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Guillermo Tejero dirigirá la meditación del retiro de Cuaresma para los Laicos

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NoticiaCuaresma

Publicado: 03/03/2025: 179

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15 de marzo

Todos los laicos de la diócesis, las parroquias, los movimientos, asociaciones y delegaciones, están convocados por la Vicaría para el Laicado, al «Retiro de Cuaresma para Laicos» que tendrá lugar el próximo sábado 15 de marzo.

Se desarrollará de las 10.30 a las 13.00 horas del sábado 15 de marzo, en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Málaga. La meditación correrá a cargo del sacerdote Guillermo Tejero, consiliario de la Delegación de Pastoral Familiar y párroco de San Miguel (Miramar), además de coordinador diocesano para el Año Jubilar 2025. 

La entrada es libre. 

 

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Celebración jubilar en el Centro Penitenciario Sevilla I y en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario

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Celebración jubilar en el Centro Penitenciario Sevilla I y en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario

Los internos del Centro Penitenciario Sevilla I participaron en la Eucaristía presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, la mañana del pasado sábado, con motivo de la celebración jubilar de los privados de libertad.

La misa fue concelebrada por el vicario episcopal para la Pastoral Social, Salvador Diánez, el delegado diocesano de Peregrinaciones y responsable de las celebraciones jubilares en Sevilla, Manuel Soria, los capellanes del centro penitenciario, José Pablo Hoyo y Teodulo Lorenzo. Asistieron también los diáconos permanentes, Félix Quijada, delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria y Francisco Rodríguez, así como los seminaristas Javier Garrido y Pablo Noguera. En la Eucaristía estuvieron presentes Mari Luz Pozo, administradora del Centro,  voluntarios y privados de libertad.

En su homilía, mons. Saiz Meneses, dijo que “la misericordia de Dios llega a todos, especialmente al que más lo necesita, porque su amor es más fuerte que el pecado”. En esta línea, exhortó a toda la comunidad penitenciaria «a acudir con frecuencia al sacramento de la Reconciliación para estar en gracia de Dios y vivir la vida con alegría y esperanza”. Destacó que el año jubilar convocado por el papa Francisco “es un tiempo de reconciliación con Dios y con los hermanos, de experimentar el perdón, de empezar de nuevo”.

Durante la celebración jubilar un privado de libertad recibió su primera comunión, “un motivo para dar gracias a Dios”, subrayó el arzobispo hispalense. Al término de la celebración eucarística visitó las instalaciones del Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla, donde tuvo un coloquio con los internos, acompañado por el capellán Emilio Calderón y el director del Centro, Fernando Ávila.

A la visita al Centro Sevilla I y al Hospital Psiquiátrico Penitenciario acudieron voluntarios de la pastoral penitenciaria y miembros de las hermandades de la Macarena, La Lanzada, Santa Marta, El Amor, el Silencio, el Cachorro, la Amargura, el Cautivo de Santa Genoveva, el Cautivo de Brenes y  el presidente de Cursillos de Cristiandad de Sevilla.

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Retiro espiritual de Cuaresma para familias, el domingo 9 de marzo, en Guadix

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Retiro espiritual de Cuaresma para familias, el domingo 9 de marzo, en Guadix

El próximo domingo 9 de marzo, se va a celebrar, en Guadix, un retiro de Cuaresma para familias. Será en el Centro Diocesano de Espiritualidad, de 10 de la mañana a 5 de la tarde. Está organizado por la delegación de Familia y Vida y, por supuesto, está abierto a todas las familias que quieran participar.

El retiro, que será dirigido por el sacerdote Antonio Fajardo, consiliario de la delegación de Familia y Vida, lleva como tema “La familia, hogar de esperanza”.

Desde la delegación, se anima a los matrimonios a asistir y compartir un día de oración y de fe. También es una jornada para la convivencia y, sobre todo, para pasarla en familia, con otras familias.

