobispo de Sevilla acompañó la imagen del Santísimo Cristo de Burgos hasta la Capilla Real para rezar el Ángelus delante de  la Virgen de los Reyes.

Retransmisión de la Misa estacional por el canal de la Catedral de Sevilla

Homilía del Arzobispo de Sevilla

Cuenta en X de la Hermandad del Cristo de Burgos con la galería de imágenes

 

 

 

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Conclusión de las celebraciones de los 450 años de la Talla del Cristo. Misa de Acción de Gracias. 1 de junio de 2024

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Conclusión de las celebraciones de los 450 años de la Talla del Cristo. Misa de Acción de Gracias. 1 de junio de 2024

Hermandad del Cristo de Burgos. Catedral de Sevilla. Conclusión de las celebraciones de los 450 años de la Talla del Cristo. Misa de Acción de Gracias. 1 de junio de 2024. 1Cor 1, 3-9; Salmo 22; Mt 11, 25-30.

1. Saludos. Pontificia, Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de Burgos, Negaciones y Lágrimas de San Pedro y Madre de Dios de la Palma.
2. Celebramos la santa Misa de Acción de Gracias al concluir las celebraciones con ocasión de los 450 años de la Talla del Cristo de Burgos. La liturgia de la palabra que hemos escuchado nos presenta a Jesús elevando una oración de alabanza al Padre, que se ha revelado a la gente sencilla; seguidamente se presenta como Hijo de Dios y Señor del universo, a quien el Padre ha entregado todas las cosas; y finalmente, se dirige a los fatigados que buscan la paz, los cansados y agobiados que encontrarán alivio en él.
3. Todo procede del Padre. Jesús da gracias al Padre porque ha escondido estas cosas a los que creen que lo saben todo, y creen que lo saben mejor que nadie, y se las revela a la gente sencilla, a los que tienen un espíritu abierto, un corazón receptivo por su humildad y sencillez; a éstos Dios los ha elegido como destinatarios de su revelación. Se demostrará aún más profundamente que el Hijo, en su humildad y abajamiento, sólo puede ser comprendido por la gente sencilla a la que se dirige, tanto como mediador de las intenciones del Padre como en razón de sus propios sentimientos.
4. Precisamente porque solo él conoce las intenciones del Padre, puede pronunciar esta frase solemne y soberana: «Todo me lo ha entregado mi Padre». La consecuencia es que nadie sino el Hijo conoce a fondo al Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre: esta declaración levanta el velo del misterio trinitario, y la comunicación de los sentimientos del Hijo a los hombres, que viene a continuación, remite al Espíritu Santo, que pone en nuestros corazones los sentimientos del Padre y del Hijo. Él revela al Padre y se revela a sí mismo sólo a los que ha elegido para ello.
5. Están invitados todos los cansados, agobiados y oprimidos por la razón que sea. «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera» (Mt 11, 28-30). Cuando Jesús recorría los caminos de Galilea anunciando el reino de Dios y curando a muchos enfermos, sentía compasión de las muchedumbres, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 35-36). Esa mirada de Jesús se extiende hasta hoy, hasta nuestro mundo actual.
6. Su mirada también hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida difíciles y también desprovista de puntos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas se encuentran en los países más pobres, golpeadas por la miseria; y también en los países más ricos no son pocas las enfermedades de salud mental. Estrés, ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos alimentarios y esquizofrenia se encuentran entre los problemas de salud mental más habituales en la sociedad actual, en los países ricos. Pensemos también en los desplazados y refugiados, en cuantos emigran arriesgando su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre toda esta gente, más aún, sobre cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, y repite: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré».
7. Jesús promete que dará a todos «descanso», pero pone una condición: «Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». ¿En qué consiste este «yugo», que en lugar de pesar aligera, y en lugar de aplastar alivia? El «yugo» de Cristo es la ley del amor, es su mandamiento, que ha dejado a sus discípulos (cf. Jn 13, 34; 15, 12). El verdadero remedio para las heridas de la humanidad, ya sean las materiales, como el hambre y las injusticias; ya sean las psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar, es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios.
8. Por esto es necesario abandonar el camino de la soberbia, o de la violencia utilizada para ganar posiciones de poder cada vez mayor, o para asegurarse el éxito a toda costa. Hay que tratar bien la creación, la casa común, y sobre todo hay que tratar bien a las personas, al prójimo; en las relaciones humanas, interpersonales, sociales, el principio del respeto y de la no violencia, es decir, la fuerza de la verdad y el bien contra todo abuso, es la que puede asegurar un futuro digno del hombre, y una convivencia pacífica en la familia humana.
9. 450 aniversario de la imagen de Cristo documentada más antigua de la Semana Santa de Sevilla, primer protagonista de los vía crucis, como el primitivo a la Cruz del Campo, precursor de las procesiones de Semana Santa. Fijemos hoy la mirada, una vez más, en el Santísimo Cristo de Burgos. Seamos capaces de superar las distracciones, la superficialidad, de olvidar los intereses meramente materiales, de dejar a un lado los proyectos sencillamente efímeros. Contemplemos el Santísimo Cristo de Burgos conscientes de que su sacrificio en la cruz es fuente de vida inmortal, es principio de justicia y de paz, es ofrenda de misericordia y de perdón, es garantía de un amor infinito que llevó a Dios a hacerse hombre, y a morir crucificado. Sus brazos abiertos son una invitación a cada ser humano, y nos atraen hacia él para recibir su gracia y salvación.
10. Por desgracia, el ser humano no siempre logra percibir la grandeza y la profundidad de este amor infinito que Dios tiene a sus criaturas, sin distinción de raza, ni condición social, ni cultura. La cruz nos hace hermanos, nos hace libres, nos constituye en una familia. Ahora bien, revisemos cuál es nuestra respuesta personal a esta revelación, a esta declaración de amor. Qué hago por Cristo, qué debo hacer por Cristo. La celebración de los 450 años ha de ser un tiempo de reflexión que marque un antes y un después. No tengamos miedo a abrirle nuestro corazón, tengamos largos ratos de contemplación ante su imagen.
11. De sobras sabemos que nos cuesta, que no sabemos, que no podemos. Confiamos en su gracia, en su amor, en la intercesión poderosa de nuestra Madre de Dios de la Palma. Ella nos ayuda a aprender de Jesús la humildad verdadera, a tomar con decisión su yugo ligero, para experimentar la paz interior, y nos enseña a ser capaces de consolar a otros hermanos y hermanas que recorren con fatiga el camino de la vida, y nos enseña también a vivir como auténticos testigos de Jesucristo en la sociedad del siglo XXI.

