50 aniversario de la presencia en Málaga de los Equipos de Nuestra Señora (Colegio Los Olivos-Málaga)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el 50 aniversario de la presencia en Málaga de los Equipos de Nuestra Señora, celebrado en el Colegio Los Olivos de Málaga el 30 de junio de 2012.

50 ANIVERSARIO DE LA PRESENCIA EN MÁLAGA

DE LOS EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA

(Colegio “Los Olivos”-Málaga, 30 junio 2012)

Lecturas: Sb 1, 13-15; 2, 23-24; Sal 29; 2 Co 8,7.9.13-15; Mc 5, 21-43.

(Domingo Tiempo Ordinario XIII – B)

1.- La hemorroisa

Hemos escuchado en el texto del Evangelio de Marcos, en este domingo XIII del Tiempo Ordinario, en el ciclo B, dos signos que Jesús realiza y que son complementarios; pero que en el fondo están expresando lo mismo: la fuerza de Jesús, la virtud, el poder, la potencia de Jesús para sanar al hombre de forma radical.

            En el primer caso es una mujer, la hemorroisa, que padece flujos de sangre desde hacía mucho tiempo y las soluciones humanas, científicas, no le resuelven el problema. Humanamente hablando no había solución (cf. Mc 5, 25-26).

Por tener ese tipo de enfermedad, según la mentalidad de la época, era considerada una mujer despreciada, porque era una forma de impureza legal; legalmente no debía tocar a nadie, ni acercarse a nadie, por su impureza permanente. Sin embargo, a pesar de esa prohibición legal, ella se atreve, en silencio sin decir nada a nadie, a acercarse a Jesús y tocar sus vestidos: «Habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto» (Mc 5,27). Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.

El Señor entiende que ha salido de Él una fuerza y la mujer viéndose descubierta tiene que decir, atemorizada y temblorosa, lo que ha ocurrido (cf. Mc 5,30). 

Respuesta de Jesús: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34). Esta mujer que va con discreción; pero es más hermosa la actitud de Jesús y la delicadeza con la que atiende a una persona necesitada.

Meditando este texto y esta figura de la mujer hemorroisa me planteaba que nuestra sociedad es también una hemorroisa. Nuestra sociedad en general está perdiendo vida, pierde sangre, pierde vitalidad. Y sólo acercándose a Jesús es capaz de renovarse internamente. Una primera enseñanza nos da este texto evangélico: la sociedad olvida a Dios y va detrás de sus médicos, de sus científicos y de sus políticos, pero no le resuelven sus problemas. Aquí hay un grupo de cristianos, que entiende que, acercándose a Jesús, escuchando su palabra, comiendo y participando de su cuerpo y sangre, se puede resolver el problema de la falta de vida y de vitalidad.

Eso es lo que habéis experimentado los que lleváis ya tiempo viviendo la fe cristiana desde el acompañamiento del Movimiento de los Equipos de Nuestra Señora.

Cada uno de nosotros deberíamos analizar hoy qué situaciones nos hacen perder vida; cómo podemos aportar nuestro granito de arena para superarlas. Pero de un modo especial cómo debemos acercarnos al Señor; cómo debemos animar a otros a decirle: “acércate a Dios porque tu vaciedad, tu falta de sentido en la vida, tu falta de vitalidad la puedes superar acercándote al Señor”.

            Jesús cura a la hemorroisa gracias a su fe.

2.- La hija de Jairo

Otra figura es la hija de Jairo, o mejor, el mismo Jairo. ¿Qué padre, cuyo hijo está gravemente enfermo, no busca la curación de su hijo?

¡Cuántos padres se nos acercan para decirnos: “he educado a mis hijos en la fe”; y llorando añaden: “pero algunos de mis hijos están alejados de Dios”! A veces con sentido de culpabilidad.

Sois familia, sois matrimonio y puede que alguno de vuestros hijos esté en esa situación. No tenéis la culpa vosotros; o, al menos, no os culpabilicéis; la sociedad tiene mucha influencia en vuestros hijos. En la medida en que ellos crecen, la influencia externa es más grande que la de los padres. No quiero decir con eso que los padres no tengan ninguna responsabilidad. Todos somos responsables, empezando por los dirigentes de la Iglesia. Somos responsables por nuestro modo de ser y por nuestra conducta.

