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FUNERALES POR EL SANTO PADRE

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GRANADA. 04/04/2005. Las Diócesis del Sur de España se suman a la Iglesia Universal en el agradecer a Dios por el inmenso don que ha supuesto para todos los hombres la vida de Su Santidad Juan Pablo II y en el pedir por su eterno descanso.

A continuación enviamos los principales actos a celebrar en las catedrales de las Diócesis del Sur de España. Dichos actos estarán presididos por  los correspondientes obispos. En todas las parroquias e iglesias se organizarán funerales a lo largo de la semana.

 


Almería

 

Se declaran cinco días de luto en toda la Diócesis. Todos los días, y hasta el entierro del Papa difunto, después del rezo del Regina Coeli, doblarán las campanas de las iglesias.

La celebración del funeral, que con carácter diocesano, presidirá el Obispo en la S.I, Catedral de la Encarnación tendrá lugar el martes 5 de abril a las 19:30.

 


Asidonia – Jerez

 

En la S. I. Catedral de Jerez se celebrará Solemne Liturgia Eucarística en sufragio por el Papa difunto el próximo viernes 8 de abril a las 20:00 h.

Tanto en la S. I. Catedral, como en todas las Iglesias de la Diócesis, doblarán las campanas, según la costumbre de cada lugar.

 


 Cádiz y Ceuta

 El Obispado de Cádiz y Ceuta ha hecho público un comunicado a  través del cual convoca a todos los gaditanos al funeral que se celebrará el martes 5 de abril a las 20:00 h. en la S. I. Catedral Cádiz. Asimismo, en la S.I. Catedral de Ceuta el funeral se celebrará el jueves 7 de abril a las 21:00 h.

 


 Canarias

El Funeral por Su Santidad será el viernes 8 de abril a las 19:00 h. en la S.I. Catedral Basílica de Canarias.

 


Cartagena

 

El próximo martes  5 de abril, a las 20:30 h. en la S.I. tendrá lugar el Funeral por el descanso de Juan Pablo II.

 


Córdoba

 

El Sr. Obispo convoca a todos los fieles a la celebración de la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral por el eterno descanso del  Papa Juan Pablo II, el martes día 5 a las 20:00 h.

En la Capilla de la Virgen del Pilar, en el  Palacio Episcopal, se ha instalado un libro de firmas en el que todos los cordobeses que lo deseen podrán manifestar su sentimiento de condolencia por el fallecimiento del Santo Padre. Pueden hacerlo  a lo largo del domingo, lunes y martes próximo de 9:00 h. a 14:00 h. y de 16:00 h. a 20:00 h.

 


Granada

 

Desde el domingo 3 de abril está expuesto el Santísimo en la S.I. Catedral de Granada. El templo permanecerá abierto y el Santísimo expuesto hasta mañana 4 de abril a las 20:30 h., momento en el que comenzará el funeral por el alma de Juan Pablo II.

 


Guadix

 

Para hoy lunes 4 de abril a las 20:00 h. ha sido convocado un funeral en la catedral de Guadix.

 


Huelva

 

La eucaristía en sufragio por el alma de Juan Pablo II y en acción de gracias a Dios por tan dilatado y fecundo pontificado, tendrá lugar en la S.I. Catedral el miércoles 6 a las 20:00

 


Jaén

 

En la Santa Iglesia Catedral de Jaén se celebrará una Misa de Funeral el próximo viernes, 8 de Abril, a las 20:00 h.

 


Málaga

 La Eucaristía principal presidida por el Sr. Obispo, se celebrará el martes 5 de abril, a las 20:00 h. en la S.I. Catedral.


Sevilla

 La Capilla Real de la Santa Iglesia Catedral se mantendrá abierta permanentemente para que los fieles puedan ofrecer sus oraciones en recuerdo del Santo Padre.

En la recepción del Palacio Arzobispal habrá un libro de firmas a disposición de todas aquellas personas que quieran expresar sus muestras de condolencia.

El próximo sábado, día 9 de abril, a las 12:00 horas, se celebrará solemne funeral en la Santa Iglesia Catedral, presidido por el Cardenal Arzobispo.

 


Tenerife

 

El miércoles 6 de abril a las 20:00 h. en el Santuario de Nuestra Señora de Candelaria será el funeral por el Eterno Descanso de Juan Pablo II.

CANARIAS. Ante el fallecimiento de S.S. Juan Pablo II

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Nota del Obispo de Canarias, Ramón Echarren Ystúriz ante el fallecimiento de S.S. Juan Pablo II

 

A LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS, Y A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD DE LA DIÓCESIS DE CANARIAS.

 

Queridos hermanas y queridos hermanos:

 No sin dolor, acabamos de recibir la noticia del fallecimiento de nuestro Papa Juan Pablo II. Con dolor, pero también con esperanza y con agradecimiento a Dios, por todo el inmenso bien que ha hecho, a la Iglesia y a toda la humanidad.

 A pesar de no pocas críticas e incomprensiones que ha recibido, nadie honrado podrá negar que ha muerto un Papa creyente de verdad, que nos ha confirmado en la fe y en la esperanza, que ha pasado la vida haciendo el bien, y que ha sabido (no sin sacrificios de todo tipo) ser uno de los más grandes Profetas del siglo XX y XXI, proclamar sin descanso la Buena Noticia de Jesús, y defender sin pausa a los más pobres y olvidados, promoviendo la justicia, la igualdad y la fraternidad de todos los seres humanos.

El Señor-Jesús, junto al Padre y al Espíritu Santo, ya lo habrá recibido para que sea feliz, acompañado de la Virgen María y de todos los santos, por toda la eternidad.

 Y no dudemos de que intercederá por la Iglesia, por todos nosotros, por la humanidad entera: a nuestro querido Papa Juan Pablo II, sucederá otro Papa, también sucesor de Pedro, y la Iglesia continuará su misión, asistida por el Espíritu Santo, «entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios» (L.G. 8) anunciando la Cruz y la Resurrección del Señor hasta que Él vuelva (Cfr. L.G.8)

Recemos por el eterno descanso del que hasta ahora ha sido nuestro Papa, y recemos ya por su Sucesor, para que Dios le bendiga en todo.

 Reciban con mi bendición el testimonio de mi fraternal afecto.

Las Palmas de Gran Canaria, 2 de abril de 2005

 

+ Ramón Echarren Ystúriz

Obispo de Canarias.

 

MÁLAGA. Un espléndido testimonio de amor a la vida

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Un espléndido testimonio de amor a la vida

 

Carta del Obispo de Málaga

Juan Pablo II ha muerto, aunque los católicos sabemos que “ha nacido a la Vida”, porque mientras estamos celebrando la resurrección de Jesucristo, ha pasado al hogar de Dios, nuestro querido Padre. Y en “la hora de la verdad” nos ha dejado un espléndido testimonio sobre la manera de afrontar la enfermedad, la ancianidad y la muerte. Dicen los especialistas que, entre los ciudadanos de las sociedades modernas, ha disminuido el nivel de tolerancia frente al fracaso, a la contrariedad y al sufrimiento. O lo que es lo mismo, que hoy son muchos los que carecen de la fortaleza interior que les permita vivir y disfrutar de la vida sin caer en la frustración y la desesperanza ante las dificultades. La legítima lucha contra el sufrimiento y a favor del bienestar y la calidad de vida se está convirtiendo en lo que algunos expertos han denominado ya “la religión de la salud”.