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La diócesis de Guadix en las Jornadas de Economía, Sostenimiento y Transparencia celebradas por la CEE

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La diócesis de Guadix en las Jornadas de Economía, Sostenimiento y Transparencia celebradas por la CEE

La diócesis de Guadix ha participado en las Jornadas de Economía, Sostenimiento y Transparencia que ha organizado la Conferencia Episcopal Española, en Madrid. Ha sido el ecónomo diocesano, Luis Alfonso Garrido, quien ha asistido, del 27 al 29 de mayo, en representación de la diócesis accitana.

 

Las Jornadas han estado organizadas por el Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia y la Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal Española. Su finalidad ha sido avanzar en el sostenimiento económico de la Iglesia y en la mayor implicación de los fieles, para poder ayudar más a las personas.

La importancia social de la transparencia ha sido el tema central de la jornada con una conferencia del economista Jesús Lizcano, que ha presentado los rasgos principales de la transparencia. Las diócesis también han presentado los avances reflejados en sus portales de transparencia, donde se expresan datos económicos ordenados que permiten a los ciudadanos hacer valer su derecho a saber, una idea que viene a favorecer la rendición de cuentas de las entidades relacionadas con la Iglesia.

Además, ha habido ha habido talleres de trabajo en los que se han comunicado experiencias de gestión económica en las diócesis españolas.