Para facilitar la organización, se ruega confirmar la asistencia en el telef 647995512 o en el email familiayvida@diocesisdeguadix.es

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

Familia retiro Cuaresma 9 3 25 cartel

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Domingo VIII del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 2 de marzo de 2025

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Domingo VIII del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 2 de marzo de 2025

Este relato del evangelista Lucas recoge unas indicaciones de Jesús para los discípulos de todos los tiempos, compuestas de frases cortas y llenas de sabiduría popular, cargadas de psicología y que van acompañadas de ejemplos de la vida real.

Jesús denuncia el orgullo y la soberbia de quienes se creen mejores y más entendidos que los demás, que van siempre juzgando y dando lecciones por la vida, mientras que ellos mismos no cumplen lo que predican o lo que denuncian en de los otros. Esta actitud hipócrita se da cuando nosotros no hacemos autocrítica personal. Jesús no prohíbe hacer observaciones con objetividad ni la corrección fraterna, sino que nos propone hacerlo con humildad, no entrometiéndonos en un juicio que solo le corresponde hacer a Dios.

Nadie puede dar frutos buenos si no tiene un corazón bueno. Porque, al fin y al cabo, cada uno es lo que vive y lo que da. De esta manera Jesús hace una llamada a la conversión interior. Los frutos del corazón bueno son el amor, el perdón, la solidaridad, la entrega, el servicio, la mansedumbre… El árbol que da frutos buenos siempre está comprometido con los demás, en cambio, el árbol estéril, dominado por el egoísmo, se encierra en sí mismo y vive solo para sí.

Sólo el que construye su vida y pone por cimientos el Evangelio será fiel a las enseñanzas del Maestro y, por consiguiente, un buen discípulo.

Emilio J., sacerdote

https://elpozodedios.blogspot.com/

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La Diócesis de Jaén peregrina a Roma por el Año Jubilar

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Un centenar de peregrinos, provenientes de diversas partes de nuestra Diócesis, llegamos a la Ciudad Eterna con el objetivo de lucrar la gracia jubilar de este Año Santo, y para contemplar la belleza espiritual, cultural y patrimonial que ha sido testigo de la historia de la Iglesia durante siglos.

Desde el templo de Santa María de Montserrat de los Españoles y encabezados por nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, y junto al director del secretariado episcopal de peregrinaciones, D. Miguel Ángel Solas, los peregrinos iniciamos una experiencia única de oración, encuentro eclesial y renovación espiritual.

Uno de los momentos más significativos y esperados fue la peregrinación a la Basílica de San Pedro, atravesando el umbral de la Puerta Santa, cumpliendo así con uno de los ritos centrales del Jubileo: el paso simbólico del pecado a la gracia, del alejamiento a la reconciliación con Dios. Allí profesamos la fe ante la tumba del Apóstol, rezamos por la salud de Papa y depositamos las intenciones de nuestra Diócesis de Jaén. Llegamos al momento central del día, cuando celebramos la Eucaristía en la capilla del coro, presidida por la Inmaculada Concepción, lugar donde fue proclamado el dogma inmaculista. En la homilía, el Obispo nos invitaba a confesar y renovar nuestra fe como lo hizo Pedro, y testimoniarla con la coherencia de nuestra vida.

Posteriormente, nos dirigimos a la Basílica de Santa María la Mayor, donde pasamos por la Puerta Santa y ante el icono de la Salus Populi Romani, el icono mariano más venerado en la Ciudad Eterna, nos pusimos bajo su amparo maternal. También, veneramos la reliquia del pesebre de Jesús, un recordatorio tangible del misterio de la Encarnación.

Otro punto central de la jornada fue la visita a la Basílica de San Juan de Letrán, catedral del Papa y madre de todas las iglesias del mundo. Allí, los peregrinos atravesamos la Puerta Santa y profesamos la fe ante el Altar que custodia las reliquias de los Apóstoles Pedro y Pablo. Además, visitamos la Escalera Santa que, según la tradición, son los escalones que Jesús subió en el pretorio de Pilato.

