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MENSAJE COMISiÓN EPISCOPAL DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA CEE

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Comunicación para la convivencia y la solidaridad

 

Mensaje de los Obispos de la Comisión Episcopal de Medios

de Comunicación Social (CEMCS)

 

1. La celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales viene marcada este año con un sentimiento doble que se ha aunado en los católicos y en los hombres de buena voluntad: el dolor por la muerte del Papa Juan Pablo II, en cuya persona, llena de santidad, Dios ha bendecido, durante más de un cuarto de siglo, a su Iglesia y a la Humanidad entera con su fecundo magisterio y su entrega ejemplar a la causa del Evangelio y a la defensa de la dignidad de la persona humana; y el gozo por la elección de un nuevo Romano Pontífice con el que Dios ha querido continuar bendiciendo a su Iglesia en la persona del Santo Padre Benedicto XVI, al que queremos expresar nuestra más profunda adhesión, comunión y amor filial.

 

Agradecimiento a los medios

 

2. Juan Pablo II hizo de las comunicaciones sociales uno de los ámbitos privilegiados de la acción evangelizadora de la Iglesia y no sólo el instrumento del que servirse para llevarla a cabo (cf. Redemptoris missio, 37; El rápido desarrollo, 1). Todo ello ha contribuido ciertamente a que el suyo sea un pontificado en el que se han aunado de forma ejemplar la praxis mediática y un rico magisterio sobre la comunicación social.

Este aprecio ha sido constante en el ministerio del recordado Papa como lo demuestra la alusión expresa a los medios de comunicación en su testamento espiritual. Él mismo, consciente de la importancia cultural y apostólica de los medios en el mundo de hoy, dedicó a las comunicaciones sociales la última de sus cartas apostólicas: El rápido desarrollo (24 de enero de 2005), en la que invita a la Iglesia a asumir su responsabilidad pastoral en este campo tan importante en la vida personal y social, especialmente en lo que se refiere a su dimensión ética y a la formación de un público responsable en el uso de los medios.

Reconociendo la amistad y el diálogo mantenido por Juan Pablo II con el mundo de la comunicación a lo largo de su pontificado, el nuevo Romano Pontífice Benedicto XVI manifestó en su primer encuentro con los periodistas el día 24 de abril: “Deseo continuar este diálogo fecundo y comparto lo que decía el Papa Juan Pablo II sobre el hecho de que `el fenómeno de las comunicaciones estimula a la Iglesia hacia una especie de revisión pastoral y cultural que la haga capaz de afrontar, de manera adecuada, el cambio de época que estamos viviendo´ (El rápido desarrollo, 8)”.

 

3. Al igual que ha hecho el Papa Benedicto XVI en el mencionado encuentro al darles las gracias a los periodistas por su trabajo con motivo del fallecimiento del Papa Juan Pablo II y de la elección de su Sucesor, nosotros también queremos agradecérselo sinceramente a los profesionales y a los responsables de los medios que, siendo sensibles a la demanda informativa de la opinión pública, han contribuido a acercar el acontecer de la Iglesia y la persona del Papa a la vida millones de personas de todo el mundo. “Quiero daros las gracias por todo personalmente –les decía el nuevo Papa- y, en especial en nombre de los católicos que viviendo en países muy distantes de Roma, han podido compartir estos momentos emocionantes de fe en tiempo real. ¡Las posibilidades que nos ofrecen los medios de comunicación son realmente maravillosas y extraordinarias!”.

Todos sabemos que el hecho religioso, en este caso católico, es un componente que ha de ser satisfecho adecuadamente desde el punto de vista informativo, cumpliendo de esta manera el cometido de reflejar la realidad y servir al público, depositario último del derecho a la información. Así mismo el adecuado tratamiento mediático del hecho religioso demuestra el respeto debido a dicha realidad y a los sentimientos de los creyentes. De ahí, nuestro reconocimiento por la labor realizada por los medios de comunicación social.

 

Cultura del entendimiento y la convivencia

 

4. Precisamente para la Jornada de Mundial de este año, que celebramos el 8 de mayo, festividad de la Ascensión del Señor, Juan Pablo II eligió el lema: “Los medios de comunicación social al servicio del entendimiento entre los pueblos” y nos dejó un bello mensaje en el que nos invita a promover a través de ellos la verdadera convivencia de las naciones y de los ciudadanos: “Las modernas tecnologías nos ofrecen posibilidades nunca antes vistas para hacer el bien, para difundir la verdad de nuestra salvación en Jesucristo y para promover la armonía y la reconciliación. Por ello mismo su mal uso puede provocar daños enormes, suscitando incomprensión, prejuicios y hasta conflictos” (n.1).