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Abriendo camino a la esperanza

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Un año más celebramos la solemnidad del Corpus Christi, del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Día de la Caridad. Un año más hemos de reavivar el compromiso de la comunidad cristiana y de la sociedad en la defensa de las personas más pobres y vulnerables, viviendo la actitud de Jesús, que se compadecía de las muchedumbres extenuadas y abandonadas “como ovejas que no tienen pastor” (cf. Mt 9, 36). No podemos pasar con indiferencia por el lado del hermano necesitado, hemos de conmovernos ante él. Esta solemnidad es un momento propicio para dar gracias a Dios por el don de su amor, porque se ha quedado entre nosotros como alimento en nuestra vida de peregrinos; también para poner la Eucaristía en el centro de la vida de cada fiel y de cada comunidad, y para dejarnos impulsar al encuentro con los hermanos más pobres y vulnerables.

El lema de este año nos habla de la esperanza: “Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza”. La Eucaristía es la fuente de nuestra esperanza, la llamada cotidiana a vivir en esperanza; nos traslada al momento de la noche anterior a la pasión y muerte de Jesús, cuando padecerá el abandono de sus amigos más cercanos. Todo lo que le esperaba era la Pasión y una muerte atroz. En esa perspectiva tan oscura y dolorosa, el Maestro realiza el acto más bello de esperanza, de entrega en totalidad: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros” (Lc 22, 19). Por eso, cuando flaquea la esperanza, lo mejor que podemos hacer es acercarnos a la Eucaristía, el sacramento de la esperanza.

El cardenal Nguyen van Thuan, obispo que pasó trece años en las cárceles del Vietnam, nueve de ellos en régimen de aislamiento, nos cuenta su experiencia de la Eucaristía en la cárcel. De ella sacaba la fuerza de su esperanza: “He pasado nueve años aislado. Durante ese tiempo celebro la misa todos los días hacia las tres de la tarde, la hora en que Jesús estaba agonizando en la cruz. Estoy solo, puedo cantar mi misa como quiera, en latín, francés, vietnamita… Llevo siempre conmigo la bolsita que contiene el Santísimo Sacramento: “Tú en mí, y yo en Ti”. Han sido las misas más bellas de mi vida. Por la noche, entre las nueve y las diez, realizo una hora de adoración… A pesar del ruido del altavoz que dura desde las cinco de la mañana hasta las once y media de la noche. Siento una singular paz de espíritu y de corazón, el gozo y la serenidad de la compañía de Jesús, de María y de José”.

La solemnidad del Corpus, con la tradición de las procesiones eucarísticas al término de la celebración de la misa de la fiesta, es, sobre todo, un acto de fe público en la presencia sacramental del Cristo resucitado, que se da a sus discípulos como alimento para la peregrinación humana de cada uno, de manera que –como escribe San Pablo- “cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva” (1 Co 11, 26). Desde los primeros tiempos del cristianismo se ha insistido con toda razón en el vínculo entre la Eucaristía y la caridad. Es muy coherente, por ello, que en la fiesta de “Corpus” se celebre entre nosotros el Día de la Caridad, la jornada principal de Cáritas, el día en que esta institución eclesial da cuenta de sus proyectos, del uso de sus recursos y de sus propósitos más inmediatos.

Cáritas es la institución principal de cada Iglesia local por los pobres y necesitados. En este día valoramos y agradecemos especialmente todo el trabajo que se lleva a cabo desde las comunidades parroquiales, desde Cáritas Diocesana y desde otras instituciones, en favor de las personas más afectadas por la pobreza. Que esta campaña nos inspire a seguir el ejemplo de Jesús para abrir camino a la esperanza.

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla      

Solemnidad del Corpus Christi

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IX domingo del Tiempo Ordinario

