El gallo del coro

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

A la par de los animales que viven amparados a la protección que les brinda la Catedral y que, abarcan desde palomas hasta gatos, pasando por musarañas o pequeños murciélagos, hay otra fauna, fascinante, que convive en el espacio del coro codeándose con ángeles, santos y virtudes.

Pertrechados en los laterales de los reposabrazos de las sillas, tanto en la galería inferior como en la superior, se puede descubrir un amplio muestrario de animales reales y fantásticos que, como en cualquier obra antigua, no tienen la función de adornar, sino de ilustrar y ejemplarizar a quienes reparen en ellos. Pese a todo, estos virtuosos relieves salidos de las gubias de los oficiales a las órdenes de los maestros que tallaron la sillería, pasan desapercibidos, porque pocas son las personas en la actualidad que aciertan a interpretar su simbolismo.

Por lo general, suele haber más de una representación de cada uno de ellos, por lo que podemos contemplar varios leones, caballos, unicornios, camellos, garzas, águilas…, pero, solo hay un único tablero que reproduce a un gallo que, lejos de poses artificiosas y ostentosas como otros animales del coro, se encuentra inmortalizado mientras se afana en picotear granos.

En la simbología cristiana, esta ave tiene significados diversos, algunos tan positivos como el de personificar la vigilancia, tan recomendada por el mismo Cristo: Estad en vela, porque no sabéis que día vendrá vuestro Señor (San Mateo 24, 42-51). Incluso, las Escrituras elogian su prestancia, incluyéndolo entre los tres seres de más elegante andar (Proverbios, 30 29-31).

Además, es símil de los predicadores que despiertan con su verbo las conciencias adormecidas, al igual que hace el gallo cuando despierta a todos con su canto. Sin embargo, nos tememos que la intención de los anónimos autores que tallaron este tablero de la sillería era menos positiva aludiendo, sin duda, como se expresa en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, a las aves que se comen la simiente, según relata la parábola de los sembradores, personificando en ellas a quienes, teniendo la palabra de Dios al alcance, ni la entienden ni la atienden.

Por Alberto Palomo

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