Muchas personas jóvenes, educadas en un clima de permisividad y abundancia, tienen dificultad para asumir con realismo la existencia cotidiana con su precariedad y sus limitaciones intrínsecas, porque nadie les ha enseñado a afrontar los problemas y controlar sus impulsos a la luz de un proyecto. Esta falta de fortaleza interior y de una escala de valores repercute negativamente sobre su capacidad para aceptar los fracasos, resolver las dificultades de la convivencia y asumir esa cuota normal de sufrimiento que conlleva toda existencia humana. En este contexto cultural, ha resultado luminoso y alentador el testimonio del Papa Juan Pablo II. No sólo ha proclamado el Evangelio de la vida cuando era joven y fuerte, sino que lo ha seguido haciendo desde la debilidad. Cargado de años y de achaques físicos, ha afrontado el sufrimiento y la ancianidad sin perder la alegría de vivir y la fuerza de la esperanza que procede de la fe. Lejos de aislarse y encerrarse en sí mismo, ha querido permanecer atento a las cuestiones diarias para vivirlas desde la sabiduría que le han proporcionado el Evangelio de Jesucristo y el trato asiduo con Dios.

Ha sido en estos últimos años, en la cima de la edad, cuando sus palabras, apenas inteligibles desde el punto físico, han alcanzado esa autoridad que dan los años vividos y la proximidad al acontecimiento decisivo de toda vida humana. Mediante mensajes breves y profundos, que frecuentemente tenían que leer otros, nos ha seguido hablando de Dios, de su amor incondicional al hombre, de la fuerza redentora de la cruz de Jesucristo, de la fe que ilumina el dolor, del valor de la ancianidad y de la esperanza en la vida eterna.

Los numerosos mensajes de esperanza que, a lo largo de sus casi veintisiete años de pontificado, ha dirigido a los enfermos, a los que sufren, a los que no pueden valerse por sí mismos, a los ancianos y a los que presienten la proximidad de la muerte, han alcanzado su mayor grandeza y autenticidad en este momento de su vida. Como dijo a todos en su día y ha repetido sin cesar a los jóvenes, ha vuelto a proclamar, con su vida, a los enfermos, a los ancianos, a todos los que sufren y cuantos han querido escucharle: “No tengáis miedo”, “abrid de par en par las puertas a Jesucristo”.

Sólo él y Dios conocen los motivos últimos de sus decisiones finales, pero seguramente han tenido mucho que ver con esas palabras que dijo a las personas mayores, durante su visita a Nigeria el año 1982: “Los que estáis en edad avanzada sois los primeros ciudadanos. Habéis soportado el ardor del día en la lucha de la vida y acumulado mucho conocimiento, sabiduría y experiencia. Compartido con la generación más joven. Vosotros tenéis algo muy importante que ofrecer al mundo y vuestra contribución se purifica y enriquece a través de la paciencia y el amor cuando estáis unidos a Cristo”. Es lo que ha hecho con su palabra y su vida hasta el último aliento.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

 

ACTOS DIOCESANOS EN TORNO A LA MUERTE DEL PAPA

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Almería

Al conocerse el fallecimiento del Sumo Pontífice, S.S. Juan Pablo II, el Obispo diocesano, S.E, Mons. Adolfo González Montes, ha determinado lo que sigue:

En todas las parroquias e iglesias de la Diócesis doblarán las campanas, en las próximas horas, en señal de duelo por el fallecimiento del Pontífice.

Se declaran cinco días de luto en toda la Diócesis. Todos los días, y hasta el entierro del Papa difunto, después del rezo del Regina Coeli, doblarán las campanas de las iglesias.

En cada parroquia e iglesia conventual o rectoral se celebrará un funeral en sufragio del alma del Papa Juan Pablo II, dentro de los días de luto, y siempre antes del entierro del Pontífice.

Según el criterio de cada sacerdote se podrán celebrar otras misas en sufragio por el Papa antes de su enterramiento.

En los próximos días se convocará a la celebración del funeral, que con carácter diocesano, presidirá el Obispo en la S.A.I, Catedral de la Encarnación.

Todos los que tienen la obligación canónica de recitar la Liturgia de las Horas, recitarán un día el oficio de difuntos en cada una de las horas, eligiendo un día que lo permita la liturgia, nunca en las solemnidades.

Desde este momento y hasta la elección del nuevo Pontífice, se omite el nombre del Papa en el memento de Vivos o Pro Ecclessia de la Santa Misa, así como en el resto de las plegarias, nombrándose sólo al Obispo diocesano. En su lugar, dentro de la santa Misa se orará en las Preces de los fieles por el eterno descanso del Santo Padre.


Asidonia – Jerez

En la S. I. Catedral de Jerez se celebrará Solemne Liturgia Eucarística en sufragio por el Papa difunto el próximo viernes 8 de abril a las 20:00 h. D. Juan del Río pide a todos los Sacerdotes que ese día acomoden el horario de sus misas para que puedan participar el máximo número de Sacerdotes y Fieles en esta celebración. Asimismo, invita a las autoridades, a las instituciones civiles y culturales, al Clero diocesano y regular, y a todos los Fieles.

En todas las Parroquias y en las Iglesias de Religiosos y Religiosas, así como en todas las Iglesias abiertas al culto, se celebrará una Eucaristía en sufragio por el Santo Padre en el día y hora más conveniente para cada Comunidad, invitando a todos los feligreses a su participación.

Tanto en la S. I. Catedral, como en todas las Iglesias de la Diócesis, doblarán las campanas, según la costumbre de cada lugar.

D. Juan ruega a los sacerdotes que ofrezcan al Señor el Santo Sacrificio de la Misa en sufragio por el alma de S.S. el Papa Juan Pablo II en estos días de tristeza y esperanza cristiana.


Cádiz y Ceuta

El Obispado de Cádiz y Ceuta ha hecho público un comunicado a través del cual convoca a todos los gaditanos al funeral que se celebrará el martes 5 de abril a las 20:00 h. en la S. I. Catedral Cádiz. Asimismo, en la S.I. Catedral de Ceuta el funeral se celebrará el jueves 7 de abril a las 21:00 h.


Canarias

El funeral por el Santo Padre Juan Pablo II en la Diócesis de Canarias se celebrará el próximo viernes 8 de abril a las 19:00 h. en la S.I. Catedral Basílica de Canarias.


Cartagena

La noticia del fallecimiento de Su Santidad Juan Pablo II llegó a la Diócesis cuando, por todas partes, se celebraban vigilias de oración. En la S.I. Catedral se encontraba el Arzobispo Electo de Zaragoza y Administrador Apostólico de Cartagena, D. Manuel Ureña presidiendo una vigilia de oración durante más de tres horas. Al conocerse la noticia, se guardó un minuto de silencio.

El domingo a las 12:00 D. Manuel Ureña presidió la eucaristía de clausura del VII Encuentro Nacional de Responsables del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en representación del Nuncio de Su Santidad. Durante la misma tuvo unas palabras de cariño para con Su Santidad.

El próximo martes, 5 de abril, a las 20:30 h. en la S.I.


Córdoba

Desde la Oficina de Información del Obispado de Córdoba informan de que tanto el Obispo de Córdoba, D. Juan José Asenjo Peregrina, como el Cabildo de la S.I. Catedral de Córdoba han enviado sendos telegramas de condolencia a la Secretaria de Estado del Vaticano y a la Nunciatura Apostólica en Madrid.

También informan de que mañana domingo, día 3 de abril, tras la celebración de un Cabildo extraordinario, las campanas de la Santa Iglesia Catedral doblarán como han hecho esta noche, nada más conocerse la noticia del fallecimiento del Papa; a este signo se unirán las campanas de las iglesias de la ciudad y de la Diócesis.

El Sr. Obispo convoca a todos los fieles a la celebración de la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral por el eterno descanso del Papa Juan Pablo II, el martes día 5, a las 20:00 h. Así mismo invita a celebrar la eucaristía por el eterno descanso del Santo Padre a todas las parroquias, comunidades de religiosos/as, movimientos, asociaciones y grupos.

En la Capilla de la Virgen del Pilar, en el Palacio Episcopal, se ha instalado un libro de firmas en el que todos los cordobeses que lo deseen podrán manifestar su sentimiento de condolencia por el fallecimiento del Santo Padre. Pueden hacerlo a lo largo del domingo, lunes y martes próximo de 9:00 h. a 14:00 h. y de 16:00 h. a 20:00 h.