Comencemos a deshojar los más bellos pétalos de los claveles y rosas para el Amor de nuestros amores, esencial ejercicio para primorosas manos enamoradas, a las que invito a elevar oraciones al Altísimo por todos los que van a contemplar a nuestro Señor por las calles del pueblo o de la ciudad. Niños y mayores, al paso de la custodia, siembran de color la vida. La procesión del Corpus es una catequesis sin palabras, es el mismo Jesús Sacramentado al que vemos. Todos debemos salir a la calle y participar en la procesión, no tengáis vergüenza, que la Eucaristía es la fuente de la vida cristiana, pues quien participa de ella recibe el impulso y la fuerza necesaria para vivir como auténtico cristiano. La ofrenda de Cristo en la cruz, hecha presente en el sacrificio eucarístico, comunica al creyente su dinamismo de amor generoso; el banquete eucarístico nutre a los fieles con el Cuerpo y la Sangre del Cordero divino, inmolado por nosotros y les da la fuerza para «seguir sus huellas» (Cfr. 1 Pe 2, 21). En los Hechos de los Apóstoles se destaca cómo los que habían acogido la fe, «partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Hch 2, 46). Es muy importante destacar que la Eucaristía impulsa a la comunidad de los discípulos hacia ese horizonte fraterno al que estamos llamados, a vivir como don y tarea permanente el amor samaritano.

La participación en la Eucaristía lleva a los convidados a la caridad de Cristo, que vino a buscar lo que estaba perdido, a reunir a los hijos de Dios dispersos y a dar un puesto de honor a los más vulnerables e indefensos. Jesús es el modelo perfecto de amor, por eso nos puede pedir que seamos generosos, entregados, de corazón grande… La solemnidad del Corpus actualiza nuestra identidad, la vida en caridad. Abrid los ojos y veréis que es posible esta forma de vivir, asomaos a las actividades de Cáritas y comprobaréis que la gente que trabaja por los más necesitados son tus vecinos, tus amigos, gente normal que se ha creído la fuerza que tiene la caridad y, sencillamente, se fía de Dios ofreciéndose a sí mismo en tareas de servicio.

La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los sacramentos y la Palabra. La razón de esta realidad y de este estilo de vida la encontramos en el evangelista san Juan: «Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros» (1 Jn 4, 11). Esto lo entendieron perfectamente las primitivas comunidades cristianas que se tomaron muy en serio la comunicación cristiana de bienes y también la necesidad de la conversión personal y comunitaria: «Todo lo tenían en común», eran un «solo corazón y una sola alma».

Espero que cuantos celebramos este domingo el sacramento de la Eucaristía tengamos los ojos abiertos para ver la aflicción de los que sufren, oídos atentos para escuchar su clamor, y un corazón sensible para compartir en el amor sus sufrimientos y esperanzas. La Iglesia debe cuidar la gran responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor de Dios por medio de la caridad. Es importante que apoyemos a Cáritas y que colaboremos en todo, porque así defendemos la causa del hombre y su dignidad.

La sangre de la Alianza

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En la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, la liturgia nos lleva de nuevo a la última Cena. Completada la cincuentena pascual, por el don del Espíritu Santo, centramos la mirada creyente en el misterio de fe y amor que es la eucaristía, como participación en la comunión de la Trinidad Santa. La liturgia nos lleva así, a través de la Palabra de Dios, a la última cena poniéndola en relación con la sangre que selló la primera alianza para que descubramos cómo Cristo es Sacerdote, no por ofrecer algo ajeno a Sí (el sacrificio de un animal), sino por ofrecerse Él mismo en rescate por todos. Cumpliendo el mandato memorial de Cristo, somos hechos contemporáneos de su entrega redentora, realizada de una vez para siempre. Así, la celebración de la fiesta del Corpus Christi nos desvela tres dimensiones inseparables de la última cena.

La última cena inaugura la Nueva Alianza. Jesús se reúne para celebrar la Pascua judía y cumple con el ritual de la cena pascual, pero introduce una novedad: Él es el Cordero y el Templo. En el curso de la celebración sella la Nueva y definitiva Alianza. Mediante palabras y gestos se vincula con los elementos del pan y del vino, anunciando una nueva forma de presencia.

La última cena es un banquete sacrificial. Al tomar el pan y el vino, Jesús anuncia su próxima ofrenda sacrificial en la cruz, identificando el pan con su cuerpo entregado y el vino con su sangre derramada. Jesús vincula el gesto y las palabrassobre el pan y sobre el vino con su entrega en la cruz. La nueva Alianza se sella con la sangre del Hijo: es la sangre de la alianza, derramada por muchos. Las palabras sacrificiales de Jesús solo se entienden manteniendo la unión inseparable entre la última cena y la entrega de la cruz.