Con una visita panorámica de la ciudad y el alma llena de gracia y agradecimiento, culminamos este día con la certeza de haber vivido un tiempo de gracia y renovación espiritual que ha avisado en nosotros el deseo de seguir creciendo en el amor a Cristo y su Iglesia.

Sobrecogidos por todo lo vivido, iniciamos la segunda jornada con la mirada puesta en el Apóstol de los Gentiles, y nos dirigimos a la Basílica de San Pablo Extramuros. Al llegar a este imponente templo, los peregrinos cruzamos la Puerta Santa en un ambiente de oración y nos dirigimos al sepulcro del Apóstol para profesar la fe. Nuestro Obispo destacó la figura de San Pablo como modelo de fe inquebrantable, exhortando a los presentes a vivir el mensaje del Evangelio con audacia y entrega.

Después, nos dirigimos a la Basílica de San Pedro in Vincoli para celebrar la Eucaristía en este lugar especial  donde se custodian las cadenas con las que San Pedro fue apresado, y donde se encuentra la famosa escultura del Moisés de Miguel Ángel. En la homilía, Don Sebastián nos invitaba a pedir la intercesión de San Pedro para fortalecer nuestra fe y liberarnos de las cadenas que nos esclavizan en nuestra vida. Por la tarde, paseamos por el Coliseo y los foros romanos y visitamos las plazas barrocas de Navona, Trevi, España, etc.

De Roma, cuna del cristianismo y corazón del catolicismo, nos llevamos no solo recuerdos eternos y experiencias compartidas, sino, también, un corazón renovado, fortalecido en la fe y lleno de gratitud, donde hemos podido vivir la riqueza de este Jubileo 2025 de manera única y profunda.

Francisco Javier Cova
Secretario particular del Obispo

Galería fotográfica: «Peregrinación diocesana a Roma»

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Cuaresma del Año Jubilar 2025

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El próximo miércoles comenzamos una nueva Cuaresma, un tiempo de gracia en el marco del Año Jubilar 2025. El espíritu de este tiempo se resume en una palabra, conversión, que significa cambiar de vida, volverse hacia Dios, dejar que renueve nuestro corazón. La Cuaresma es un tiempo propicio para hacer un alto en el camino y examinar nuestra vida. Es un tiempo para preguntarnos: ¿Cómo está mi relación con Dios? ¿Cómo estoy viviendo mi fe en el día a día? ¿Estoy siendo coherente con el Evangelio que profeso? Estas preguntas no son fáciles, pero son necesarias si queremos crecer en nuestra vida de fe y acercarnos más al Señor. Es un camino que nos conduce a la Pascua, un itinerario espiritual que nos invita a la a la renovación interior y a la reconciliación con Dios y con los hermanos. Este año, al celebrarse el Jubileo, este camino adquiere un significado aún más profundo, pues nos recuerda que Dios es misericordia y que su amor nos llama constantemente a volver a Él.

La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma en este Año Jubilar con espíritu de peregrinación. Peregrinar significa caminar hacia un lugar sagrado, pero también implica un movimiento interior, un viaje del alma hacia Dios. En este sentido, la Cuaresma es una peregrinación hacia el corazón de Cristo, hacia su misericordia infinita. Es un tiempo para dejarnos transformar por su amor, para que, al llegar a la Pascua, podamos resucitar con Él a una vida nueva. El primer paso en esta peregrinación cuaresmal es el reconocimiento de nuestra fragilidad y de nuestro pecado, para decir con el salmista: «Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa» (Sal 51, 3). No podemos experimentar la misericordia de Dios si no reconocemos que la necesitamos. El pecado nos aleja de Dios, pero Él nunca se aleja de nosotros. Por eso, la Cuaresma es un tiempo de arrepentimiento, de confesión, de volver a la casa del Padre como el hijo pródigo.