Granada

La vigilia que la diócesis de Granada tenía prevista celebrar en Iglesia del Sagrario a las 22:00 del 2 de abril se ha convertido en una oración por el tránsito del Papa al Padre a la que se han ido sumando espontáneamente un sinfín de personas. Esta oración ha sido presidida por el Vicario General, D. Miguel Peinado.

Pronto la noticia corrió por la ciudad gracias al sonido de las campanas de la Catedral que tocaban a duelo. El resto de las iglesias de Granada se unieron a esta expresión de tristeza por la muerte del Papa.

La Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y descendimiento del Señor comunica la celebración de una misa por el eterno descanso del alma de Juan Pablo II. Tendrá lugar hoy domingo 3 de abril a las 12:00 en el Real Monasterio de San Jerónimo.

A las 12:00 h. en el Palacio Arzobispal, el Arzobispo de Granada tendrá un encuentro con los periodistas.

Desde las 16:00 h. está expuesto el Santísimo en la S.I. Catedral de Granada. El templo permanecerá abierto y el Santísimo expuesto hasta mañana a las 20:30 h., momento en el que comenzará el funeral por el alma de Juan Pablo II. Dicha celebración estará presidida por D. Francisco Javier.

A las 21:00 h. en la S.I. Catedral tendrá lugar una Vigilia de Oración para los jóvenes. Contará con la presencia de D. Francisco Javier Martínez.

El lunes 4 de abril a las 20:30 h. en la S.I. Catedral se celebrará una Eucaristía en sufragio por el alma de Juan Pablo II. D. Francisco Javier Martínez, que presidirá la celebración, pide que en todas las iglesias de la Diócesis se ore y celebre la eucaristía por el alma del Santo Padre.


Guadix

A las 18:00 h. en la Catedral de Guadix el Obispo D. Juan García-Santacruz, ha presidido una vigilia de oración por el Santo Padre. Durante los próximos días se celebrarán funerales en las diferentes parroquias de la Diócesis y en la S.I. Catedral.


Jaén

En la Santa Iglesia Catedral de Jaén se celebrará una Misa de Funeral el próximo viernes, 8 de Abril, a las 20:00 h.

Se ruega a los sacerdotes tanto de la ciudad de Jaén como de la Diócesis que en ese día y a esa hora no señalen horario de culto en las respectivas parroquias para que ellos mismos puedan asistir a esta celebración y a ella inviten a sus feligreses.

En el resto de la Diócesis, cada Párroco fijará el día en que la propia Parroquia pueda celebrarse también un funeral por el Papa Juan Pablo II dentro de estos siete próximos días, procurando que precisamente no sea el viernes, 8 de Abril, el día que se señale en las diversas Parroquias.

Se ruega, no obstante, a los sacerdotes de las ciudades con varias parroquias que se celebre un único funeral en el templo más espacioso y concelebrando los sacerdotes de la ciudad.

Las misas del domingo, día 3 de Abril, podrán celebrarse con los textos bíblicos del domingo de la octava de Pascua y las oraciones de la misa exequial, haciendo una oración y memoria especial de la figura del Papa Juan Pablo II.

En el mismo domingo deberán doblar las campanas de todos los templos de la Diócesis como señal y signo de la muerte del Papa.

Los jóvenes de toda la Diócesis celebrarán un acto de oración, como signo de la predilección especial que por la juventud siempre tuvo el Papa Juan Pablo II. La Delegación de juventud enviará en breve datos concretos de horas y lugar de este acto.


Málaga

Con motivo de la muerte de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, el Sr. Obispo de la diócesis de Málaga, D. Antonio Dorado Soto, ha ofrecido una rueda de prensa a las 23:15 horas de hoy sábado, 2 de abril.

Los actos previstos para los próximos días son:

* La Eucaristía principal presidida por el Sr. Obispo, se celebrará el martes 5 de abril, a las 20:00 h. en la S.I. Catedral.

* El Sr. Obispo remitirá una carta a todos los sacerdotes de la Diócesis en la que se les pedirá que organicen encuentros de oración (principalmente Eucaristías) en los diferentes templos diocesanos.

* El Sr. Obispo pedirá, asimismo, que se organicen encuentros de oración para pedir por la buena marcha del Cónclave.


Sevilla

Al conocerse la noticia del transito de Su Santidad, el Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo, se dirigió a la Capilla de la Virgen de los Reyes, Patrona de la Archidiócesis de Sevilla para rezar el Rosario junto a todos los fieles allí reunidos.

El domingo 3 de abril, a las 13:00 h., tendrá lugar en la Catedral de Sevilla una Eucaristía por el eterno descanso del Santo Padre Juan Pablo II, fallecido la noche del sábado. El cardenal arzobispo de Sevilla, mons. Carlos Amigo Vallejo, presidirá la Eucaristía.

En la tarde del domingo a las 19:00 h. el cardenal arzobispo, mons. Carlos Amigo Vallejo, presidirá el rezo del Rosario con meditaciones de los salmos. Será en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, ante la imagen de la Virgen de los Reyes, patrona de la Archidiócesis de Sevilla.

El lunes 4 de abril el Cardenal se reunirá con el Consejo Episcopal y el Consejo de Consultores para fijar los actos a celebrar en memoria de Juan Pablo II.

ASIDONIA-JEREZ. Comunicación Pastoral con motivo del fallecimiento del Santo Padre Juan Pablo II

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Comunicación Pastoral con motivo del fallecimiento del Santo Padre Juan Pablo II

 

 Queridos Sacerdotes, Diáconos, Religiosos, Religiosas, y Fieles de la Diócesis de Asidonia-Jerez:

 

Según se nos ha comunicado oficialmente que a las 21,37 del día 2 de abril de 2005, sábado anterior al domingo de la Divina Misericordia ha fallecido en la ciudad del Vaticano S.S. el Papa Juan Pablo II.

 

Me siento, como Obispo de esta Iglesia particular, en la necesidad y en el deber de rendir homenaje al Santo Padre. Fue él quien erigió a esta Diócesis de Asidonia-Jerez el 3 de Marzo de 1980 mediante la Bula Archiepiscopus Hispaliensis, por lo tanto nuestra Diócesis, cuando está celebrando el año jubilar de su 25º aniversario, despide amorosamente al Pontífice “bueno y solicito” que la constituyó.

 

El dolor que nos embarga en estos momentos nos impide trazar una amplia exposición sobre su personalidad y la obra apostólica realizada por el Papa fallecido en estos tiempos difíciles para la Iglesia y para el mundo entero.

 

Sin embargo no debemos silenciar la inmensa entrega pastoral de S.S. y su plus de testimonio personal, que no ha pasado inadvertido ni siquiera entre los no creyentes. Juan Pablo II se hace acreedor de muchos títulos, por su extenso e iluminativo magisterio en relación con todas las esferas de la vida humana, desde el ámbito estrictamente pastoral hasta el de la moral, pasando por lo social y lo político.

 

Este Papa ha hecho caer muchos muros de intolerancias políticas y culturales; ha favorecido la paz entre las naciones y la defensa de los derechos humanos, especialmente los de los más desfavorecidos; ha abatido con energía las barreras de la discriminación de la mujer y ha sido un paladín de la verdad del hombre y de la libertad religiosa. El Papa Wojtyla ha alentado con su presencia en numerosos países la fe de millares de cristianos, especialmente la de los más jóvenes, a quienes con fuerza les ha anunciado el evangelio de la esperanza. Juan Pablo II ha sido un Papa totalmente entregado a los planes de Dios como lo estuvo María –“Totus tuus”– a favor de la salvación de todos los hombres.