La última cena es memorial. Jesús invita a participar en su “hora”. Cumpliendo su mandato, somos hechos contemporáneos de lo que ha sucedido una vez en la historia. Es decir, no recordamos simplemente lo que Él hizo en el pasado, sino que Él mismo se hace presente en el momento actual haciéndonos partícipes de su entrega redentora.

Cuando el Papa Urbano IV, en 1264, instituyó la Fiesta del Corpus Christi el primer jueves posterior a la octava de Pentecostés, invitó con palabras vibrantes a que todo el pueblo cristiano se congregara «con generosidad de afecto, y todo el clero, y el pueblo, gozosos entonen cantos de alabanza, que los labios y los corazones se llenen de santa alegría; cante la fe, tremole la esperanza, exulte la caridad; palpite la devoción, exulte la pureza; que los corazones sean sinceros; que todos se unan con ánimo diligente y pronta voluntad, ocupándose en preparar y celebrar esta fiesta. Y quiera el cielo que el fervor inflame las almas de todos los fieles en el servicio de Cristo, que, por medio de esta fiesta y otras obras de bien, aumentando cada vez más sus méritos ante Dios, después de esta vida, se dé El mismo como premio a todos, pues para ellos se ofreció como alimento y como precio de rescate» (Bula Transiturus, 2). ¡Bendita Sangre de Cristo que nos ha redimido!

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

COPE ESPEJO ALMERÍA: La escuela de oración preparatoria del Jubileo arranca en EL SALIENTE

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Asamblea de Cáritas Diocesana (Colegio Gamarra-Málaga)

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Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en el Colegio Gamarra de Málaga con motivo de la Asamblea de Cáritas Diocesana

ASAMBLEA DE CÁRITAS DIOCESANA

(Colegio Gamarra-Málaga, 1 junio 2024)

Lecturas: Ex 24, 3-8; Sal 115, 12-18; Hb 9,11-15; Mc 14, 12-16.22-26.

1.- Celebramos la XXVII Asamblea Diocesana de Cáritas bajo el lema del Corpus Christi de este año: “Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza”.

La alianza que hizo Dios con su pueblo Israel mediante sacrificios de animales, como hemos escuchado en el libro del Éxodo (cf. Ex 24, 3-8), culminó con la nueva Alianza sellada en la cruz con el sacrificio de Cristo, que nosotros celebramos y actualizamos en la Eucaristía, memorial del misterio pascual del Señor.

Se contraponen “los sacrificios de animales” al “sacrificio de Cristo”, al que hemos de unirnos. Nuestro sacrificio es la ofrenda de nosotros mismos; no se trata de ofrecer cosas, bienes materiales, aunque también. Sobre todo, es la ofrenda de mí mismo.

El evangelista Marcos nos ha recordado la última Cena: «Mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, esto es mi cuerpo»» (Mc 14, 22). Después tomó una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Esta es mi sangre de la Alianza» (Mc 14, 24). 

Jesús hace una “nueva y eterna” alianza. El pueblo de Israel rompía las diversas alianzas antiguas; al final, Jesús hace una alianza “única y eterna”; y esta alianza no se romperá jamás. El Señor ha hecho alianza con cada uno de nosotros; y es una alianza de amor. 

2.- La carta a los Hebreos expresa la actitud orante de Cristo Jesús ante el Padre con estas palabras: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo (…) para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad»(Hb 10, 6-7). 

Jesús hace la voluntad del Padre ofreciéndose a sí mismo. El sacrificio agradable al Padre en la nueva etapa histórica de salvación se inicia con la Encarnación del Verbo, como nos recuerda el apóstol Pablo: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4, 4). 

La plenitud de los tiempos se identifica con el misterio de la Encarnación del Verbo, Hijo consustancial al Padre y con el misterio de la Redención del mundo. Cristo ofrece su vida en sacrificio mediante la escucha obediente a Dios-Padre y por la adhesión radical y filial a su voluntad. 