La comunicación social por su propia esencia ha de buscar promover la vida social a todos los niveles. Es más, pensamos que la plena convivencia ciudadana y la vida democrática no podrían darse sin el libre ejercicio de la libertad de expresión y del derecho a la información: sin unos medios plurales y libres.

 

5. Señala Juan Pablo II que, “cuando los demás son presentados en términos hostiles, se siembran semillas de conflicto… En vez de construir la unidad y el entendimiento, los medios pueden ser usados para denigrar a los otros grupos sociales, étnicos y religiosos, fomentando el temor y el odio. Los responsables del estilo y del contenido de lo que se comunica tienen el grave deber de asegurar que esto no suceda” (n.2). Por esto mismo se hace necesario preservar constantemente en los medios la tutela del bien común y evitar en ellos aquello que, en vez de promover la verdadera construcción social, ocasione la fractura y la división, la crispación y el enfrentamiento. La opción cristiana ha de ser la de no dejarse arrastrar o vencer por la «lógica del mal», sino responder a ella con el bien y espíritu constructivo (cf. Rm 12, 21).

 

6. Nuestro país, que tanto ha sufrido por la violencia, especialmente la causada por el terrorismo, necesita en estos momentos trabajar por una mayor cohesión social y unidad de los ciudadanos, sabiendo que ello exige necesariamente tanto la opción por la verdad, mostrada con caridad (cf. 1Cor 13, 1-3; Col. 4, 6; Ef 4, 25.29), como por los valores que sustentan la dignidad de la naturaleza humana, y que tienen en Jesucristo, el Verbo Encarnado, el verdadero modelo de referencia y plenitud (cf. Gaudium et Spes, 22). A conseguir esto únicamente podrán ayudar los medios y los modos que opten por el ejercicio sereno y pacificador del quehacer informativo, sin que ello suponga en absoluto la renuncia -antes al contrario- a difundir la verdad de los hechos y a defender las legítimas diferencias de pareceres o de líneas editoriales.

 

Cultura de la solidaridad

 

7. En esta clave de apoyo al sentido social de la verdadera comunicación, valoramos también muy positivamente la contribución que los medios pueden hacer en la promoción de una mayor cultura de la solidaridad, haciendo que nuestro mundo no sólo sea una aldea global en lo económico, sino también en la justicia y en la caridad. Somos conscientes de que hoy no se puede llevar a cabo una verdadera solidaridad entre los pueblos, especialmente con respecto a los más desfavorecidos, sin los medios de comunicación. Sin ellos no se hubiera producido, por ejemplo, la corriente de solidaridad a la que hemos asistido recientemente con motivo de las devastadoras consecuencias del tsunami en Asia. En otras ocasiones los medios también dieron a conocer, como está en el recuerdo de todos, las duras imágenes del drama de Ruanda, la de los campos de refugiados de Goma, las de los terremotos de Turquía e Irán, del huracán Mitch en América Latina, etc., así como el heroísmo de los misioneros y de otros voluntarios de ONGS, el de tantas respuestas de solidaridad, de ayuda… repetidas ante las devastadoras consecuencias de las catástrofes de los últimos años.

8. Todas estas corrientes de solidaridad colectiva, como las de respuesta y socorro a tantas historias individuales de niños y de mayores necesitados, de mujeres maltratadas, etc. no hubieran sido posibles sin el recurso a los medios de comunicación. Pero estos no podrían realizar esta labor divulgativa, de mentalización, de denuncia y de reclamo de ayuda si quienes los manejan o trabajan en ellos no tuvieran un corazón solidario. En el servicio a la causa de la solidaridad se reconcilia la comunicación con su verdadera misión social. Vaya también para quienes en los medios trabajan en esta línea nuestro reconocimiento y gratitud.

 

Cultura de la vida

 

9. Esta apuesta de los medios por la convivencia y la solidaridad sería incompleta si no lo hicieran también a favor de la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta la muerte natural. En esto mismo ha querido insistir también el inolvidable Papa Juan Pablo II en su mensaje para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones, tomando para ello palabras de la Encíclica Evangelium vitae, de la que se cumple este año su décimo aniversario: “Los comunicadores tienen la oportunidad de promover una auténtica cultura de la vida… transmitiendo la verdad sobre el valor y la dignidad de toda persona humana” (n.5).

