Un nuevo Cursillo de Cristiandad ha tenido lugar entre los días 27 y 30 de junio en la Casa de Espiritualidad de San Juan de Ávila de la Yedra.
Este cursillo ha sido coordinado por Rosa María González Peláez y ha estado formado por un equipo de once responsables junto a dos jóvenes matrimonios como equipo doméstico.
Y como siempre, junto a nosotros, nuestro Consiliario y Viceconsiliario, D. Sebastián Guerrero y D. Carlos Moreno, acompañados en esta ocasión por D. Antonio Blanca, Delegado de Juventud de nuestra Diócesis.
Una vez más, damos gracias al Señor porque ha derramado su gracia en los dieciocho cursillistas que desde los distintos puntos de nuestra provincia han dicho SÍ al Señor a través del Cursillo 334 de nuestra Diócesis de Jaén.
El Señor siempre sorprende, el Señor siempre da más, no hay lógica con Él. Lo hemos comprobado de nuevo.
¡Cuánta necesidad hay de conocerlo, de reencontrarse de nuevo, de volver al amor primero! Y es que, gracias a Dios, en nuestra Diócesis “algo nuevo está brotando”, algo nuevo que es fruto del trabajo de nuestro Obispo Don Sebastián, de sacerdotes y laicos en comunión con el Papa que está llegando a los corazones, llenándonos de esperanza.
Cursillos de Cristiandad es solo una parte del primer anuncio que como decimos, tanto bien está haciendo en nuestra Iglesia. En este cursillo 334, hemos sido testigos de la sed de Dios que tenemos, de cómo tantas veces vamos sin rumbo, caminando por inercia. Cuántas veces sentimos el peso de la soledad en nuestras vidas y cómo esto nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos. A pensar que solos lo podemos todo. Que nuestras fuerzas son suficientes para seguir avanzando. La triste realidad es que vemos que no podemos y eso nos hace infelices. Nuestro corazón busca algo más. Una semilla que brote dentro de nosotros y nos devuelva la alegría de una vida nueva.
El Espíritu Santo ha estado presente en todo momento para propiciar un triple encuentro con nosotros mismos, con Dios y con los demás.
Así dentro de esta bendita Casa ha ido calando el Señor en cada uno de nosotros. Hemos podido acercarnos a la fuente de agua viva que es su Sagrado Corazón que nos limpiaba de nuestras heridas y nos hemos preguntado: ¿Señor, qué viste en mí? ¿Qué viste en cada uno de nosotros para amarnos de esta manera, para esperarnos con esta paciencia que solo un Padre conoce?
Conocer el rostro de Cristo o volver a recordarlo, que también es muy importante, es volver al inicio, es hacer un parón en nuestras vidas y darnos cuenta de por dónde vamos, por donde nos lleva esta sociedad en la que nos ha tocado vivir. Una sociedad en la que, por desgracia, no hay lugar para el Señor.
Sentir la presencia de Jesús en nuestras vidas es sentir que no caminamos solos, que caminamos de su mano, la mano de un amigo que nunca falla. La mano de un amigo que jamás me soltará. Su mano me hará ver cómo hace nuevas todas las cosas cada día, para mí y para tí, para todos. Y así, agarrados a ella podremos seguir nuestro día a día y podremos aligerar nuestras cargas que a día de hoy son: la soledad, la incomprensión, la desesperanza entre muchas otras, y ver que siempre ha estado la luz allí en el Sagrario, encendida, esperándonos, anhelando nuestra presencia como buen Padre.¡ Que bien se descansa en su pecho! ¡Cómo conforta su presencia!
¡Qué grande es el Señor, qué grande el abrazo que nos ha dado para que digamos SÍ a su voluntad y SÍ a ser testigos de su Palabra! Estamos llamados a insertarnos en nuestras parroquias y ponernos al servicio de la comunidad, a fermentar los ambientes y dar fruto. A dar gratis lo que hemos recibido gratis y a contar todo lo que hemos visto y oído.
Siempre desde la humildad y el servicio.
Como siempre solemos decir, a nosotros solo nos queda decir como Santa Ángela de la Cruz: “QUE DIOS SE LO PAGUE A DIOS”.
Cursillos de Cristiandad de Jaén
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