Semblanza de Miguel Vega Martín

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

En la Misa exequial por el sacerdote malagueño Miguel Vega Martín, párroco de Santa Rosa de Lima, su compañero en el presbiterio Gabriel Leal leyó la semblanza que reproducimos a continuación.

Ayer de Madrugada, el día en que Miguel hubiese celebrado los 44 años de su ordenación de diácono al servicio de la Iglesia y de los pobres, el Señor lo ha llevado con él. ¡Bendito sea el Señor!, que ha sido su fuerza, Roca y Salvación, como decía el canto de entrada que Miguel y sus compañeros eligieron para su ordenación sacerdotal.

Miguel vino a la vida el día de la Purísima de 1949, en el seno de la familia formada por Miguel y María, en la que ya estaba su hermano Diego, una familia acogedora y trabajadora. Miguel dio sus primeros pasos en el Colegio de Gamarra y creció en la fe a la sombra de la Parroquia de la Purísima, de cuya mano ingresó en nuestro querido Seminario en 1966, acabada su formación profesional en la Escuela Francisco Franco de nuestra ciudad, que tanto bien hizo.

Después de tres años en el Seminario menor de Málaga donde completó su formación humanística, Miguel realizó la etapa de formación para el ministerio en nuestro Seminario en Granada. Una etapa que fue una verdadera gracia de Dios, vivida en dos barrios muy humildes, acompañados por nuestro formador: el Cerrillo de Maracena y Haza Grande. La vida cercana al barrio, el ritmo comunitario centrado en la Eucaristía y la formación teológica de la Facultad de Teología fue el horno donde maduró la formación sacerdotal de Miguel, que recibió la ordenación de diácono el 10 de septiembre de 1977 y la de presbítero el 10 de junio de 1978.

Miguel inicio su ministerio pastoral en la Serranía de Ronda, donde sirvió a las parroquias de Benarrabá, Algatocín, Jubrique, Genalguacil y Atajate primero como diácono y después, como de presbítero a las parroquias de Benadalid, Benalauría, Jimera de Libar y Atajate, hasta el año 1984. Un trabajo parroquial que compatibilizó con su servicio como profesor de Religión en el Instituto de Ronda, cuando en determinados ambientes eclesiales no era bien vista esa misión y el desplazamiento a las clases costaba más que la remuneración que se percibía del estado.

En 1984 fue destinado a las parroquias de Periana, Alcaucín, Mondrón y los Marines a las que sólo pudo servir un año. Ante la enfermedad de María, su madre, D. Ramón Buxarráis, lo trajo a esta parroquia de Santa Rosa de Lima, para que pudiera estar cerca y cuidarla junto con su hermano Diego.

Quienes habéis compartido los 36 años de servicio de Miguel en esta parroquia sois testigos de su dedicación y entrega generosa, de su capacidad de acogida y escucha, de su cuidado en el servicio de la fe de la que son un testimonio claro el nutrido grupo de jóvenes ya maduros que hoy forman el núcleo de la comunidad parroquial.

Miguel también ha ejercido su ministerio en el ámbito Diocesano como administrador del Seminario desde 1997 a 1991, y un tiempo como secretario del mismo. Ha sido miembro del Consejo de Asuntos Económicos y desde el 2002 al 2009, del Consejo del presbiterio.

En el año 2000 fue nombrado archivero Diocesano, un servicio que le ha permitido poner sus amplios conocimientos de historia al servicio del mismo. 

Miguel siempre ha tenido una enorme curiosidad intelectual, sobre todo en el campo de la historia, especialmente en la época de la dominación musulmana, que le ha llevado hasta iniciarse en el conocimiento del árabe. De su conocimiento son testigos los artículos publicados en revistas especializadas y el libro sobre los sellos parroquiales editado en nuestra diócesis.

Miguel ha sufrido una larga y dura enfermedad, diagnosticada en el contexto de una gravísima operación de vesícula que sufrió en octubre del año 2013. 

Gracias a los miembros de la comunidad parroquial que tan cercanos y atentos habéis estado siempre con Miguel. Una gratitud que quisiera explicitar, por lo que tiene de testimonio evangélico, en la extraordinaria cercanía de Salvador Peña, su fiel amigo, en el matrimonio de Ernesto e Irene; gracias al doctor Ismael y Toñi, su esposa, enfermera de cabecera de Miguel, y a Marcos, que con tanto cariño y generosidad lo han cuidado, especialmente en la etapa más dura de su enfermedad.

Querido amigo Miguel, el Señor te habrá acogido con sus brazos misericordiosos abiertos de par en par; esperamos y pedimos te dé el premio reservado a los que, en medio de sus debilidades, han querido vivir el ministerio sacerdotal con autenticidad y entrega generosa.

En la comunión de los santos esperamos tu cercanía para poder terminar nuestra carrera y, como dice san Pablo, llegar a la meta habiendo gastando la vida en amar y servir, como tu. 

Un fuerte abrazo, querido amigo, compañero y hermano. Unidos en el Señor.

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