En este Año Jubilar, la confesión sacramental adquiere un significado especial. El sacramento de la reconciliación es la puerta de la misericordia, el lugar donde experimentamos de manera tangible el perdón de Dios. No tengamos miedo de acercarnos al confesionario. Allí nos espera un Padre lleno de amor que nos abraza y nos devuelve la dignidad de hijos suyos. Os animo a recibir este sacramento con frecuencia, con la debida preparación, y a vivirlo con un corazón contrito y humilde. En segundo lugar, la Iglesia nos recomienda la práctica de la oración, el ayuno y la limosna de modo especial en este tiempo. El ayuno nos ayuda a dominar nuestros instintos; la limosna, el compartir, nos invita a salir de nosotros mismos y a ser más solidarios con los necesitados; la oración nos une a Dios y nos hace intercesores de nuestros hermanos

El tercer elemento en nuestra peregrinación cuaresmal es la escucha de la Palabra de Dios. La Cuaresma es un tiempo privilegiado para acercarnos a la Sagrada Escritura, para meditarla y dejar que ilumine nuestra vida. La Palabra de Dios es viva y eficaz, y tiene el poder de transformar nuestros corazones. En este Año Jubilar, os animo a dedicar tiempo cada día a la lectura orante de la Biblia, a escuchar lo que Dios quiere decirnos y a poner en práctica sus enseñanzas. Os animo a vivir esta Cuaresma con intensidad, con un corazón abierto a la gracia de Dios. Que este sea un tiempo de verdadera conversión, de encuentro con el Señor, de reconciliación con los hermanos. Que María, Madre de Misericordia, nos acompañe en este camino y nos lleve a su Hijo Jesús. Que Ella, que estuvo al pie de la cruz, nos ayude a vivir con fe y esperanza estos días santos, para que, al llegar a la Pascua, podamos cantar con alegría: «¡Aleluya! Cristo ha resucitado».

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

Llega la Cuaresma, hacia la Pascua

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El misterio central de la fe cristiana es Jesucristo, que murió por nosotros y nos perdonó
todos nuestros pecados, y al tercer día resucitó, abriéndonos de par en par las puertas del
cielo. Esto lo celebramos continuamente en todas nuestras celebraciones. Pero una vez
al año lo celebramos con toda solemnidad. Esta es la Semana Santa que desemboca en
la Pascua.
Para prepararnos a la Semana Santa, la Iglesia nos introduce en el tiempo de Cuaresma,
que dura cuarenta días y que desemboca en la Pascua, que dura cincuenta días. Estos
noventa días son tiempo privilegiado del año litúrgico, para vivir más intensamente el
misterio cristiano, en lo que tiene de configuración con Cristo, que se ha despojado de
todo hasta la muerte en cruz y que ha sido ensalzado en la resurrección, el primero entre
los muertos.
Entremos en la Cuaresma. El miércoles de Ceniza todos agachamos nuestra cabeza para
recibir la ceniza, que nos recuerda nuestra condición de polvo, al que volveremos tras la
muerte. La ceniza viene a recordarnos lo que somos por nosotros mismos. Somos puro
polvo, que se desvanece. A este polvo Dios se ha abajado, tomando nuestra carne,
elevándola hasta ser glorificada en la resurrección. Si somos algo, es nuestra condición
de hijos de Dios, llamados a ser amados para toda la eternidad.
La vanidad de nuestra vida entre en verdad durante este santo tiempo de Cuaresma. Nos
creemos algo, nos ilusionamos con cualquier cosa, más aún, nos mentimos a nosotros
mismos y nos creemos nuestras mentiras. La Cuaresma nos introduzca más y más en la
verdad de lo que somos y a lo que estamos destinados. El referente siempre es
Jesucristo. El no tuvo pecado, él vivió siempre en la verdad. Sin embargo, asumió
nuestra condición débil y se humilló haciéndose obediente esclavo hasta la muerte y
muerte de Cruz, para ser glorificado por el Padre. Por este camino nos ha librado de la
muerte, de la mentira y del pecado, y nos ha abierto de par en par las puertas del cielo,
de la vida eterna con Dios para siempre.
La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, nos marca la pauta. Nos invita al ayuno.
Cristo ayunó durante cuarenta días, y fue tentado por el diablo, al que venció bien
agarrado a la Palabra de Dios. La Iglesia nos invita a ayunar de tantas cosas: de nuestros
vicios y malas costumbres, de nuestro despilfarro en un mundo que nos incita
constantemente al consumo, mientras muchos a nuestro alrededor y lejos de nosotros no
tienen ni lo elemental para sobrevivir. Con el espíritu afilado por el ayuno, podamos
entrar más en el misterio de Dios y podamos ser más solidarios con nuestros hermanos.
Nos invita a la oración. Volvamos a Dios. Él nos curará y llenará nuestro corazón de la
alegría que no tenemos. En este año jubilar, nos llenará el corazón de esperanza.
Encontremos tiempo más abundante para la oración cotidiana, para un retiro durante la
Cuaresma, para desenredarnos de las cosas de este mundo y abrir nuestra alma a Dios.
La capilla de la adoración permanente, la visita al Santísimo sacramento, el compromiso
diario del santo Rosario, la frecuencia del sacramento del perdón y de la comunión
eucarística en la Misa. Volvamos a Dios y él nos restaurará.
Nos invita a la limosna. Aflojemos nuestro bolsillo y seamos más generosos. Dedicando
nuestro tiempo a los demás, a tantas personas que están solas, a tantos otros que no