 

 

 

 

En estos momentos, nuestra Iglesia Diocesana para cumplir aquel deber cristiano de orar por los fieles difuntos, venimos a dictar las siguientes disposiciones para todas las Iglesias Públicas de nuestra Diócesis de Asidonia-Jerez:

 

 

  1. En la S. I. Catedral de Jerez se celebrará Solemne Liturgia Eucarística en sufragio por el Papa difunto el viernes 8 de Abril a las 20:00hs. Pedimos a todos los Sacerdotes que ese día acomoden el horario de sus misas para que puedan participar el máximo número de Sacerdotes y Fieles en esta celebración. Invitamos con estas letras a las dignísimas autoridades, a las instituciones civiles y culturales, al Clero diocesano y regular, y a todos los Fieles.

 

  1. En todas las Parroquias y en las Iglesias de Religiosos y Religiosas, así como en todas las Iglesias abiertas al culto, se celebrará una Eucaristía en sufragio por el Santo Padre en el día y hora más conveniente para cada Comunidad, invitando a todos los feligreses a su participación.

 

  1. Tanto en la S. I. Catedral, como en todas las Iglesias de la Diócesis, doblarán las campanas, según la costumbre de cada lugar.

 

  1. Rogamos a nuestros queridos hermanos Sacerdotes que ofrezcan al Señor el Santo Sacrificio de la Misa en sufragio por el alma de S.S. el Papa Juan Pablo II en estos días de tristeza y esperanza cristiana.

 

Que en estos momentos crezca en nosotros la comunión de fe y obediencia a la Sede Apostólica y elevemos fervientes oraciones a Dios para que el Espíritu Santo cuide a su Iglesia y la libre de todo peligro.

 

Jerez de la Frontera, de 2 de abril de 2005

 

 

Con mi afecto y bendición

 

 

 

+Juan del Río Martín

Obispo de Asidonia-Jerez

D. ANTONCIO CEBALLOS. Exhortación pastoral – EL PAPA JUAN PABLO II HA MUERTO

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EXHORTACIÓN PASTORAL

EL PAPA JUAN PABLO II HA MUERTO

Su Santidad el Papa Juan Pablo II ha muerto. Esta es la noticia que acaban de transmitirlas los medios de comunicación social, cuyas informaciones y comentarios continuará ocupando, durante mucho tiempo, un lugar destacado en toda la humanidad.

Cristo puso al Papa como sólido fundamento de la Iglesia, a la que da indestructible firmeza e invencible fortaleza para ser, en medio de los hombres, segura esperanza y orientación luminosa en el esfuerzo por construir un mundo mejor, como corresponde a los que nos llamamos y somos en verdad hijos de Dios. Pero, el pueblo cristiano, ve en el Papa al Vicario de Cristo y lo aman con el mismo amor con que ama al Señor.

Mas para nosotros, los creyentes, la muerte del querido y venerado Juan Pablo II es, en primer lugar, motivo de profunda gratitud al Señor, que lo escogió para el supremo pastoreo de la Iglesia y le dotó de los dones y cualidades que esta misión exigía. Es esta, también, una ocasión excepcional para recordar a Juan Pablo II con filial y agradecido afecto: por el ejemplo claro y limpio de su entrega total, recta y desinteresada, al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera de la que se sentía, igualmente, padre y hermano en el Señor, sin regatear sacrificios ni rehuir sufrimientos en el cumplimiento de su ministerio. Sus hechos quedan recogidos en el libro de la historia, en las páginas de la vida de la Iglesia y, sobre todo, en el auténtico libro de la vida que sólo Dios conoce.

Juan Pablo II, Vicario de Cristo en la tierra, ha prestado a la Iglesia un servicio fundamental, necesario e insustituible. Gracias a esto, las múltiples y diversas actividades del pueblo de Dios se han mantenido en la unidad querida por Cristo; y la Iglesia, en medio de no pequeñas dificultades dentro y fuera de ella, se ha mantenido firme en la verdad y segura tarea de edificar el reino de Dios en este mundo, pero con la inquebrantable esperanza de que sólo alcanzará la plenitud de su perfección al final de los tiempos, cuando el Señor venga de nuevo a reunirla para siempre junto a Sí.

Un nuevo paréntesis se abre en la Iglesia Universal e intensa comunión en la fe, la esperanza y la oración. Velemos con amor y gratitud los restos mortales del Papa Juan Pablo II.

Oremos, pues, amados hijos, con filial gratitud al Señor por Karol Woityla, a quien Él escogió para ser el Papa Juan Pablo II, oremos, también, por la Iglesia, para que iluminada por el Espíritu de Cristo, permanezca firme en su servicio y acierte a elegir, como supremo pastor suyo, a aquel a quien el Señor tiene ya escogido.

Oremos por el Papa Juan Pablo II.

+ Antonio Ceballos Atienza

Obispo de Cádiz y Ceuta

D. ANTONIO CEBALLOS. ANTE EL FALLECIMIENTO DEL PAPA, SS. JUAN PABLO II

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ANTE EL FALLECIMIENTO DEL PAPA, SS. JUAN PABLO II

Comunicado del Obispado de Cádiz y Ceuta

Ante la triste noticia del fallecimiento de Su Santidad Juan Pablo II, el Obispo diocesano, D. Antonio Ceballos Atienza, ofrece fervientes plegarias, unido a los fieles de la comunidad diocesana de Cádiz y Ceuta, pidiendo a Dios que conceda el eterno descanso a quien durante veintiséis años ha sido diligente Pastor de la Iglesia Católica.

Damos gracias a Dios por el don que nos ha concedido a los católicos en la persona del Papa Juan Pablo II. El ejemplo de su entrega a favor de la paz, concordia y unidad entre las naciones y pueblos, su fecundo magisterio en la orientación de la fe y moral de los católicos y hombres de buena voluntad, y su fidelidad a Jesucristo en el gobierno de la Iglesia, estarán siempre presentes en nuestro recuerdo y corazón.

Pedimos a todos los fieles de la Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta que eleven oraciones y súplicas a Dios nuestro Señor para que premie con la vida eterna a quien ha sido su “servidor bueno y fiel” (Mt 25,21.23)

Se ruega a todos los párrocos y rectores de templos a que realicen toques de campana en señal de duelo, al tiempo que celebren misas funerales por el difunto Santo Padre, comunicándolo con el debido tiempo a sus feligreses.

El Sr. Obispo convoca a los fieles gaditanos al funeral que se celebrará en la Santa Iglesia Catedral, el martes 5 de abril a las 20,00 horas; y a los fieles ceutíes, en la Iglesia Catedral de Ceuta, el jueves 7 de abril a las 21,00 horas.

Descanse en paz Su Santidad Juan Pablo II.

D. ANTONIO CEBALLOS. EL PAPA HA MUERTO

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EL PAPA HA MUERTO

Su Santidad el Papa, nuestro padre, nuestro hermano Juan Pablo II, por la misericordia de Dios, ha sido recibido por el Señor resucitado en la gloria del Padre.

Cristo puso al Papa como sólido fundamento de la Iglesia, a la que da indestructible firmeza e invencible fortaleza para ser, en medio de los hombres segura esperanza y orientación luminosa en el esfuerzo de conseguir un mundo mejor.

Quiero expresar con todos vosotros, queridos diocesanos de Cádiz y Ceuta, el dolor de esta partida y, a la vez, os invito a dar gracias a Dios por la vida entregada y ejemplar de quien fue el sucesor de Pedro durante más de veintiseis años.

Muchas cosas se podrían decir hoy del hombre, del cristiano, del sacerdote, del buen Obispo y Pontífice de la Iglesia, pero ya la historia se encargará de analizar lo que Juan Pablo II ha significado para el mundo y para la Iglesia Católica.

Ha sido el Papa defensor de los derechos humanos y de los que no tienen voz en todos los foros del mundo.

Ha defendido la paz, siempre y sin reservas, ante los mandatarios de las naciones y dirigentes sociales.

Ha estado al lado de los que sufren las injusticias y desigualdades dando aliento con su presencia y escribiendo proféticas encíclicas, en las que la persona es el centro y valor de toda la actividad humana.

Ha establecido y trabajado por el diálogo entre las grandes religiones monoteístas y entre las distintas iglesias cristianas.

Ha viajado para acercarse a todos los cristianos y a los hombres y mujeres de buena voluntad de la tierra.

Ha tenido un don especial para conectar con los jóvenes a los que ha dedicado los mejores momentos de todo su pontificado.

Ha predicado insistentemente las verdades de la fe aplicándolas a las circunstancias del momento actual y ha denunciado todo aquello que se opone al Evangelio de Jesucristo.

Ha sido un auténtico y sencillo ejemplo de piedad cristiana y ha dado, al final de su vida, ejemplo de sacrificio, tenacidad y de espíritu evangélico.

Un nuevo paréntesis se abre en la Iglesia Universal e intensa comunión en la fe, la esperanza y la oración.

Velemos con amor y gratitud los restos mortales de Juan Pablo II.

Recemos por el Papa Juan Pablo II, mejor dicho, pidamos que él interceda por nosotros, por la Iglesia y por el mundo ante el Padre Dios.

+ Antonio Ceballos Atienza

Obispo de Cádiz y Ceuta

UNIVERSI DOMINICI GREGIS 4/4

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CAPÍTULO VI LO QUE SE DEBE OBSERVAR O EVITAR EN LA ELECCIÓN DEL SUMO PONTÍFICE 78. Si en la elección del Romano Pontífice se perpetrase Dios nos libre- el crimen de la simonía, determino y declaro que todos aquellos que fueran culpables incurrirán en la excomunión latae sententiae, y que, sin embargo, sea quitada la nulidad o no validez de la provisión simoníaca, para que como ya establecieron mis predecesores- no sea impugnada por este motivo la validez de la elección del Romano Pontífice.(2)(3) 79. Confirmando también las prescripciones de mis Predecesores, prohíbo a quien sea, aunque tenga la dignidad de Cardenal, mientras viva el Pontífice, y sin haberlo consultado, hacer pactos sobre la elección de su Sucesor, prometer votos o tomar decisiones a este respecto en reuniones privadas. 80. De la misma manera, quiero ratificar cuanto sancionaron mis Predecesores a fin de excluir toda intervención externa en la elección del Sumo Pontífice. Por eso nuevamente, en virtud de santa obediencia y bajo pena de excomunión latae sententiae, prohibo a todos y cada uno de los Cardenales electores, presentes y futuros, así como también al Secretario del Colegio de los Cardenales y a todos los que toman parte en la preparación y realización de lo necesario para la elección, recibir, bajo ningún pretexto, de parte de cualquier autoridad civil, el encargo de proponer el veto o la llamada exclusiva, incluso bajo la forma de simple deseo, o bien de manifestarlo tanto a todo el Colegio de los electores reunido, como a cada uno de ellos, por escrito o de palabra, directa e inmediatamente o indirectamente o por medio de otros, tanto antes del comienzo de la elección como durante su desarrollo. Quiero que dicha prohibición se extienda a todas las posibles interferencias, oposiciones y deseos, con que autoridades seculares de cualquier nivel o grado, o cualquier grupo o personas aisladas, quisieran inmiscuirse en la elección del Pontífice. 81. Los Cardenales electores se abstendrán, además, de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género, que los puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. Si esto sucediera en realidad, incluso bajo juramento, decreto que tal compromiso sea nulo e inválido y que nadie esté obligado a observarlo; y desde ahora impongo la excomunión latae sententiae a los transgresores de esta prohibición. Sin embargo, no pretendo prohibir que durante la Sede vacante pueda haber intercambios de ideas sobre la elección. 82. Igualmente, prohibo a los Cardenales hacer capitulaciones antes de la elección, o sea, tomar compromisos de común acuerdo, obligándose a llevarlos a cabo en el caso de que uno de ellos sea elevado al Pontificado. Estas promesas, aun cuando fueran hechas bajo juramento, las declaro también nulas e inválidas. 83. Con la misma insistencia de mis Predecesores, exhorto vivamente a los Cardenales electores, en la elección del Pontífice, a no dejarse llevar por simpatías o aversiones, ni influenciar por el favor o relaciones personales con alguien, ni moverse por la intervención de personas importantes o grupos de presión o por la instigación de los medios de comunicación social, la violencia, el temor o la búsqueda de popularidad. Antes bien, teniendo presente únicamente la gloria de Dios y el bien de la Iglesia, después de haber implorado el auxilio divino, den su voto a quien, incluso fuera del Colegio Cardenalicio, juzguen más idóneo para regir con fruto y beneficio a la Iglesia universal. 84. Durante la Sede vacante, y sobre todo mientras se desarrolla la elección del Sucesor de Pedro, la Iglesia está unida de modo particular con los Pastores y especialmente con los Cardenales electores del Sumo Pontífice y pide a Dios un nuevo Papa como don de su bondad y providencia. En efecto, a ejemplo de la primera comunidad cristiana, de la que se habla en los Hechos de los Apóstoles (cf. 1, 14), la Iglesia universal, unida espiritualmente a María, la Madre de Jesús, debe perseverar unánimemente en la oración; de esta manera, la elección del nuevo Pontífice no será un hecho aislado del Pueblo de Dios que atañe sólo al Colegio de los electores, sino que en cierto sentido, será una acción de toda la Iglesia. Por tanto, establezco que en todas las ciudades y en otras poblaciones, al menos las más importantes, conocida la noticia de la vacante de la Sede Apostólica, y de modo particular de la muerte del Pontífice, después de la celebración de solemnes exequias por él, se eleven humildes e insistentes oraciones al Señor (cf. Mt 21, 22; Mc 11, 24), para que ilumine a los electores y los haga tan concordes en su cometido que se alcance una pronta, unánime y fructuosa elección, como requiere la salvación de las almas y el bien de todo el Pueblo de Dios. 85. Recomiendo esto del modo más vivo y cordial a los venerables Padres Cardenales que, por su edad, no gozan ya del derecho de participar en la elección del Sumo Pontífice. En virtud del especialísimo vínculo que los cardenales tienen con la Sede Apostólica, pónganse al frente del Pueblo de Dios, congregado particularmente en las Basílicas Patriarcales de la ciudad de Roma y también en los lugares de culto de las otras Iglesias particulares, para que con la oración asidua e intensa, sobre todo mientras se desarrolla la elección, se alcance del Dios Omnipotente la asistencia y la luz del Espíritu Santo necesarias para los Hermanos electores, participando así eficaz y realmente en la ardua misión de proveer a la Iglesia universal de su Pastor. 86. Ruego, también, al que sea elegido que no renuncie al ministerio al que es llamado por temor a su carga, sino que se someta humildemente al designio de la voluntad divina. En efecto, Dios, al imponerle esta carga, lo sostendrá con su mano para que pueda llevarla; al conferirle un encargo tan gravoso, le dará también la ayuda para desempeñarlo y, al darle la dignidad, le concederá la fuerza para que no desfallezca bajo el peso del ministerio. CAPÍTULO VII ACEPTACIÓN, PROCLAMACIÓN E INICIO DEL MINISTERIO DEL NUEVO PONTÍFICE 87. Realizada la elección canónicamente, el último de los Cardenales Diáconos llama al aula de la elección al Secretario del Colegio de los Cardenales y al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias; después, el Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores, pide el consentimiento del elegido con las siguientes palabras: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? Entonces el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y teniendo como testigos a dos Ceremonieros que serán llamados en aquel momento, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que ha tomado. 88. Después de la aceptación, el elegido que ya haya recibido la ordenación episcopal, es inmediatamente Obispo de la Iglesia romana, verdadero Papa y Cabeza del Colegio Episcopal; el mismo adquiere de hecho la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal y puede ejercerla. En cambio, si el elegido no tiene el carácter episcopal, será ordenado Obispo inmediatamente. 89. Entre tanto, cumplidas las otras formalidades previstas en el Ordo rituum Conclavis, los Cardenales electores, según las formas establecidas, se acercan para expresar un gesto de respeto y obediencia al neoelegido Sumo Pontífice. A continuación se dan gracias a Dios, y el primero de los Cardenales Diáconos anuncia al pueblo, que está esperando, la elección y el nombre del nuevo Pontífice, el cual inmediatamente después imparte la Bendición Apostólica Urbi et Orbi desde el balcón de la Basílica Vaticana. Si el elegido no tiene el carácter episcopal, sólo después de que haya sido ordenado Obispo solemnemente se le rinde homenaje y se da el anuncio. 90. Si el elegido reside fuera de la Ciudad del Vaticano, deben observarse las normas del mencionado Ordo rituum Conclavis. La ordenación episcopal del Sumo Pontífice elegido, si no es aún Obispo, a la cual se refieren los nn. 88 y 89 de la presente Constitución, debe hacerla, según la costumbre de la Iglesia, el Decano del Colegio de los Cardenales o, en su ausencia, el Vicedecano o, si éste está impedido, el más antiguo de los Cardenales Obispos. 91. El Cónclave se concluirá inmediatamente después de que el nuevo Sumo Pontífice elegido haya dado el consentimiento a su elección, salvo que él mismo disponga otra cosa. Desde ese momento podrán acercarse al nuevo Pontífice el Sustituto de la Secretaría de Estado, el Secretario para las Relaciones con los Estados, el Prefecto de la Casa Pontificia y cualquier otro que tenga que tratar con el Pontífice elegido cosas que sean necesarias en ese momento. 92. El Pontífice, después de la solemne ceremonia de inauguración del pontificado y dentro de un tiempo conveniente, tomará posesión de la Patriarcal Archibasílica Lateranense, según el rito establecido. PROMULGACIÓN Por tanto, después de madura reflexión y movido por el ejemplo de mis Predecesores, establezco y prescribo estas normas, determinando que nadie ose impugnar por cualquier causa la presente Constitución y lo que en ella está contenido. Esta debe ser inviolablemente observada por todos, no obstante cualquier disposición al contrario, incluso si es digna de especialísima mención. Que ésta surta y alcance sus plenos e íntegros efectos, y sea guía para todos aquellos a quienes se refiere. Igualmente declaro derogadas, como ha sido establecido más arriba, todas las Constituciones y los Ordenamientos emanados a este respecto por los Romanos Pontífices, y al mismo tiempo declaro carente de todo valor cuanto se intentara hacer en sentido contrario a esta Constitución por cualquiera, con cualquier autoridad, consciente o inconscientemente. Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol del año 1996, decimoctavo de mi Pontificado. (1) S. Ireneo, Adv. Haeres., III, 3, 2: SCh 211, 33. (2) Cf. Const. ap. Vacante Sede Apostolica (25 diciembre 1904): Pii X Pontificis Maximi Acta, III (1908), 239-288. (3) Cf. Motu proprio Cum Proxime (1 marzo 1922): AAS 14 (1922), 145-146; Const. ap. Quae divinitus (25 marzo 1935): AAS 27 (1935), 97-113. (4) Cf. Const. ap. Vacantis Apostolicae Sedis (8 diciembre 1945): AAS 38 (1946), 65-99. (5) Cf. Motu proprio Summi Pontificis electio (5 septiembre 1962): AAS 54 (1962), 632-640.