Por nuestra parte, invitamos a los comunicadores a una mayor creatividad que no se limite sólo a la defensa de la vida humana frente a los ataques que pueda sufrir, sino que también promocione y difunda los argumentos y las historias favorables, “dando espacio a testimonios positivos y a veces heroicos de amor al hombre; proponiendo con gran respeto los valores de la sexualidad y del amor, sin enmascarar lo que deshonra y envilece la dignidad del hombre” (EV, 98).

Quisiéramos que la defensa y promoción de la vida por los medios de comunicación fuera integral y en todos los estadios o fases del ser humano, y no se limitara sólo a cuestiones de más actualidad, conscientes de que la misión de los medios a favor de la vida, la paz, la convivencia y la solidaridad es incompatible con la cultura del vacío que deshumaniza a la persona y a la sociedad por su carencia de toda trascendencia.

 

10. Lograr una verdadera comunicación social a medida de la dignidad de la persona humana no es responsabilidad sólo de los comunicadores, de los empresarios y directivos de los medios y, en la medida en que les corresponda, de las autoridades, sino también del público: lectores y televidentes, quienes mediante el apoyo de su audiencia han de secundar los contenidos dignos y, al contrario, retirarla cuando sean dañinos.

Adquirir criterios verdaderos para obrar de forma responsable en la comunicación social exige que la tarea educativa, también en el ámbito eclesial y familiar, haga una opción clara y ponga los medios personales y materiales necesarios para formar un público maduro y responsable.

Para terminar, nada más apropiado que retener en nuestra memoria, como síntesis de nuestro mensaje, lo que se nos señala en un bello pasaje del documento de la Santa Sede Ética en las Comunicaciones Sociales: “Servir a la persona humana, construir una comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios han sido, son y seguirán ocupando el centro de la ética en los medios de comunicación” (n.33).

El logro de estos objetivos es nuestro deseo y oración para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, especialmente para los comunicadores, sobre los que invocamos la bendición del Buen Dios.

+ Juan del Río, Obispo de Asidonia-Jerez y Presidente

+ Antonio Montero, Arzobispo Emérito de Mérida-Badajoz

+ José H. Gómez, Obispo de Lugo

+ Juan Piris Frígola, Obispo de Menorca

+ Joan Carrera, Obispo Auxiliar de Barcelona

D. IGNACIO NOGUER. JORNADA COMUNICACIONES SOCIALES

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XXXIX JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES.

 

 

Los medios de Comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos.

 

 

El lenguaje es un conjunto de signos convencionales que posibilitan la comunicación, y por ende el entendimiento, entre los hombres. En principio –tanto más cuanto más primitivo- el lenguaje facilitó la comunicación entre personas o mínimos grupos humanos, progresando en el tiempo hasta alcanzar en nuestros días en la comunicación de los pueblos a escala mundial.

                El libro – lenguaje escrito- supuso un gran avance en la comunicación, ampliando, sobre todo a partir de la invención de la imprenta, el ámbito de la comunicación.

                Posteriormente el periódico aumentó considerablemente el círculo de influencia con enormes tiradas que ofrecían cada día una información casi inmediata que abarcaba prácticamente todos los centros de interés humano.

                Pero el periódico –con sus limitaciones de distancia y de tiempo- fue superado en esto por la radio que fue ampliando su alcance hasta convertirse en un medio de comunicación vivo, inmediato, y, gracias a los satélites artificiales, de cobertura planetaria.

                El cine contribuyó también, a su modo, a ensanchar la franja de la comunicación humana acercando, en imágenes dinámicas, el conocimiento de los pueblos, de sus usos y costumbres, de su modo de vida, aunque fuera en situaciones estancas en un tiempo y reducidas a un lugar preciso.

                Fue la televisión la que vino a enriquecer de manera espectacular el campo de las comunicaciones ofreciéndonos las noticias allí donde se producen y en el momento mismo en que se producen con los alicientes del movimiento, del color y del propio sonido recogidos al vivo.

                Por si esto fuera poco, la incorporación de las computadoras al ámbito de las comunicaciones, especialmente a través de Internet, nos abrió un mundo inmenso de conocimientos que abarcan el presente y el pasado, y se proyectan, en cuanto es posible, hacia el futuro.