tienen posibilidades de insertarse, a los que sufren la injusticia de los demás, a los que
son abusados de tantas maneras, a los migrantes que llegan buscando una mejor
situación. Abre tu corazón al hermano, no te cierres a tu propia carne, y tu vida florecerá
en frutos de justicia.
Vivamos la Cuaresma. Es tiempo de gracia y de salvación. Es tiempo de Dios y de los
hermanos. Y así caminaremos hacia la Pascua, hacia la renovación de nuestras vidas.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

Saber vivir

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Me invitan, en los locales parroquiales, a una reunión de Narcóticos Anónimos. “Desde siempre la Iglesia nos ha abierto sus puertas –me dicen–, nunca nos ha juzgado, somos personas”. Los hay jóvenes y adultos. Poco a poco, van desgranando su vida y me narran los episodios por los que han pasado o están pasando. El vacío, la falta de identidad, no poder o no saber enfrentarnos a la vida nos lleva a situaciones destructivas y esclavizantes.

Miro a cada uno a los ojos mientras hablan, y valoro su valentía. Sinceros, sin decorado ni maquillajes. La existencia sobre la mesa. En el fondo, es como montar un puzle: buscamos las piezas en el tablero de la vida y, al final, no nos encajan las que tenemos en la mano. Nadie nos ayuda y, si lo intentan, insistimos –a veces con violencia– en montar el puzle solos. Pensamos que nos bastamos.

Nadie nos ha dicho que hay demasiadas piezas que nos sobran, ni que no es necesario correr, ni que podemos compartir la vida, ¡Dios, qué vértigo! E insistimos en encajar alguna pieza a la fuerza y salta en pedazos el puzle, al menos una parte. ¡Cuánto sufrimiento! Otra vez el vacío. Hay que comenzar de nuevo, nunca tirar la toalla.

Es una gracia encontrar un grupo de personas que pasan por tus circunstancias, que te escuchan, totalmente gratis, sin subvenciones, en una sencilla sala de catequesis, donde nos podemos mirar a los ojos, donde narramos nuestro día a día, donde nos aplaudimos si nos superamos. Su lema es ‘Solo por hoy’, y así uno, y otro, y otro más, viviendo el presente hasta superar la adicción.

Algunos me dijeron que habían encontrado a Dios en aquellos encuentros donde han comenzado a saber vivir. Han descubierto la protección y el sentido. Entonces pensé en la concepción de la Iglesia como hospital de campaña, que nos dice el papa Francisco. Y les hablé del espíritu de superación, el paso a paso, el ‘solo por hoy’.

Cuando me encuentro con situaciones de desamparo y humillación, siempre pienso en la tercera caída de Jesús, del ejercicio del viacrucis. Después del abandono, de la paliza y la burla, de los azotes, del sufrimiento infringido, de una noche en blanco… le ponen un madero en los hombros y a empujones le conducen al suplicio final. No hay muchos que puedan resistir tanto desgarro físico y moral. Pero la tradición dice que, después de dos caídas y una tercera, se vuelve a levantar y sigue fijo hacia la cumbre. Y yo, viendo cada uno de esos rostros, también el de Cristo, pienso: ¡Cuánto se puede cuando digo: ya no puedo más! Gracias de corazón.

¡Animo y adelante!

+Antonio Gómez Cantero

Publicado en Revista Vida Nueva el 15/02/2025

Volver al corazón

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En su Encíclica titulada Dilexit nos, sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, publicada el pasado mes de octubre, el Papa Francisco ha reivindicado con fuerza la importancia del corazón. En el primer capítulo de este luminoso documento magisterial encontramos expresiones como las siguientes: «necesitamos recuperar la importancia del corazón» (DN 2); «en este mundo líquido es necesario hablar nuevamente del corazón» (DN 9); «hay que afirmar que tenemos corazón» (DN 12); «necesitamos que todas las acciones se pongan bajo el “dominio político” del corazón» (DN 13). Estas afirmaciones buscan el respaldo en el pensamiento filosófico, en la Sagrada Escritura y en la teología, para llegar al momento eclesial en el que el Papa sitúa su encíclica, la recepción del Vaticano II: «Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón» (DN 29). En concreto, Francisco recupera tres pasajes de la Constitución Gaudium et Spes: el primero, donde se habla del drama de la guerra («tenemos todos que cambiar nuestros corazones… para que nuestra generación mejore»: GS 82); el segundo, donde se habla de los sufrimientos de nuestro tiempo («los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano»: GS 10); y el tercero donde se afirma la exigencia de dignidad que el evangelio despierta en el corazón del hombre (cf. GS 26).

En realidad, al reivindicar la importancia del corazón, Francisco no hace sino volver a la enseñanza de Cristo transmitida por los evangelistas. Cuando llegamos con la Iglesia a la octava semana del tiempo ordinario, la palabra de Nuestro Señor Jesucristo arroja luz sobre nuestro corazón para que tengamos la valentía de acoger su mirada misericordiosa y mirar a nuestro interior reconociendo lo que nos daña. Si no rechazamos su luz, experimentamos el consuelo de su perdón y veremos nuestro corazón restaurado. El Señor señala en concreto tres males que dañan profundamente el corazón humano: primero, la soberbia que lleva a creernos superiores a los demás; el segundo mal, la palabra hiriente que daña al hermano; y el tercer mal, la hipocresía de quienes se empeñan en señalar la mota del ojo de los demás, sin aceptar la viga que llevan en el suyo. El hombre bueno, de la bondad que atesora su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca (Lc 6, 45).

Se entiende así por qué el Papa Francisco nos llama a acudir sin dilación al Corazón de Cristo: «para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar» (DN 30).

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Jorge Martín de la Coba, nuevo secretario – canciller

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Mons. José Mazuelos ha nombrado a Jorge Martín de la Coba como nuevo secretario general – canciller de la diócesis de Canarias. Además, el sacerdote teldense también ha sido nombrado vicario episcopal para la Economía y el Patrimonio. Jorge Martín de la Coba es párroco de Teror y rector de la basílica Ntra. Sra. del Pino.

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