«En Tierra Santa hay una hemorragia de cristianos»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Monseñor Maroun Lahham (Jordania, 1948) es obispo auxiliar emérito del Patriarcado Latino de Jerusalén, una diócesis que engloba a 70.000 fieles repartidos por cuatro estados: Israel, la Autoridad Palestina, Jordania y Chipre. Ha sido uno de los ponentes del ciclo sobre Islam y Cristianismo organizado por la Diócesis de Málaga.

¿En qué situación están hoy los cristianos en Tierra Santa?

Los cristianos allí sufrimos dos grandes problemas. El primero es político, provocado por el conflicto entre isralíes y palestinos, que dura desde hace más de 70 años. Los cristianos en Tierra Santa somos árabes, pero los israelíes no distinguen. Así que aquello que sufren los musulmanes árabes, lo sufrimos también los cristianos árabes. La ocupación militar impide que la Iglesia pueda trabajar de un modo sereno en Tierra Santa. El segundo problema, relacionado con el primero, es el de la emigración. En el siglo XIX, la población cristiana era del 20% y actualmente es de solo el 1,2%. Un problema añadido es que los que emigran son los jóvenes más cultos y preparados, que dejan a los que permanecen allí la responsabilidad de cuidar a los ancianos y a los niños.

¿Cómo trabaja la Iglesia para evitar este abandono?
Algunos fieles están convencidos y se quedan para dar ese testimonio de fe, pero lo cierto es que hay una hemorragia de cristianos en Tierra Santa. Una de las cosas que hacemos es ofrecer trabajo. El 33% de los cristianos palestinos tiene un trabajo remunerado en las actividades de la Iglesia. También ofrecemos viviendas para las parejas que se quieren quedar allí a vivir.

¿Qué podemos hacer nosotros desde aquí para que Tierra Santa no se convierta en un mero museo de santos lugares, sin cristianos?

Lo primero que debéis saber es que hay cristianos árabes, que no son musulmanes convertidos del islam. Al contrario, los musulmanes árabes de Tierra Santa son hijos de cristianos que se convirtieron al islam. En segundo lugar, animar a participar en peregrinaciones a Tierra Santa, puesto que todas estas peregrinaciones crean puestos de trabajo y esto también es una ayuda para los cristianos. En tercer lugar, sería bueno que en las peregrinaciones se incluyera la celebración de la Misa en una parroquia local, junto a los cristianos árabes. Anima mucho a esos cristianos el compartir su fe con otras personas que vienen de fuera. En cuarto lugar, trabajar por la justicia y la paz, puesto que al vivir en paz, los cristianos árabes no tendrán que abandonar su tierra natal. Y por último, orar por los cristianos de Tierra Santa para que tengan el coraje de testimoniar su fe en los lugares santos y que no los abandonen.

¿Qué podemos aprender de su experiencia de diálogo con el islam?
Hay que evitar dos extremos: por un lado, considerar que todos los musulmanes son buenos y estupendos y, por otro lado, considerar que todos son terroristas. No existe un único islam. No se puede comparar con la Iglesia Católica en la que existe una estructura monolítica. Hay que saber diferenciar los distintos tipos de islam. Y también es importante que la parte cristiana tenga bien fundamentada su fe porque no se puede ceder en cuestiones centrales para nuestra fe. Por eso, pienso que el cristiano árabe puede ser un puente entre la cultura musulmana y la occidental, porque comparte lo árabe a nivel psicológico y cultural, a la vez que comparte la fe con Occidente.

Antonio Moreno Ruiz

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