                Sin estos medios, reducida la comunicación a pura expresión gestual entre personas o pequeños grupos, sería difícil por no decir imposible, el conocimiento de los pueblos y su mutuo entendimiento; y, por supuesto, sería infinitamente más lento y reducido, limitando el acercamiento, la comprensión, la solidaridad… abriendo puertas a la incomunicación, al desconocimiento, a la incomprensión, a la lucha feroz por la propia subsistencia.

                Los Medios de Comunicación Social han de contribuir a la aproximación de los pueblos, a su hermanamiento, a la consolidación de la paz, a la solidaria ayuda mutua. Así lo señala la Redemptoris missio (37): “Los Medios de Comunicación Social son el primer areópago del tiempo moderno; para muchos el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales y familiares”.

                Efectivamente los Medios de Comunicación Social –sanamente orientados al margen de espurias apetencias comerciales- informan y forman promoviendo el acercamiento de los pueblos, moldeando su comportamiento, disipando malos entendidos, suscitando confianza, concertando fuerzas para una acción conjunta al servicio del bien común.

                Gran parte de los conflictos insuperables del mundo actual son fruto del mal uso de estos medios que contribuyen, con su actitud negativa, al distanciamiento, a la agresividad, al enfrentamiento entre etnias, religiones, ideologías, movimientos políticos o clases sociales, creando conflictos que, con un mutuo entendimiento y al margen de intereses bastardos, podrían evitarse; y, lejos de de cavar profundas simas entre individuos y pueblos, levantarían puentes que unieran las más distantes orillas.

                Desgraciadamente no es así. Las diferencias que separan a los pueblos se destacan con especial crudeza emergiendo rivalidades, renovándose viejas heridas que vuelven a sangrar, y abriéndose otras nuevas aún más enconadas.

                Hay que admitir que el mundo actual se mueve más por noticias que por ideologías. Y las noticias, generalmente malas, que son las que venden, recorren en segundos el planeta, llegando a los últimos rincones, adentrándose en todos los hogares, sembrando a su paso la semilla de la discordia que crece en la misma tierra junto a las buenas hierbas.

                Lo que pretende la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales es hacer realidad lo que el Concilio Vaticano II recomendó: “… Para el recto uso de estos Medios es absolutamente necesario que los que los utilizan conozcan las normas del orden moral en este campo, y las lleven a la práctica” (Inter mirifica, 4).

                Grande es el poder que los Medios de Comunicación Social han depositado en manos de quienes los dirigen. Y enorme la responsabilidad en su uso. Entre sus objetivos primeros está la cultura de la vida en la recta jerarquización de los valores sobre la base del reconocimiento y respeto a la dignidad de la persona humana creada “a imagen y semejanza de Dios”.

                El modelo de comunicador se encuentra en Jesús –Verbo o Palabra del Padre- que trajo al mundo la Verdad, la Buena Noticia en su más alta dimensión, estableciendo una nueva alianza fundamentada en la paz de3l hombre con Dios, consigo mismo y con sus semejantes.

                El entendimiento entre los pueblos, promovido y alentado por los Medios de Comunicación Social, puede hacer que se derrumben los muros de hostilidad que separan a los pueblos, fortaleciendo el entendimiento y la comprensión cuyo fruto natural es la paz.

                Mucho empeño y más oración hay que poner de nuestra parte para conseguir una transformación de los Medios de Comunicación Social ahora empeñados en una puja de audiencia, en una feroz competencia comercial utilizando para ello toda suerte de armas legítimas o no.

                Hay que conseguir “… un ambiente de compromiso con el bien común, un bien que no se reduzca a estrechos intereses de un grupo particular o nación, sino que acoja los intereses de todos, el bien de la familia entera…” (Pacem in terris, 132).

                Eso es lo que yo pido, y os ruego a vosotros que pidáis, en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

 

                Os bendice cordialmente,

 

               

                               Ignacio Noguer Carmona, Obispo de Huelva

  

 

Huelva, abril de 2005

 

 

 

 

SEMANA DEL 23 AL 29 DE ABRIL DE 2005

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PANEL DE NOTICIAS. IGLESIA EN EL SUR DE ESPAÑA

Semana del 23 al 29 de abril de 2005

 

 

 

Sumario:

 

ACTOS DE ACCIÓN DE GRACIAS CON MOTIVO DEL INICIO DEL PONTIFICADO DE S. S. BENEDICTO XVI

 

LAS RELIQUIAS DE SANTO DOMINGO SAVIO YA ESTÁN EN ANDALUCÍA

 

Almería: Dedicación de la Iglesia de Venta del Viso.

Canarias: VII Jornadas sobre la Familia.

