Santa María de la Victoria, la patrona soñada para Málaga hace cinco siglos

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El 8 de septiembre, la Diócesis de Málaga celebra el día de su patrona, Santa María de la Victoria, una advocación soñada por el rey Fernando el Católico y que hoy, cinco siglos después, continúa muy viva entre los malagueños y melillenses que la siguen invocando.

Un nombre, además, el de Victoria, que va unido indefectiblemente al de Málaga, y que los malagueños siguen eligiendo para nombrar personas e instituciones.

Su trono de templete está varado en Lagunillas desde 2019, aunque la Madre de Málaga siempre navega entre gracias y rogativas en estos tiempos de pandemia. Siempre vela por sus náufragos.

Soñé, hace unos días, con la procesión en calle Strachan y la familia Reche Puerto realizando su tradicional ofrenda: penca de biznagas, perfume malacitano y mariano por excelencia del lugar donde el paraíso tiene su capital: Málaga. En ese momento la luna aparece en lontananza; las campanas catedralicias anuncian el inminente paso de Santa María de la Victoria por la fachada del primer templo de la diócesis. La mecida es solemne en el tranquilo rebalaje de “la subida” de cada 8 de septiembre.

Navegar en la historia de la Patrona de la Ciudad de Málaga, de la Diócesis y de la Orden Mínima en España significa surcar la esencia de una flor personal, singular e intransferible; una historia compartida con España y el planeta. Solo desde aquí su historia goza de génesis, solo desde aquí se explica que su nombre bautizara desde Triana (Sevilla) a la Nao designada por Dios para completar la primera vuelta marítima al globo terráqueo. Se cumplen ahora cinco siglos de esta victoriana singladura. Solo desde aquí partió la primera Eucaristía para tierras americanas en las entrañas de Bernardo Boyl, fraile de la Orden Mínima que acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje.

¡Tantísimo puede ser contado! El nombre de Santa María de la Victoria lo enarbolan el Hospital Clínico Universitario, la Fundación Diocesana de Enseñanza, los colegios de Maristas y Gamarra, coral, escolanía, banda de cornetas y tambores, el topónimo del Rincón de la Victoria, comercios, asociaciones… incluso una marca de cerveza ‘malagueña y exquisita’. Su nombre zarpa con el amanecer de cada día, sirve de brújula, sextante y sondaleza; amanece en Málaga y fuera de ella, donde los Frailes de la Victoria o Mínimos sirvieran a la divulgación universal de la Virgen de Málaga.

El sueño del Rey Fernando

¿Cómo nació esta historia? La leyenda dice, que en el mismo lugar donde la Virgen de la Victoria recibe culto en el barrio que lleva su nombre, el rey católico visionó mientras dormía. En su sueño apareció san Francisco de Paula, cariñosamente llamado ‘El Abuelillo’; estaba postrado de hinojos para indicarle que no desesperara porque “en tres días Ella te dará la victoria”. El monarca despertó y unos frailes enviados por el nacido en Paula le entregaron misiva con idéntico mensaje. Las escenas se relatan en atrio y retablo de la Basílica de la Victoria. Ni el levante, ni el poniente avientan la añeja sentencia de “la Niña no sale sin El Abuelillo” y eso que llegó incluso a existir la costumbre de incluir en el cortejo procesional de la Virgen de la Victoria un trono para él. Solo aquí san Francisco de Paula se convirtió en ‘El Abuelillo’, acompañante fiel de su ‘Niña’ de la Victoria. Esta familiaridad queda patente cuando se encuentran en el presbiterio de la Catedral para la celebración de la anual Novena. La Real Hermandad baja a la Patrona desde el ‘Chupitira’; a la par, el no oficial gremio de sacristanes de la Basílica de la Encarnación traslada una pequeña efigie del santo calabrés desde el columbario de canónigos hasta las plantas de nuestra excelsa Patrona; todo ello para representar el sueño de Fernando de Aragón en Málaga, en agosto de 1487.

Un sueño convertido en leyenda, que dio paso a una historia universal, con Farola y guía en Santa María de la Victoria. Navegar en su historia es lo más parecido a disfrutar su gloria.

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