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CAPÍTULO III COMIENZO DE LOS ACTOS DE LA ELECCIÓN 49. Celebradas las exequias del difunto Pontífice, según los ritos prescritos, y preparado lo necesario para el desarrollo regular de la elección, el día establecido es decir, el decimoquinto desde la muerte del Pontífice, o según lo previsto en el n. 37 de la presente Constitución, no más allá del vigésimo- los Cardenales electores se reunirán en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, o donde la oportunidad y las necesidades de tiempo y de lugar aconsejen, para participar en una solemne celebración eucarística con la Misa votiva « Pro eligendo Papa ».(1)(9) Esto deberá realizarse a ser posible en una hora adecuada de la mañana, de modo que en la tarde pueda tener lugar lo prescrito en los números siguientes de la presente Constitución. 50. Desde la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, donde se habrán reunido en una hora conveniente de la tarde, los Cardenales electores en hábito coral irán en solemne procesión, invocando con el canto del Veni Creator la asistencia del Espíritu Santo, a la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico, lugar y sede del desarrollo de la elección. 51. Conservando los elementos esenciales del Cónclave, pero modificando algunas modalidades secundarias, que el cambio de las circunstancias ha hecho irrelevantes para el objeto que servían anteriormente, con la presente Constitución establezco y dispongo que todo el proceso de la elección del Sumo Pontífice, según lo prescrito en los números siguientes, se desarrolle exclusivamente en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico Vaticano, que sigue siendo lugar absolutamente reservado hasta el final de la elección, de tal modo que se asegure el total secreto de lo que allí se haga o diga de cualquier modo relativo, directa o indirectamente, a la elección del Sumo Pontífice. Por tanto, el Colegio Cardenalicio, que actúa bajo la autoridad y la responsabilidad del Camarlengo, ayudado por la Congregación particular de la que se habla en el n. 7 de la presente Constitución cuidará de que, dentro de dicha Capilla y de los locales adyacentes, todo esté previamente dispuesto, incluso con la ayuda desde el exterior del Sustituto de la Secretaría de Estado, de modo que se preserve la normal elección y el carácter reservado de la misma. De modo especial se deben hacer precisos y severos controles, incluso con la ayuda de personas de plena confianza y probada capacidad técnica, para que en dichos locales no sean instalados dolosamente medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior. 52. Llegados los Cardenales electores a la Capilla Sixtina, según lo dispuesto en el n. 50, en presencia aún de quienes han participado en la solemne procesión, emitirán el juramento, pronunciando la fórmula indicada en el número siguiente. El Cardenal Decano o el primer Cardenal por orden y antigüedad, según lo dispuesto en el n. 9 de la presente Constitución, leerá la fórmula en voz alta; al final cada uno de los Cardenales electores, tocando los Santos Evangelios leerá y pronunciará la fórmula en el modo indicado en el número siguiente. Después que haya prestado juramento el último de los Cardenales electores, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias pronunciará el extra omnes y todos los ajenos al Cónclave deberán salir de la Capilla Sixtina. En ella quedarán únicamente el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y el eclesiástico, ya designado para tener la segunda de las meditaciones a los Cardenales electores, a la que se refiere el n. 13/d, sobre el gravísimo deber que les incumbe y, por tanto, sobre la necesidad de proceder con recta intención por el bien de la Iglesia universal solum Deum prae oculis habentes.53. Según lo dispuesto en el número precedente, el Cardenal Decano, o el primer Cardenal por orden y antigüedad, pronunciará la siguiente fórmula de juramento: Todos y cada uno de nosotros Cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, emanada el 22de febrero de 1996. Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quienquiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el « munus petrinum » de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede. Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio; no violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice. A continuación, cada Cardenal elector, según el orden de precedencia, prestará juramento con la fórmula siguiente: Y yo, N. Cardenal N. prometo, me obligo y juro, y poniendo la mano sobre los Evangelios, añadirá: Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano.54. Después de predicada la meditación, el eclesiástico que la ha pronunciado sale de la Capilla Sixtina junto con el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Los Cardenales electores, después de haber recitado las oraciones según el relativo Ordo, escuchan al Cardenal Decano (o a quien haga sus veces), el cual somete al Colegio de los electores ante todo la cuestión de si se puede ya proceder a iniciar el proceso de la elección, o si fuera preciso aún aclarar dudas sobre las normas y las modalidades establecidas en esta Constitución, pero sin que a nadie le esté permitido poder modificar o sustituir alguna de ellas, referente sustancialmente a los actos de la elección misma, aunque se diera la unanimidad de los electores, y esto bajo pena de nulidad de la misma deliberación. Si además, según la mayoría de los electores, nada impide que se proceda a las operaciones de la elección, se pasará inmediatamente a ellas de acuerdo con las modalidades indicadas en esta misma Constitución. CAPÍTULO IV OBSERVANCIA DEL SECRETO SOBRE TODO LO RELATIVO A LA ELECCIÓN 55. El Cardenal Camarlengo y los tres Cardenales Asistentes pro tempore están obligados a vigilar atentamente para que no se viole en modo alguno el carácter reservado de lo que sucede en laCapilla Sixtina, donde se desarrollan las operaciones de votación, y de los locales contiguos, tanto antes como durante y después de tales operaciones. De modo particular, incluso recurriendo a la pericia de dos técnicos de confianza, procurarán tutelar este carácter reservado, asegurándose de que ningún medio de grabación o de transmisión audiovisual sea introducido por alguien en los locales indicados, especialmente en la citada Capilla donde se desarrollan los actos de la elección. Si se cometiese y descubriese una infracción a esta norma, sepan los autores que estarán sujetos a graves penas según juzgue el futuro Pontífice. 56. En todo el tiempo que dure el proceso de la elección, los Cardenales electores están obligados a abstenerse de correspondencia epistolar y de conversaciones incluso telefónicas o por radio con personas no debidamente admitidas en los edificios reservados a ellos. Unicamente razones gravísimas y urgentes, comprobadas por la Congregación particular de los Cardenales, de la que habla el n. 7, podrán consentir semejantes conversaciones. Los Cardenales electores, antes de iniciar los actos de la elección, proveerán pues a que se disponga todo lo referente a las exigencias de su cargo o personales y no aplazables, de modo que no sea necesario recurrir a tales coloquios. 57. Los Cardenales electores deberán abstenerse igualmente de recibir o enviar cualquier tipo de mensajes fuera de la Ciudad del Vaticano, existiendo naturalmente la prohibición de que éstos se hagan por medio de alguna persona legítimamente admitida allí. De forma específica se prohíbe a los Cardenales electores, mientras dure el proceso de la elección, recibir prensa diaria y periódica de cualquier tipo, así como escuchar programas radiofónicos o ver transmisiones televisivas. 