Cartagena: Actos jubilares en Ulea.

Córdoba: Día del monaguillo.

Sevilla: Congreso Eucarístico.

 

 

LAS RELIQUIAS DE SANTO DOMINGO SAVIO YA ESTÁN EN ANDALUCÍA

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Las reliquias del joven santo que fuera canonizado en 1954 ya están en tierras andaluzas. Llegaron el lunes 25 de abril a Linares (Jaén) y se quedarán entre nosotros hasta el 22 de mayo. El 6 de mayo, día en que se celebra su festividad, los restos de Domingo Savio se encontrarán  en Córdoba.

 

 

La visita de sus restos sirve para proponer su figura como punto de referencia para adolescentes y jóvenes que quieren vivir una vida comprometida con el Evangelio. Domingo propone una espiritualidad juvenil vivida en la sencillez de lo cotidiano.

 

Santo Domingo Savio visitará en una primera etapa, ciudades como Linares, Úbeda, Granada, Antequera, Palma del Río, Motilla, Málaga, Pozoblanco, Córdoba y Jaén. Entre los días 8 y 22 de mayo viajará a las siguientes ciudades: Cádiz, Sevilla, La Línea, Algeciras, Rota, La Palma, Mérida, Badajoz, Jerez, Utrera, Triana, Morón, Trinidad y Huelva.

 

En las ciudades por las que ya ha pasado, ha sido recibido por gran número de personas.

 

 

Itinerario de las reliquias de Santo Domingo Savio en la Inspectoría de Córdoba. 25 de abril al 8 de mayo de 2005

 

Linares: Llegada el lunes día 25 de abril a las 10:30 h. Despedida el martes, día 26 de abril, a las 17:00 h.

Úbeda: Llegada el martes, día 26 de abril, a las 18:00 h. Despedida el miércoles, día 27 de abril, a las  17:00 h. 

Granada: Llegada el miércoles, día 27 de abril, a las 19:00 h. Despedida el viernes, día 29 de abril, a las 9:30 h.

Antequera: Llegada  el viernes, día 29 de abril, a las 10:30 h. Despedida el viernes, día 29 de abril, a las 15:30.

Palma del Río: Llegado el viernes, día 29 de abril, a las 18:00 h. Despedida el sábado, día 30 de abril, a las 15:30 h.

Montilla: Llegada el sábado, día 30 de abril, a las 17:00 h. Despedida el martes, día 3 de mayo,  a las 15:00 h.

Málaga: Llegada  el martes, día 3 de mayo, a la 19:00 h. Despedida el miércoles, día 4 de mayo, a las a las 15:30 h.

Pozoblanco: Llegada el miércoles, día 4 de mayo, a las 19:00 h. Despedida  el  jueves, día 5 de mayo, a las  18:00 h.

Córdoba: Llegada el jueves, día 5 de mayo, a las 19:30 h. Despedida el sábado, día 7, de mayo a las  8:00 h.

Jaén: Llegada el sábado día 7 de mayo a las 18:00 h. Despedida  el domingo, día 8 de mayo por la mañana.

 

Itinerario de las reliquias de Santo Domingo Savio en la Inspectoría de Sevilla. 8 al 22 de mayo de 2005

 

Cádiz y Sevilla: 8 de mayo.

La Línea: 9 de mayo.

Algeciras: 10 de mayo.

Rota: 11 de mayo.

La Palma: 12 de mayo.

Mérida: 13 de mayo.

Badajoz: 15 de mayo.

Jerez: 16 de mayo.

Utrera: 17 de mayo.

Triana: 18 de mayo.

Morón: 19 de mayo.

Trinidad: 20 de mayo.

Huelva: 21 de mayo.

ALMERÍA. DEDICACIÓN DELA IGLESIA DE LA VENTA DEL VISO

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El próximo día 8  de mayo de 2005 a las 19:30 h. el Obispo de la Diócesis de Almería, D. Adolfo González Montes  se desplazará a la de Venta del Viso, perteneciente a la parroquia de Puebla de Vicar, para dedicar y consagrar el nuevo templo que se ha construido. El templo será puesto bajo la advocación de Santa María Nuestra Señora del Viso.

Este templo ha sido por medio de cuestación popular, la ayuda del obispado de Almería así como de instituciones privadas y colaboración del Ayuntamiento de La Mojonera. De esta manera se viene a dar respuesta a las necesidades religiosas, formativas y asistenciales de una población joven y de un barrio en constante desarrollo y crecimiento como en todo el poniente.