Quisiera daros una palabra de ánimo. Hay muchas hijas de Jairo o hijos de Jairo, débiles y enfermos; no me refiero físicamente, sino débiles y enfermos espiritualmente que se han apartado de la fuente de la vida y de la fuente de la fe; se han alejado de Dios y vosotros como padres estáis preocupados. Por eso acudimos al Señor: “Señor, mi hija está enferma”. Y le pedimos al Señor que la cure, que le dé la fe, que le abra los ojos; pero esos ojos no se abren. No sabemos qué pasa en el corazón de nuestros hijos y en los hijos de nuestra sociedad.

El Señor quiere que sigamos pidiéndole. Al final dirá lo mismo que a la hemorroisa. Cuando le comunican a Jairo que su hija ya está muerta, le dice el Señor: «No temas; basta que tengas fe» (Mc 5, 36). Cuando parece que todo está perdido, recordemos estas palabras: «No temas; basta que tengas fe».

Pongamos a nuestros hijos en manos del Señor y de la Virgen. Él hará lo que nosotros no sabemos o no podemos hacer. Él curará la enfermedad, el sanará, el resucitará; pero hay que tener en cuenta que sus tiempos no son los nuestros; esa es la diferencia. Nosotros queremos las cosas de inmediato; mientras que el Señor nos cita para la eternidad, a largo plazo; sus tiempos no son los nuestros. Esa es una característica también de nuestra sociedad que quiere lo inmediato; lo quiere ya, quiere gozar ahora; mañana no sabe si vivirá; mañana qué sabemos.

El cristiano es capaz de renunciar a un bien, a un gozo, a una alegría inmediata por una alegría aplazada, pero más profunda. Hemos de mantener la fe.

La escena es dura desde el punto de vista humano: la desesperación de un padre que presiente la muerte cercana de su hija de doce años. Pero la muerte espiritual de un hijo no es menos dolorosa que su muerte física. Hemos de mantener la fe, como nos pide el Señor: «Basta que tengas fe» (Mc 5, 36). Pide al Señor por la sanación de tu hija y así anticipamos en cierto sentido la resurrección.

La conclusión de ambas figuras es la necesidad de vivir la fe, que va unida a la esperanza cristiana y al amor o caridad. Las tres virtudes teologales van siempre unidas; nunca van por separado.

3.- Necesidad de la fe

Jesús ha dicho: «Tu fe te ha sanado». En realidad, no es la fe del hombre lo que cura, sino el poder de Dios. Pero Jesús nos exige esa condición: creer. La fe es la condición para que Dios obre milagros. Porque tener confianza significa confesar nuestra impotencia y proclamar al mismo tiempo nuestra confianza en el poder de Dios. Jesús realiza los milagros, libera y da vida, porque Él es el Señor de la vida. Él, no nosotros.

Recuerdo que había en mi pueblo un médico extranjero, que no era cristiano; pero la gente del pueblo era religiosa. Cuando el médico iba por las casas a visitar a los enfermos veía los crucifijos y las imágenes de la Virgen. La gente rezaba a Jesucristo y a la Virgen. Una de las “puyas” que metía este médico era: “¿Para qué le rezas a ese crucifijo, si quien te va a curar soy yo?” Al final, la gente se reía de él, porque muchas enfermedades las aliviaba, pero otras no las curaba. Cuando el enfermo fallecía, la gente le decía: ¿Con eras tú quien le iba a curar?

Ese es el contraste entre nuestra sociedad que se ríe de nosotros, como se reían de Jesús cuando entró en casa de Jairo y dijo: «La niña no está muerta; está dormida. Se reían de él» (Mc 5, 39c.40a). Y se ríen de nosotros, porque piensan que no estamos actualizados; que no confiamos en la ciencia y en la técnica. Pero nadie queda en este mundo para siempre. Al final cuando esas personas o sus familiares también mueren, ¿quién tiene la última palabra: el que se ríe de los cristianos, porque confía en las técnicas y en las ciencias o el que se fía de Dios que lo resucita después de la muerte temporal?

4.- El 50 Aniversario de la presencia en Málaga de los Equipos de Nuestra Señora

Hoy celebramos el final de Curso de los Equipos de Nuestra Señora y el Cincuenta Aniversario de la presencia en Málaga de los Equipos de Nuestra Señora.

Tenemos que dar gracias a Dios por el P. Henri Caffarel, francés, a quien el Señor le inspiró este movimiento al contacto con unos matrimonios. Hablamos de 1938, y ni siquiera de hace cincuenta años, sino mucho más.

