La Iglesia católica, a través de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española, afirma que el Pacto de la Unión Europea sobre Migración y Asilo no está centrado en la persona y en el bien común.
La Iglesia española expresa su decepción ante una oportunidad perdida para mejorar políticas y leyes vigentes respecto a la acogida y protección de migrantes
Se ha dado conocer el contenido de un acuerdo político entre las distintas instituciones de la UE denominado Pacto de Migración y Asilo. A la espera de las concreciones técnicas y en base al texto presentado, la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad humana, orientada siempre por la Enseñanza Social de la Iglesia, expresa su decepción ante una oportunidad perdida para mejorar políticas y leyes vigentes respecto a la acogida y protección de migrantes y refugiados en Europa. No encontramos en el texto un Pacto con una visión integral centrada en la persona y el bien común, sino un pacto para el control y la externalización de las fronteras. Para lo cual, resultan preocupantes los medios y prácticas que este Pacto quiere legitimar, tales como: permitir la detención de niños a partir de los 6 años, acelerar los procedimientos de asilo en detrimento del análisis profundo de cada solicitud, permitir una solidaridad a la carta entre países, reforzar los sistemas de identificación con datos biométricos, la confusión en el uso de conceptos jurídicos indeterminados como “crisis” o “instrumentalización” que pueden suponer una utilización interesada de los mismos, destinar dinero a gobiernos de terceros países sin garantías de que en ellos se respeten los derechos humanos.
Creemos que no se han abordado con rigor a nivel de la UE las alternativas que, tanto la Iglesia como tantos otros actores sociales, vienen promoviendo y pueden resultar más eficaces que las prácticas vigentes: en lugar de excusarse en el “efecto llamada”, contribuir a evitar las guerras y hambrunas promoviendo el desarrollo de las poblaciones locales y así poner el foco sobre los “efectos salida”. En lugar de agitar el miedo al migrante con fines electoralistas, desmontarlo con la verdad y apelando a valores humanos o religiosos. En lugar de justificarse en la lucha contra las mafias, invertir en lo que más puede restarles poder, el establecimiento de vías legales y seguras para una migración ordenada, habilitando corredores humanitarios cuando sea necesario y coordinando políticas entre las diferentes administraciones y países.
Obispos de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana