Teilhard de Chardin VI: El puesto del hombre en el universo

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En el prólogo de El Fenómeno Humano Teilhard escribe:

Estás páginas representan un esfuerzo por ver y hacer ver lo que es y exige el hombre si se le coloca, enteramente y hasta el fin, dentro del cuadro de las apariencias…,el hombre se impone a nuestro esfuerzo por ver como clave del universo. En primer lugar, y de manera subjetiva, resultamos ser inevitablemente centro de perspectiva en relación a nosotros mismos…El hombre centro de perspectiva, es al propio tiempo centro de construcción del universo. Por conveniencia tanto como por necesidad es, pues, hacia él donde hay que orientar finalmente toda ciencia.

Teilhard es consciente de que el naturalismo materialista no puede explicar la evolución hacia una mayor complejidad de la que emerge la consciencia humana. En clave de sentido el relato solo se puede reconstruir retrospectivamente, pues lo razonable cuando hablamos de encontrar el significado de lo real es partir de lo conocido para ir a lo desconocido.  Así pues, nos propone cambiar de perspectiva mirando e interpretando desde la consciencia la evolución de la materia, ateniéndose a “todo el fenómeno” tal como nos aparece.

Teilhard cita a menudo la fórmula de Julian Huxley:  El hombre es la evolución hecha consciente de sí misma. Él ha visto claramente, como hoy afirman los defensores del principio antrópico, que el ser humano es la clave para entender el universo. En cuanto deja de considerase al ser humano como un mero epifenómeno se convierte en un fenómeno de primer orden en el universo tanto cuantitativa como cualitativamente. En ese instante la consciencia y la libertad resultan ser un factor de valor cósmico pues lo psíquico representaría la emergencia de una propiedad universal.

La existencia de la humanidad nos obliga a mirar hacia atrás y podemos observar una corriente universal que lleva las cosas en sentido inverso a lo probable, hacia construcciones más improbables, o sea más organizadas (negantropía). O sea, al lado de la corriente ponderable de la entropía aflora otra corriente que por el camino de mayor organización de la materia lleva al espíritu. Mirado desde aquí la humanidad constituye un frente de avanzada cósmica.

 El ser humano incorpora la historia condensada del universo desde los protones hasta la formación del cerebro. Es en el ser humano donde el proceso de la evolución ha alcanzado el estadio reflexivo. Teilhard pretende enseñarnos a ver, o sea propone una educación para los ojos: ¿Qué observamos atendiendo al fenómeno en su conjunto? Lo que observamos es que la materia va formando cada vez sistemas más complejos que culminarán con la aparición de la consciencia reflexiva y la libertad propias del ser humano. En ese momento el proceso evolutivo pasará a las manos del propio hombre.

En la descripción fenomenológica de Teilhard se observa como la materia y el espíritu son dos dimensiones de la misma realidad. Detrás de todo el proceso está la potencia espiritual de la materia, o sea la materia “da de sí” en expresión de Zubiri. Pero mientras Zubiri afirma que “da de sí lo que no tiene por sí”, Teilhard afirmará que la materia es la matriz del espíritu pues en su dinamismo interior lleva a las cotas del espíritu.

 Con la emergencia del ser humano Teilhard cambia la dirección de la mirada, ahora la dirige hacia el futuro siguiendo la línea marcada por las leyes o principios que se le han ido desvelando a lo largo del proceso evolutivo. En este cambio de perspectiva observa la gestación de la noosfera, de la que estaríamos prácticamente en sus comienzos. Finalmente postulará que el dinamismo evolutivo de la noosfera   debe converger hacia un punto, punto Omega, que deberá tener un carácter personal y trascendente. Elemento esencial del pensamiento de Teilhard para dotar de sentido a todo el proceso puesto que en él se realizará la perfección final de la evolución.

 ¿Cuál es, pues, el lugar exacto del hombre en el cosmos?  En el hombre se encuentra la llave del plan arquitectónico del universo. Podemos compendiar en un párrafo el análisis del fenómeno humano que realiza Teilhard: Para conceder un lugar al Pensamiento dentro del Mundo me ha sido necesario interiorizar la Materia, imaginar una energética del Espíritu, concebir, a contracorriente de la Entropía, una Noogénesis ascensional (un aumento de conciencia); dar un sentido, una flecha y unos puntos críticos a la Evolución; a hacer que finalmente se replieguen finalmente todas las cosas hacia Alguien (punto Omega).

Juan Jesús Cañete Olmedo
Sacerdote diocesano y Profesor de Filosofía

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