Acompañando a otros matrimonios se fue fraguando la idea de los Equipos hasta la aparición de la Carta Magna en 1947. Como todas las cosas humanas el proceso fue lento. Todo lo que da buen fruto, necesita su tiempo; necesitamos mucha paciencia, como el labrador. La aprobación no llegó hasta los años 60 del siglo pasado, por el Arzobispo de París. Y desde entonces el método de los Equipos de Nuestra Señora ha ido produciendo sus frutos y un estilo de vida espiritual.

Deseo remarcar lo que ya conocéis muy bien: la vocación bautismal se vive en el estado en el que el Señor llama a cada uno, sea en la vida matrimonial, sea en la sacerdotal. Los Equipos de Nuestra Señora están formados por matrimonios, pero existe desde el origen la presencia de un consiliario que forma parte del equipo.

Una presencia importante es la Palabra de Dios, con la metodología propia. En este curso pastoral una de las prioridades era: “Revalorizar la Palabra de Dios”. Vamos a seguir en los años próximos profundizando el tema de la Palabra de Dios, para meditarla, rezarla y saber hacer la “lectio divina”.

Es importante la oración personal y comunitaria, tanto en la familia como en los equipos. También es relevante compartir los ideales cristianos, las ilusiones, la fe, las ganas de vivir, el testimonio cristiano. Eso es lo que os enriquece como equipo. Forma parte de vuestra espiritualidad compartir la fe, la iluminación de la Palabra, analizar, verificar, discernir los temas que nos tocan directamente, no sólo los familiares, los sociales, los políticos, los económicos.

Con motivo del Cincuenta Aniversario de los Equipos de Nuestra Señora demos gracias a Dios por los buenos frutos que ha traído a nuestra Diócesis; y por lo buenos frutos que vosotros mismos estáis viviendo en vuestros equipos y en vuestra vida.

5.- Testimonio y futuro

Toda acción de gracias debe tener una prolongación en el futuro. Damos gracias al Señor por lo que nos ha concedido, pero le pedimos que nos siga concediendo su gracia y su amor. La tarea no termina a los cincuenta años, hemos de seguir adelante.

Le damos gracias a Dios porque termina el curso y porque celebramos este acontecimiento importante: los cincuenta años de presencia de un Movimiento espiritual, que ha ayudado a tantas personas a vivir con frescura, con fecundidad la fe cristiana.

            Pedimos al Señor que siga esa presencia a través de vosotros y a través de otros matrimonios, que espero vayan incorporándose al Movimiento. Que siga la presencia de buenos frutos espirituales, obtenidos con el estilo, el método y la espiritualidad de los Equipos de Nuestra Señora.

Como estamos celebrando la Eucaristía, continuamos ahora dándole gracias al Señor solemnemente y pidiéndole que os siga bendiciendo y que aportéis a la Iglesia, a las familias, al equipo, a la parroquia y a la sociedad todo eso que vosotros vivís y el alimento con que vosotros os nutrís. Hay mucha gente que, si descubriera la verdad, se incorporaría a la Iglesia; pero a veces tiene unas imágenes de Dios falseadas. Cuando alguien pone pegas a la fe, suelo responderle: “En ese Dios en el que tú no crees, yo tampoco creo. Porque te has inventado tú la imagen de Dios; Dios no es eso”. Y a veces añaden: “Es que la Iglesia…”; y entonces les digo: “La Iglesia que tú criticas tampoco creo en ella, porque eso no es la Iglesia, sino una invención tuya”.

El papa Benedicto XVI nos ha pedido que ayudemos a abrir vías y caminos para que nuestros contemporáneos lleguen a encontrarse con Dios (cf. Verbum Domini, 2). Tenemos que tener mayor creatividad; así nos lo pide la Iglesia. ¿Qué hacemos para ayudar a otros paisanos y contemporáneos nuestros para que se encuentren con el Señor, como nos hemos encontrado nosotros gracias a nuestros padres, a otras personas, a catequistas?

La Virgen tiene una presencia especial en la vida de los Equipos de Nuestra Señora. Son equipos que están bajo la protección maternal de María; Ella fue madre, virgen y esposa. Y antes fue mujer creyente, mujer de fe. Esto nos recuerda lo dicho antes sobre la fe, fiarse de Dios y poner en sus manos nuestra vida.

Vamos a proseguir la celebración dándole gracias a Dios y pidiendo al Señor que nos ayude a ser testigos auténticos del amor infinito de Dios. Y a la Virgen María le pedimos su intersección maternal, para que siga ayudándonos. Que así sea.

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