Es importante es binomio: “escucha obediente”. Como he explicado muchas veces, la “obediencia” es la “ob-audiencia”; es decir, se obedece cuando se escucha la Palabra de Dios y se pone en práctica. El término “obediente” encierra en sí el significado de una “escucha-obediente”. Ese es el gran ejemplo que nos da Jesús; porque puede que nosotros no escuchamos a Dios o nos hacemos “oídos sordos”. Primero hay que escuchar y preguntarle qué quiere de mí; al igual que Jesús escuchaba cada día a su Padre para hacer su voluntad. Después de la escucha hay que llevarlo a la práctica.

3.- El evangelista Juan, en su Prólogo, sintetiza en una sola frase toda la profundidad del misterio de la Encarnación: «La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria» (1, 14). 

Como nos recuerda al papa Juan Pablo II, “el Hijo de Dios se ha hecho hombre, asumiendo un cuerpo y un alma en el seno de la Virgen, precisamente por esto: para hacer de sí el perfecto sacrificio redentor. La religión de la Encarnación es la religión de la Redención del mundo por el sacrificio de Cristo, que comprende la victoria sobre el mal, sobre el pecado y sobre la misma muerte” (Tertio millennio adveniente, 7).

Como Sumo sacerdote de la nueva Alianza Jesús «penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna» (Hb 9, 12). 

4.- Con su ejemplo Cristo nos invita a ofrecernos a nosotros mismos. Hay que agradecer todo lo hace el voluntariado; todo lo que hacéis cada uno de vosotros: tiempo dedicado, esfuerzo, recursos, bienes materiales, ilusiones. Pero debe haber un “plus” por parte de todo cristiano: “dar-se”. Cuentan que un padre envió a su hijo a estudiar a una ciudad lejos de su hogar y regularmente le enviaba el dinero para sus necesidades de alojamiento, comida, estudios y demás gastos. Pasado mucho tiempo el padre fue a visitar a su hijo y le preguntó si estaba bien y si necesitaba dinero y el hijo le respondió: “No quiero tu dinero; solo deseo tu presencia y tu cercanía; te necesito a ti”. 

Esto es lo que nos pide el Señor; nos necesita como instrumentos suyos de amor y de esperanza, porque hay mucha gente que vive sin esperanza.

5.- En esta solemnidad litúrgica del “Corpus Christi” celebramos también el “Día de la Caridad”; es decir, la llamada a poner sobre el altar nuestros panes y lo que somos, para que los necesitados experimenten el amor cristiano.

El lema de la campaña de este año «Juntos abrimos camino a la esperanza» nos invita a continuar la misión que inició Jesús. Caminar juntos es una tarea comprometida, ardua y diaria, que conlleva responsabilidad, coherencia y cercanía entre las personas.  Juntos, como comunidad reunida en torno al Cuerpo y a la Sangre del Señor, podemos extender la mano a quienes enfrentan dificultades, ofreciendo nuestro apoyo, amor y esperanza. En cada gesto de caridad, en cada acto de compasión y de misericordia, estamos construyendo un camino hacia un futuro mejor, un futuro de esperanza. 

Y no olvidemos que la esperanza cristiana es la “esperanza en la vida eterna”; es la profesión de fe en la resurrección del Señor. Porque no termina todo en esta vida temporal. Hay mucha gente “desesperada” no solo porque vive una enfermedad, una situación difícil o la muerte de un ser querido; la desesperación viene provocada con mayor fuerza por no tener un horizonte más allá de la vida temporal. El Señor nos pide que, caminando juntos, seamos testigos de la esperanza cristiana en la vida eterna y en la alianza de amor eterno.

6.- La fiesta de “Corpus Christi” nos recuerda la presencia real de Jesús en medio de nosotros; animándonos a compartir, a abrir camino a la esperanza y a estar cerca de quienes sufren. 

Queremos promover el compromiso de la comunidad cristiana y de la sociedad con la defensa de la dignidad de las personas más necesitadas y vulnerables, alzando nuestra voz para denunciar derechos pisoteados y para anunciar la buena noticia. 

