«Esto no es una traca final, sino una sinfonía que no acaba nunca»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

D. Jesús Catalá presidió, en la Catedral de Málaga, la Asamblea final de la fase diocesana del Sínodo, en la que felicitó a todos «por este proceso sinodal que hemos vivido», y animó a seguir viviéndolo, pues no se trata de «una traca final como las de Valencia», sino de una «sinfonía que no acaba nunca».

A las 11.30 horas comenzaba la asamblea con una procesión de entrada con los representantes sinodales de los arciprestazgos, los delegados episcopales y el Sr. Obispo, flanqueado por un representante de la Delegación de Juventud que portaba una mochila y otro representante de la Delegación Pastoral Penitenciaria que portaba una sandalia.

El responsable diocesano sinodal, el sacerdote Rafael Pérez Pallarés, explicó al final de la asamblea el sentido de esa procesión: «El Espíritu Santo nos ha convocado para caminar todos juntos. Esto se ha expresado, de manera simbólica, en la procesión de entrada donde han participado los representantes sinodales de cada arciprestazgo; delegados y delegadas episcopales así como otros seglares y sacerdotes junto a nuestro obispo, que nos preside en la caridad. Esa procesión, donde juntos caminábamos, con nuestra particular mochila y sandalia diocesana y donde el báculo, el cayado del Buen Pastor nos acompañaba, expresaba la sinodalidad de manera sencilla pero contundente. Porque caminamos como Pueblo de Dios alentados por la presencia de Cristo resucitado, que estimula nuestros sentidos, expresado simbólicamente, en el cirio pascual del que tomaremos su luz en unos minutos».

Tras el saludo del Sr. Obispo y la monición de entrada de parte de una alumna del Centro Teológico, Claudia Sánchez, todos los participantes entonaron la oración “Adsumus”, oración de invocación al Espirltu Santo, que se había repartido previamente. 

Tras la lectura de un texto Ezequiel (37, 1-14) y el canto del Salmo (El Señor es mi pastor) por los miembros del grupo Amanecer, que se encargaron de los cantos de la celebración, se dio paso a la lectura de las síntesis de los 15 arciprestazgos de la diócesis con pausas para los cantos “Dame la fe” y “Ruth”.

Arciprestazgos

Los representantes de los arciprestazgos de Álora, Antequera, Archidona-Campillos, Axarquía Costa, Axarquía Interior, Coín, Cristo Rey, Fuengirola-Torremolinos, Los Ángeles, Marbella-Estepona, Melilla, Ronda Serranía, San Cayetano, San Patricio, Santa María de la Victoria y Virgen de Mar tomaron el micrófono para compartir una pequeña síntesis de todo lo trabajado, hablado y escuchado en sus lugares de origen.

Entre las ideas que se expresaron destacó la necesidad de crecer en comunión, la valoración positiva de la vida de las comunidades parroquiales y la religiosidad popular, la preocupación por los más jóvenes (sobre todo en el medio rural), la necesidad de fomentar la formación de los fieles y la valoración de los medios formativos diocesanos, la preocupación por llegar a los más alejados y necesitados, la acogida a las mujeres, jóvenes, niños y la necesidad de diálogo. 

No fue una lectura de algo ajeno, sino un compartir sincero de lo trabajado, sin obviar las críticas, ausencias y necesidades que se han ido viendo en cada uno de los rincones de la diócesis. Se habló de sinodalidad, comunión, clericalismo, distanciamiento… siempre concluyendo en el deseo de ser Iglesia en salida que no se predique a sí misma, sino a Cristo, y que camine en comunión.

Escuchar, discernir y compartir

Tras el canto del Aleluya de la tierra, de Brotes de Olivo, el diácono Rafael Carmona proclamó el texto del Evangelio, al que siguió la homilía de D. Jesús Catalá que comenzó con tres verbos: escuchar (escucharnos y escuchar la Palabra de Dios), discernir (escuchar al Espíritu, que es quien lleva a la Iglesia) y compartir. Para el Sr. Obispo, estos tres verbos definen el proceso sinodal que hemos vivido en la diócesis y que aún no ha acabado: «El proceso sinodal continúa. Debemos seguir viviéndolo. Ha servido para que tomemos más conciencia de que caminamos con Jesús. Hoy es día de dar gracias a Dios por este trecho de camino sinodal», expresaba D. Jesús, y añadía, «después de escuchar a los representantes de los arciprestazgos, vemos que hay mucho bueno. Gracias por este compartir».

Las preces corrieron a cargo del delegado de Pastoral Familiar, Ramón Acosta, y la delegada de Migraciones, Pilar Gallardo. Tras ellas, llegó el momento de rezar toda la asamblea junta el Padrenuestro y de las palabras del responsable diocesano sinodal, Rafael Pérez Pallarés, que valoró las muchas aportaciones diocesanas al Sínodo: «no solo las expresadas en los diferentes arciprestazgos, sino también en las distintas delegaciones como Pastoral Penitenciaria, Migraciones, Apostolado Seglar, Enseñanza o Vida Consagrada donde se incluye la Confer de Málaga o monasterios de clausura. O a través de realidades eclesiales como el Centro de Teología, la HOAC, la familia Carlos de Foucauld, el movimiento de la Asunción o los sacerdotes que habitan la residencia El Buen Samaritano, entre ellos Mons. Buxarrais. Estas y otras aportaciones, también de particulares, junto a la oración y trabajo de muchos, expresan el deseo de caminar juntos, desde la lealtad al Evangelio y la fuerza que otorga el Espíritu Santo».

Pérez Pallarés, delegado de Medios de Comunicación de la Diócesis, animaba a los presentes a comunicar lo vivido pues, «si nuestros corazones callan, a partir de hoy, estas piedras gritarán hasta la eternidad: este templo está siendo testigo de un acontecimiento, que como grano de mostaza, está llamado a germinar y dar fruto. Ahí fuera hay quien grita silenciosamente el anhelo de Dios y el Espíritu Santo, con gemidos inefables, se resiste a quedar encajado en los estrechos claustros de nuestras particulares realidades. Estamos llamados a caminar juntos en santidad, en comunión con el Papa y nuestro Obispo, echando las redes. El mar de Málaga, convertido en tumba magna de tantos hermanos nuestros que han perdido sus vidas en él, es todo un símbolo de nuestra llamada a remar mar adentro. Por la fuerza que otorga la Palabra echemos juntos las redes, sabemos en quién hemos puesto nuestra confianza. Que Santa María de la Victoria, aliente nuestro caminar diocesano».

El último signo de la asamblea fue el reparto de la luz del Cirio Pascual a todos los presentes, que la esperaban con unas velitas que repartieron las hermanas nazarenas al comenzar la celebración. Y, con la luz encendida, el Sr. Obispo dio la bendición y el acto, que había comenzado con el canto “Todos uno” de Ixcís, concluyó con el canto a la Virgen: “María, eres Victoria”.

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