CANARIAS. VII JORNADAS SOBRE LA FAMILIA

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Bajo el título La Iglesia y la Familia… ante los nuevos retos de la Sociedad, se celebrarán los días 9 y 10 de mayo las VII Jornadas sobre la Familia. Organizadas por el Secretariado Diocesano de Pastoral Matrimonial y Familiar, tendrán lugar en la Casa de la Iglesia (C/ López Botas, 8 – Vegueta. Las Palmas de Gran Canaria) de 20:00 a 21:30 h.

 

El lunes 9 de mayo el tema a tratar será el de Miembros de la Iglesia ante los nuevos retos de la sociedad y del mundo, que será expuesto por D. Segundo Díaz Santana (Profesor del I.S.T.I.C.)

El martes 10 de mayo el tema que abordará D. Carmelo Rodríguez Ventura (Profesor del I.S.T.I.C. y Fiscal General de la Diócesis de Canarias), será el de La comunión eclesial desde el punto de vista jurídico.

CARTAGENA. ACTOS JUBILARES EN ULEA

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El próximo martes día 3 de Mayo, el Arzobispo electo de Zaragoza y Administrador Apostólico de Cartagena, Manuel Ureña Pastor, presidirá los actos jubilares de la parroquia de Ulea, dentro del Jubileo conmemorativo de los 500 años de la fundación de las parroquias del Valle de Ricote.

El programa será el siguiente:

11:30 h: Baño de la Santa Cruz en el henchidor de Ulea.

12:00 h.: Eucaristía jubilar presida por D. Manuel Ureña y concelebrada por los demás párrocos del Valle de Ricote, los sacerdotes originarios de Ulea, y todos los párrocos que han pasado por esta parroquia.

8:30 h.: Procesión con el lignum Crucis, pasando por todos los enfermos del pueblo.

CÓRDOBA. DÍA DEL MONAGUILLO

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En el Seminario Menor de San Pelagio tendrá lugar el encuentro anual del Monaguillo. –El día del Monaguillo-. Es una actividad con carácter vocacional a la que acuden unos 300 niños de toda la Diócesis. Dicha jornada comienza con una oración presidida por el Obispo, D. Juan José Asenjo; seguidamente, un tiempo de encuentro en grupos donde se dan a conocer y reflexionan sobre su tarea como monaguillos en sus parroquias; a continuación, tienen lugar una serie de actividades de tiempo libre (juegos,…); finalizando con una velada alrededor de las 16:30; es organizada por los adolescentes y jóvenes que viven como internos en el Seminario Menor. Este encuentro comienza a las 10:30 h.

SEVILLA. CONGRESO EUCARÍSTICO

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El sábado 30 de abril se celebrará la II Sesión del Congreso Eucarístico que, con motivo del Año de la Eucaristía instituido por Juan Pablo II, está organizando el Consejo Nacional de la Adoración Nocturna Española. En Sevilla se reunirán los adoradores de Andalucía y Extremadura.

La Jornada se celebrará en el Salón de Actos del Colegio de las Esclavas Concepcionistas del Sagrado Corazón (C/ Jesús de la Vera Cruz), Comenzará a las 17:30 h. con una conferencia de D. Juan del Río Martín, Obispo de Asidonia-Jerez, que llevará por título: “Presencia Real y Adoración eucarística”.

Tras la conferencia tendrá lugar una mesa redonda titulada “La Eucaristía y la religiosidad popular”. En la misma intervendrán D. José Luis Rodríguez-Caso Dosal – ex presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías- que hablará sobre la adoración eucarística en las cofradías y hermandades; D. Francisco Fontecillas -profesor de la Facultad de Derecho de Granada- que tendrá una intervención sobre las procesiones; y  D. José Francisco Guijarro García -Vicedirector espiritual del Consejo Nacional de la Adoración Nocturna Española- que ofrecerá una  disertación sobre los santuarios.

 

Para concluir la jornada, a las 21:30 h. en la S.I. Catedral de Sevilla tendrá lugar una solemne vigilia eucarística, presidida por el Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Carlos Amigo Vallejo.

 

La del sábado 30 de abril será la II Sesión del Congreso Eucarístico. Dicho congreso consta de cuatro sesiones. La primera tuvo lugar en Villareal (Castellón) el pasado 23 de abril y estuvo presidida por D. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Segorbe – Castellón. La tercera se celebrará en Toledo el 18 de junio y la cuarta, en León el 2 de julio.

D. ANTONIO DORADO, Obispo de Málaga – Homilía en la Misa de Acción de Gracias por la elección de su S.S. Benedicto XVI

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MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LA ELECCIÓN DE S.S. BENEDICTO XVI.

 

Homilía de Mons. Dorado Soto.

 

Málaga. 29 de abril de 2005.

 

1.- «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1,4). Estas palabras del profeta Jeremías, mediante las que explica el origen de su misión, constituyen el motivo de nuestra acción de gracias. Nos hemos reunido para dar gracias a Dios por el nuevo Papa, Benedicto XVI, conscientes de que ha sido el Señor quien le ha elegido como sucesor de Pedro. Nuestra certeza, que se basa en la fe, al margen de los análisis de personas que se consideran muy expertas en la marcha humana de la Iglesia, es motivo también de nuestra esperanza en el futuro de la Iglesia, pues sabemos de quién nos hemos fiado. Por eso hemos venido a darle gracias a Dios.

 

Y lo hacemos en la fiesta de Santa Catalina de Siena, una mujer que vivió sólo treinta y tres años y dedicó sus mejores energías a apoyar al Santo Padre y a fomentar la comunión eclesial en tiempos muy difíciles. Estaba convencida de que el modo mejor de hacerlo consistía en alentar la santidad de todo el Pueblo de Dios, empezando por la Jerarquía. «Si muero, dejó escrito, sabed que muero de pasión por la Iglesia». El suyo es un testimonio espléndido sobre la mejor manera de apoyar al Santo Padre, el hombre que Dios ha puesto al servicio de su Pueblo.

 

El Papa Benedicto XVI, en la homilía del comienzo oficial de su pontificado, al considerar la impresionante misión que el Señor ha puesto en sus manos, decía: «En este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo seré capaz de llevarlo a cabo?». Y, sumergido en el clamor de las letanías de los Santos, viéndose rodeado por miles de hermanos en la fe, se decía a sí mismo y decía a todos: «No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los Santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce. Y me acompañan, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza (…) Todos nosotros somos la comunidad de los Santos; nosotros, bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; nosotros, que vivimos del don de la carne y de la sangre de Cristo, por medio del cuál quiere transformarnos y hacernos semejantes a sí mismo. Sí, la Iglesia está viva; ésta es la maravillosa experiencia de estos días».

 

 «¡La Iglesia está viva porque Cristo está vivo!». Impresionan estas palabras del nuevo Papa por su hondura teológica y porque reflejan una honda experiencia de Dios.

 

Y a luz de su profundo testimonio, el Señor nos repite hoy a todos y a cada uno las palabras que dirigió a Jeremías, y que hemos escuchado en la primera lectura: No les tengas miedo; no temas a nada ni a nadie, pues yo estoy contigo y pongo mis palabras en tu boca.

 

 Católicos del siglo XXI, no tengáis miedo a los avances de la ciencia, porque la fe no tiene nada que temer de la razón ni de la búsqueda sincera de la verdad. No tengáis miedo a navegar contra corriente de las ideologías, porque nos lleva el Aliento de Dios al mar siempre novedoso de las Bienaventuranzas. No tengáis miedo a seguir a Jesucristo, porque Él es la Verdad que nos hace libres en una cultura que pretende domesticarnos, el Camino que nos lleva a la plenitud humana frente a los recortes que impone la sociedad del bienestar; y la Vida que hace emerger todas posibilidades que hay en cada uno de nosotros. No tengáis miedo a anunciar el Evangelio, porque el Señor ha puesto esta Palabra en nuestros labios y, como ha dicho el Salmo responsorial, hasta de noche nos instruye internamente. No tengáis miedo a Dios, que es el origen y la meta del hombre. Nos lo ha dicho Jesús en el evangelio de la misa.

 

 

2.- «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo: permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). Esta expresión nos adentra en el corazón del Evangelio, anuncio gozoso de que Dios nos ama y nos ha manifestado su amor en Jesucristo. Esta experiencia de que Dios nos ama, inunda de alegría el corazón del creyente y le da la fuerza necesaria para amar sin condiciones. Por eso, en el momento de su despedida, Jesús insistió a los suyos en que los ha amado y los ama con el mismo amor del Padre, con ese amor del que nada ni nadie nos puede separar, como dice San Pablo en el capítulo octavo de su carta a los Romanos: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Rm 8, 35). Un amor que alegra el corazón del discípulo y pugna por salir, porque de la abundancia del corazón hablan los labios.