Queremos construir “comunidades acogedoras y misioneras”, que entiendan la riqueza que aporta la diversidad cultural y salir al encuentro de las personas, especialmente de las más necesitadas. Habéis recibido un testimonio de un inmigrante que viene de otro país y otra cultura y que necesita ser acogido y amado.

Hoy se nos invita a la adoración eucarística, a rendir nuestra mente y nuestro corazón ante el misterio del amor de Cristo, velado bajo la cortina de las especies sacramentales. Vemos pan material, bajo cuya forma se oculta la presencia real y sacramental del Señor. 

7.- Estamos llamados, junto con todas las criaturas, a cantar, bendecir, alabar y adorar al Señor sacramentado, a la vez que a extender nuestras manos generosas hacia quienes viven en soledad, padecen hambre o sufren enfermedad.

Reconocemos la labor de los miles de voluntarios, colaboradores y donantes que dedican su tiempo, dinero, ilusión y corazón al cuidado de los demás. Pedimos al Señor que les recompense abundantemente, como Él sabe hacerlo.

Y pedimos a la Santísima Virgen María que nos acompañe, intercediendo por nosotros para que estemos atentos a las necesidades de nuestros hermanos y seamos prontos en cubrirlas; no solo dando cosas, sino dándonos. Amén.

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Encarnación Moreno, primera mujer pregonera del Corpus marbellí

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La parroquia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Marbella ha sido el lugar elegido para la celebración del pregón del Corpus de la ciudad, un pregón organizado por la Hermandad sacramental de Marbella. La abogada marbellí Encarnación Moreno Muñoz, fue la encargada de anunciar la solemnidad. Ha sido la primera mujer que, desde los inicios de la centenaria Hermandad, ha realizado el pregón.

El templo parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación se llenó para acoger el emotivo pregón de la abogada y directora de la Escuela Teológica de Marbella, Encarnación Moreno Muñoz.  Las palabras de la pregonera exaltaron el misterio eucarístico a la vez que acercaron teológica y devocionalmente la fiesta del Corpus.  Su experiencia de fe y profundidad liturgica salpicaron el pregón al Amor de los Amores. Sus palabras se vieron interrumpidas en varias ocasiones para dar respuesta con aplausos de larga duración, mientras hacía  un recorrido desde su infancia por tan gran devoción y deteniéndose posteriormente en el momento cumbre y maravilloso de la institución de la Eucaristía así como en las consecuencias prácticas que para un cristiano tiene la devoción eucarística.

Para Encarnación Moreno, «al preparar el pregón de la Solemnidad del Corpus Christi, que me fue encargado por la Hermandad Sacramental de Marbella, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre cómo va mi vida en torno a la Eucaristía y de hacer examen de conciencia sobre los frutos del culto al sacrificio eucarístico. En definitiva, ver qué tal es mi relación con Jesús sacramentado, con el Cristo muerto y resucitado que se entrega, que nos dona su Cuerpo y Sangre. He intentado hablar del «asombro» ante la Eucaristía, de la continuidad en la celebración desde la fracción de pan hasta la Eucaristía tal y como hoy la conocemos, de la adoración, del qué es, dónde, cómo y sus frutos, y, por último, de la misión. En la historia de la Hermandad Sacramental (el próximo año cumple 500) es la primera vez que pregona una mujer, lo cual es muy honroso y comprometido a la par. Poder expresar en público el amor y la devoción al «Amor de los Amores» es una experiencia única por la que nunca podré dar las gracias como se merece».

LA HERMANDAD SACRAMENTAL

La Hermandad Sacramental de Marbella data del año 1.525, y es desde entonces que fomenta celebrar y exaltar el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, procurando crear un sentimiento de amor y respeto a la presencia real de Jesucristo cada vez que se realiza la consagración de la Hostia en la Eucaristía, en consecuencia, el milagro más importante para los cristianos. Es por ello, que procura que todas las hermandades y cofradías de la ciudad, las parroquias, asociaciones de fieles… participen y colaboren en los diferentes actos que se celebran durante el año. La misión fundamental y el fin principal de todos los actos que realiza la Hermandad Sacramental de Marbella es la de difundir y proclamar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

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