José Gálvez, un hombre extraordinario

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Hoy, 29 de abril, a las 20.00 horas, se celebra en la iglesia de los Santos Mártires la misa por el alma del Siervo de Dios D. José Gálvez Ginachero, con motivo del 61º aniversario de su fallecimiento.

En 1861, más de cien años después de su muerte, los escritos del jesuita Jean Pierre de Caussady (1675-1751) fueron redescubiertos y llevados a la imprenta. De entre su disperso repertorio de cartas, destacó, y aún hoy nos sigue invocando con fuerza, su «Abandono en la Providencia de Dios». En esta colección, el religioso nos explica cómo deben vivir los cristianos que quieran «hacerse santos».

La fórmula es muy sencilla: las vidas de los santos «aunque muy extraordinarias, no ofrecen sin embargo nada que no sea muy común y ordinario. Observadles con atención, y no apreciaréis nada impresionante, ni especial. Todos ellos viven el curso de los acontecimientos ordinarios. Lo que parece representar todo para ellos es esa dependencia continua de la voluntad de Dios. Y sea que cooperen ellos expresamente o que obedezcan sin advertirlo, están sirviendo para el bien de las almas».

No hace falta estrépito. Sólo hay que hacer, como nos explica Guardini, en cada momento lo que la situación requiera realmente. No lo que querrían mis motivos egoístas o mis predilecciones personales. No lo que dicte mi comodidad, mi ventaja o mi gusto, sino actuar sencillamente «como si la situación misma hablara, diciendo: esto es necesario, que ayudes a éste, que hagas este trabajo, que ejercites la paciencia en este sufrimiento… Hacerlo, limpia y correctamente, sin enderezarlo según deseos personales, o debilitarlo, falsearlo; esto es lo que lleva a la santidad». (R.Guardini, «El santo en nuestro mundo»)

En la Diócesis de Málaga se está instruyendo el proceso de beatificación de D. José Gálvez Ginachero. D. José fue un hombre extraordinario. Pero lo fue sobre todo en base a su actuación excepcional en lo ordinario debido. Esa actitud sencilla y silenciosa pero continua y constante fue la lluvia generosa que empapó el corazón de los malagueños. Y éstos reconocen en él a un hombre que llanamente, con su esfuerzo en el desempeño de la medicina y con la entrega de cuanto poseía, cumplió la voluntad de Dios.

Los santos, nos dice Guardini, «proceden de todos los estratos de la sociedad… pero tienen una cosa en común; la exigencia del amor de Dios los saca de lo cotidiano y los impulsa a realizar algo extraordinario». Y así, con el conjunto de la vida misma realizada haciendo lo que en cada momento requiere la situación conforme el Señor nos susurra al corazón, «difractan la divina simplicidad de Su luz en las más diversas formas de realización; acuñan modelos, muestran objetivos y caminos, liberan fuerzas que continúan su influjo a través de los siglos».

D. José Gálvez no necesita que le beatifiquen. Él, como señalaba San Pablo, ya procuró llegar a la meta y conservar la fe (2 Tim 4, 7 – 8), y es Dios quien le habrá reconocido los méritos que pudieran corresponderle. El estudio y recuerdo de su vida esforzada y desprendida, y, si procede, la declaración de que D. José ejerció las virtudes de modo heroico, nos servirá a nosotros. Nos enseñará que, igual que lo fue para un médico de la Málaga de principios del siglo XX, también es posible para nosotros, los malagueños de hoy, con sencillez y haciendo extraordinario lo ordinario, siempre atentos a la voluntad de Dios, ser auténticos santos.

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