58. Quienes, de algún modo, según lo previsto en el n. 46 de la presente Constitución, prestan su servicio en lo referente a la elección, y que directa o indirectamente pudieran violar el secreto ya se trate de palabras, escritos, señales, o cualquier otro medio- deben evitarlo absolutamente, porque de otro modo incurrirían en la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica. 59. En particular, está prohibido a los Cardenales electores revelar a cualquier otra persona noticias que, directa o indirectamente se refieran a las votaciones, como también lo que se ha tratado o decidido sobre la elección del Pontífice en las reuniones de los Cardenales, tanto antes como durante el tiempo de la elección. Tal obligación del secreto concierne también a los Cardenales no electores participantes en las Congregaciones generales según la norma del n. 7 de la presente Constitución. 60. Ordeno además a los Cardenales electores, graviter onerata ipsorum conscientia, que conserven el secreto sobre estas cosas incluso después de la elección del nuevo Pontífice, recordando que no es lícito violarlo de ningún modo, a no ser que el mismo Pontífice haya dado una especial y explícita facultad al respecto. 61. Finalmente, para que los Cardenales electores puedan salvaguardarse de la indiscreción ajena y de eventuales asechanzas que pudieran afectar a su independencia de juicio y a su libertad de decisión, prohibo absolutamente que, bajo ningún pretexto, se introduzcan en los lugares donde se desarrollan las operaciones de la elección o, si ya los hubiera, que sean usados instrumentos técnicos de cualquier tipo que sirvan para grabar, reproducir o transmitir voces, imágenes o escritos. CAPÍTULO V DESARROLLO DE LA ELECCIÓN 62. Abolidos los modos de elección llamados per acclamationem seu inspirationem y per compromissum, la forma de elección del Romano Pontífice será de ahora en adelante únicamente per scrutinium. Establezco, por lo tanto, que para la elección válida del Romano Pontífice se requieren los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes. En el caso en que el número de Cardenales presentes no pueda dividirse en tres partes iguales, para la validez de la elección del Sumo Pontífice se requiere un voto más. 63. Se procederá a la elección inmediatamente después de que se hayan cumplido las formalidades contenidas en el n. 54 de la presente Constitución. Si eso sucede ya en la tarde del primer día, se tendrá un solo escrutinio; en los días sucesivos si la elección no ha tenido lugar en el primer escrutinio, se deben realizar dos votaciones tanto en la mañana como en la tarde, comenzando siempre las operaciones de voto a la hora ya previamente establecida bien en las Congregaciones preparatorias, bien durante el periodo de la elección, según las modalidades establecidas en los números 64 y siguientes de la presente Constitución. 64. El procedimiento del escrutinio se desarrolla en tres fases, la primera de las cuales, que se puede llamar pre-escrutinio, comprende: 1) la preparación y distribución de las papeletas por parte de los Ceremonieros, quienes entregan por lo menos dos o tres a cada Cardenal elector; 2) la extracción por sorteo, entre todos los Cardenales electores, de tres Escrutadores, de tres encargados de recoger los votos de los enfermos, llamados Infirmarii, y de tres Revisores; este sorteo es realizado públicamente por el último Cardenal Diácono, el cual extrae seguidamente los nueve nombres de quienes deberán desarrollar tales funciones; 3) si en la extracción de los Escrutadores, de los Infirmarii y de los Revisores, salieran los nombres de Cardenales electores que, por enfermedad u otro motivo, están impedidos de llevar a cabo estas funciones, en su lugar se extraerán los nombres de otros no impedidos. Los tres primeros extraídos actuarán de Escrutadores, los tres segundos de Infirmarii y los otros tres de Revisores. 65. En esta fase de escrutinio hay que tener en cuenta las siguientes disposiciones: 1) la papeleta ha de tener forma rectangular y llevar escritas en la mitad superior, a ser posible impresas, las palabras: Eligo in Summum Pontificem, mientras que en la mitad inferior debe dejarse espacio para escribir el nombre del elegido; por tanto, la papeleta está hecha de modo que pueda ser doblada por la mitad; 2) la compilación de las papeletas debe hacerse de modo secreto por cada Cardenal elector, el cual escribirá claramente, con caligrafía lo más irreconocible posible, el nombre del que elige, evitando escribir más nombres, ya que en ese caso el voto sería nulo, doblando dos veces la papeleta; 3) durante las votaciones, los Cardenales electores deben permanecer en la Capilla Sixtina solos y por eso, inmediatamente después de la distribución de las papeletas y antes de que los electores empiecen a escribir, el Secretario del Colegio de los Cardenales, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y los Ceremonieros deben salir de allí; después de su salida, el último Cardenal Diácono cerrará la puerta, abriéndola y cerrándola todas las veces que sea necesario, como por ejemplo cuando los Infirmarii salgan para recoger los votos de los enfermos y vuelven a la Capilla. 66. La segunda fase, llamada escrutinio verdadero y propio, comprende: 1) la introducción de las papeletas en la urna apropiada; 2) la mezcla y el recuento de las mismas; 3) el escrutinio de los votos. Cada Cardenal elector, por orden de precedencia, después de haber escrito y doblado la papeleta, teniéndola levantada de modo que sea visible, la lleva al altar, delante del cual están los Escrutadores y sobre el cual está colocada una urna cubierta por un plato para recoger las papeletas. Llegado allí, el Cardenal elector pronuncia en voz alta la siguiente fórmula de juramento: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. A continuación deposita la papeleta en el plato y con éste la introduce en la urna. Hecho esto, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio. Si alguno de los Cardenales electores presentes en la Capilla no puede acercarse al altar por estar enfermo, el último de los Escrutadores se acerca a él, previo el mencionado juramento, entrega la papeleta doblada al mismo Escrutador, el cual la lleva de manera visible al altar y, sin pronunciar el juramento, la deposita en el plato y con éste la introduce en la urna. 67. Si hay Cardenales electores enfermos en sus habitaciones, a los cuales se refiere el n. 41 y siguientes de esta Constitución, los tres Infirmarii se dirigen a ellos con una caja, que tenga en la parte superior una abertura por donde pueda introducirse una papeleta doblada. Los Escrutadores, antes de entregar esta caja a los Infirmarii la abren públicamente, de modo que los otros electores puedan comprobar que está vacía, después la cierran y depositan la llave sobre el altar. Seguidamente los Infirmarii, con la caja cerrada y un conveniente número de papeletas sobre una bandeja, se dirigen, debidamente acompañados, a la Domus Sanctae Marthae, donde esté cada enfermo, el cual, tomando una papeleta, vota en secreto, la dobla y, previo el mencionado juramento, la introduce en la caja a través de la abertura. Si algún enfermo no está en condiciones de escribir, uno de los tres Infirmarii u otro Cardenal elector escogido por el enfermo, después de haber prestado juramento ante los mismos Infirmarii de mantener el secreto, lleva a cabo dichas operaciones. Después de esto, los Infirmarii devuelven a la Capilla la caja, que será abierta por los Escrutadores una vez que los Cardenales presentes hayan depositado su voto, contando las papeletas que contiene y comprobando que su número corresponde al de los enfermos, las ponen una a una en el plato y con éste las introducen todas juntas en la urna. Para no alargar demasiado las operaciones de voto, los Infirmarii pueden rellenar y depositar sus papeletas en la urna después del primero de los Cardenales, yendo después a recoger el voto de los enfermos del modo indicado más arriba mientras los otros electores depositan su papeleta. 68. Una vez que todos los Cardenales electores hayan introducido su papeleta en la urna, el primer Escrutador la mueve varias veces para mezclar las papeletas e, inmediatamente después, el último Escrutador procede a contarlas, extrayéndolas de manera visible una a una de la urna y colocándolas en otro recipiente vacío, ya preparado para ello. Si el número de las papeletas no corresponde al número de los electores, hay que quemarlas todas y proceder inmediatamente a una segunda votación; si, por el contrario, corresponde al número de electores, se continúa el recuento como se dice más abajo. 69. Los Escrutadores se sientan en una mesa colocada delante del altar; el primero de ellos toma una papeleta, la abre, observa el nombre del elegido y la pasa al segundo Escrutador quien, comprobado a su vez el nombre del elegido, la pasa al tercero, el cual la lee en voz alta e inteligible, de manera que todos los electores presentes puedan anotar el voto en una hoja. El mismo Escrutador anota el nombre leído en la papeleta. Si durante el recuento de los votos los Escrutadores encontrasen dos papeletas dobladas de modo que parezcan rellenadas por un solo elector, si éstas llevan el mismo nombre, se cuentan como un solo voto; si, por el contrario, llevan dos nombres diferentes, no será válido ninguno de los dos; sin embargo, la votación no será anulada en ninguno de los dos casos. Concluido el escrutinio de las papeletas, los Escrutadores suman los votos obtenidos por los varios nombres y los anotan en una hoja aparte. El último de los Escrutadores, a medida que lee las papeletas, las perfora con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra Eligo y las inserta en un hilo, para que puedan ser conservadas con más seguridad. Al terminar la lectura de los nombres, se atan los extremos del hilo con un nudo y las papeletas así unidas se ponen en un recipiente o al lado de la mesa. 70. Sigue después la tercera y última fase, llamada también post-escrutinio, que comprende: 1)el recuento de los votos; 2) su control; 3) la quema de las papeletas. Los Escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice. En ambos casos, es decir, haya tenido lugar o no la elección, los Revisores deben proceder al control tanto de las papeletas como de las anotaciones hechas por los Escrutadores, para comprobar que éstos han realizado con exactitud y fidelidad su función. Inmediatamente después de la revisión, antes de que los Cardenales electores abandonen la Capilla Sixtina, todas las papeletas son quemadas por los Escrutadores, ayudados por el Secretario del Colegio y los Ceremonieros, llamados entre tanto por el último Cardenal Diácono. En el caso de que se debiera proceder inmediatamente a una segunda votación, las papeletas de la primera votación se quemarán sólo al final, junto con las de la segunda votación. 71. Ordeno a todos y a cada uno de los Cardenales electores que, a fin de mantener con mayor seguridad el secreto, entreguen al Cardenal Camarlengo o a uno de los tres Cardenales Asistentes los escritos de cualquier clase que tengan consigo relativos al resultado de cada escrutinio, para que se quemen junto con las papeletas. Establezco además que, al finalizar la elección, el Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana redacte un escrito, que debe ser aprobado también por los tres Cardenales Asistentes, en el cual declare el resultado de las votaciones de cada sesión. Este escrito será entregado al Papa y después se conservará en el archivo correspondiente, cerrado en un sobre sellado, que no podrá ser abierto por nadie, a no ser que el Sumo Pontífice lo permitiera explícitamente. 72. Confirmando las disposiciones de mis Predecesores, san Pío X,(2)(0) Pío XII (2)(1) y Pablo VI,(2)(2) ordeno que exceptuada la tarde de la entrada en el Cónclave-, sea por la mañana como por la tarde, inmediatamente después de una votación en la cual no haya tenido lugar la elección, los Cardenales electores procedan inmediatamente a una segunda en la que darán de nuevo su voto. En este segundo escrutinio deben observarse todas las modalidades del primero, con la diferencia de que los electores no están obligados a hacer un nuevo juramento ni a elegir nuevos Escrutadores, Infirmarii ni Revisores, siendo válido también para el segundo escrutinio lo que se ha hecho en el primero, sin repetir nada. 73. Todo cuanto se ha establecido más arriba acerca del desarrollo de las votaciones debe ser observado diligentemente por los Cardenales electores en todos los escrutinios, que se deben hacer cada día, en la mañana y en la tarde, después de las celebraciones sagradas u oraciones establecidas en el mencionado Ordo rituum Conclavis. 74. En el caso de que los Cardenales electores encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona a elegir, entonces, después de tres días de escrutinios sin resultado positivo, según la forma descrita en los números 62 y siguientes, éstos se suspenden al máximo por un día, para una pausa de oración, de libre coloquio entre los votantes y de una breve exhortación espiritual hecha por el primer Cardenal del Orden de los Diáconos. A continuación, se reanudan las votaciones según la misma forma y después de siete escrutinios, si no ha tenido lugar la elección, se hace otra pausa de oración, de coloquio y de exhortación, hecha por el primer Cardenal del Orden de los Presbíteros. Se procede luego a otra eventual serie de siete escrutinios, seguida, si todavía no se ha llegado a un resultado positivo, de una nueva pausa de oración, de coloquio y de exhortación, hecha por el primer Cardenal del Orden de los Obispos. Después, según la misma forma, siguen las votaciones, las cuales, si no tiene lugar la elección, serán siete. 75. Si las votaciones no tuvieran resultado positivo, después de proceder según lo establecido en el número anterior, los Cardenales electores son invitados por el Camarlengo a expresar su parecer sobre el modo de actuar, y se procederá según lo que la mayoría absoluta de ellos establezca. Sin embargo, no se podrá prescindir de la exigencia de que se tenga una elección válida, sea con la mayoría absoluta de los votos, sea votando sobre dos nombres que en el escrutinio inmediatamente precedente hayan obtenido el mayor número de votos, exigiéndose también en esta segunda hipótesis únicamente la mayoría absoluta. 76. Si la elección se hubiera realizado de modo distinto a como ha sido prescrito en la presente Constitución o no se hubieran observado las condiciones establecidas en la misma, la elección es por eso mismo nula e inválida, sin que se requiera ninguna declaración al respecto y, por tanto, no da ningún derecho a la persona elegida. 77. Establezco que las disposiciones concernientes a todo lo que precede a la elección del Romano Pontífice y al desarrollo de la misma, deben ser observadas íntegramente aun cuando la vacante de la Sede Apostólica pudiera producirse por renuncia del Sumo Pontífice, según el can. 332 2 del Código de Derecho Canónico y del can. 44 2 del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales.

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