 

Sobre este amor nos habló también Benedicto XVI en su homilía del domingo: «Cada uno de nosotros, dijo, es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario (…) Nada hay más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él».

 

Tal es el mensaje de Jesucristo: nos ha revelado el amor de Dios y ha dicho que nos ama con el mismo amor con que Dios le ama a Él. Y pensando en nuestro bien, nos invita a permanecer en su amor. Pero ¿qué puede significar para nosotros, «permanecer en su amor». ¿Cómo podemos permanecer en el amor de Jesucristo? Voy a señalar tres aspectos que parecen responder a esta pregunta.

 

En primer lugar, conociéndole y amándole, tal como nos lo muestra la Iglesia. Él es el Hijo Unigénito de Dios, que se ha hecho hombre y ha muerto para redimirnos del pecado; que ha resucitado y camina en medio de su Pueblo. Permanecer en Jesucristo es creer en Él y amar como Él amó. Amando a Dios, sin que este amor nos aleje de la vida concreta ni de las personas que sufren hambre y explotación; y amando al hombre, sin que el interés urgente por su dignidad y sus derechos nos lleve a olvidar a Dios. Amar al hombre con un amor que no mira hacia otro lado ante las situaciones de hambre y de injusticia, pero tampoco se limita a sus carencias materiales, sino que afronta el vacío de Dios que amenaza la existencia de quienes habitamos en los países ricos.

 

 En segundo lugar, amándonos los unos a los otros. «Este es mi mandamiento, ha dicho Jesús en el evangelio, que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15, 12). Un amor afectivo, que nos impulse a potenciar la comunión eclesial y a respetar las diferencias legítimas. Necesitamos mantener nuestra identidad católica, tal como nos la presenta la Iglesia, en las cuestiones de dogma y de moral. Pero esta identidad en lo esencial, no nos tiene que llevar a impedir un pluralismo legítimo en cuestiones que son discutibles y en opciones temporales siempre complejas. La comunión eclesial no es lo que se ha dado en llamar el pensamiento único, sino la fidelidad a la fe recibida y la capacidad para presentar esta fe de manera que sea significativa también para el hombre de hoy.

 

Y finalmente, permaneceremos en el amor de Jesucristo en la medida en que proclamemos el Evangelio con nuevo ardor misionero. El Señor nos ha elegido para que demos fruto, un fruto que dure, ha dicho el evangelio. Como dura el de los grandes testigos de la fe, los santos. Su pasión por Dios y por el hombre originaron corrientes de vida evangélica que perduran aún entre nosotros. Pienso en personas sencillas, como Juan de Dios, Ángela de la Cruz y Juan Bosco; y en personas que ocuparon puestos de relieve, como el Beato Manuel González y el Papa Juan XXIII. Todos se distinguieron por su amor a Dios y porque dedicaron lo mejor de su vida a proclamar el Evangelio con obras y con palabras, saliendo al encuentro del hombre perdido en el desierto de una existencia empobrecida.

 

 Y también hoy, nos ha dicho el nuevo Papa, «hay muchas formas de

desierto: el desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed, el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado. (Y) existe también el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre». Es aquí donde tenemos que ser testigos de esperanza.

 

 Termino con unas palabras del evangelio que me parecen especialmente significativas para hoy, cuando estamos dando gracias al Señor. Son esas palabras que dicen:

 

 

3.- «Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a su plenitud» (Jn 15, 11). Tenemos muchos motivos para la alegría. Desde el cariño sincero que ha rodeado el «a Dios» a Juan Pablo II, a la celeridad con la que se ha elegido al sucesor, Benedicto XVI. Pero quizá el motivo principal haya sido esa honda conmoción que se ha producido en el corazón de muchos de nosotros al constatar que la Iglesia está viva porque Jesucristo está vivo. Y en Él seguimos descubriendo el rostro de Dios. Un Dios que nos ama con la ternura de un Padre y nos hace decir con el salmista:

 

«Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré», porque Él me enseñará el sendero de la vida y me saciará de alegría perpetua.

 

La alegría que inundó a la Virgen, al constatar su propia pequeñez y que Dios la había elegido para ser la Puerta por la que entrara su Hijo en esta tierra. Como eligió un día a Juan Pablo II, como ha elegido a Benedicto XVI y como nos ha elegido a cada uno para que seamos testigos de amor y de esperanza aquí y ahora.

 

  

 

+ Antonio Dorado Soto,

 

Obispo de Málaga

 

 

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