Oración 24/7: encontrar en lo cotidiano la mirada amorosa de Dios

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Coincidiendo con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, impulsada desde hace algunos años por la Santa Sede, las parroquias de Santa Isabel y San Félix de Valois se han unido para orar durante una semana, 24 horas al día.
Este año son las instalaciones parroquiales de San Félix el lugar de encuentro para las dos comunidades parroquiales y para todo aquel que quiera dejar, por un rato, el ruido y las prisas y encontrarse con Dios mismo a través de la oración.

San Félix de Valois, en plena Avenida de Andalucía de Jaén capital, es una parroquia grande y muy concurrida. En la calle, el ruido y las prisas dan paso a un remanso de paz. Los salones parroquiales reconvertidos, por una semana, en salas de oración y encuentro con el Señor.

Unos termos con café y unas galletas te dan la bienvenida. Si además, el párroco anda por allí, lo hace él personalmente. «Bienvenido, estás en tu casa, adelante». La primera sala es audiovisual. Una tele, una alfombra y un cojín. La finalidad: que los sentidos del oído y la vista te introduzcan, a través de algunos videos, en un encuentro personal con el Señor. Después, te hacen una invitación a descalzarte, a ponerte cómodo. Es optativo. Pero al desprenderte de tus zapatos, comienzas a sentirte como en casa. Todas la salas cuentan con moqueta y alfombras. El ambiente es cálido, y el poder de la oración se nota nada más traspasar el umbral de estas salas.

La primera de ellas es el desierto: también Cristo necesitó del desierto: para vencer la tentación; para encontrarse con el Creador, para conocer los designios de Dios sobre Él. En la sala del desierto han creado un ambiente de encuentro personal. La Palabra de Dios y un cuadro muy significativo, La Trinidad de Rublev. También hay un baúl, para introducir en él pensamientos, oraciones, alabanzas o peticiones íntimas, aquellas que brotan del alma cuando es Dios quien habla.

También los niños tienen una sala dedicada a ellos. El profuso colorido llama la atención. Y junto a una cruz iluminada, un panel que se va llenando con distintos signos por lo que piden los niños: por la Iglesia; por el mundo; por un amigo; por la familia; por las misiones… Todo cabe en los corazones de los niños. En esta sala hay un espacio muy peculiar: una tienda de campaña donde cobijarse. En ella, una caja con oraciones. En ese silencio particular de los niños, bajo el abrigo de una jaima improvisada, también elevan sus oraciones al Señor: piden por la unidad de los cristianos.

Finalmente, una gran sala, que lejos de parecer un lugar para la oración está decorada como un lugar de encuentro, de actividades, de pasar para quedarse. Al entrar, un rincón de «workship»: detrás de este anglicismo se esconde una oración de alabanza. Varias copas guardan distintos Salmos con los que alabar y dar gloria a Dios. Este rincón lo completan fichas del Scrable para poder formar textos de glorificación al Señor con lo que el corazón te dicta en ese momento.

Uno sofá y unos sillones invitan a sentarse y a meditar. Junto a él un gran baúl con medicinas para curar el alma. Cajas con medicamentos con nombres tan sugerentes como Amorxicilina, para combatir el aburrimiento; Cálmate contra la ira; Misericordina para aliviar la culpabilidad o Happirina contra la tristeza. Se pueden coger una de esas cajas, con la medicina que más se adapte a tu «enfermedad», y reflexionar con el prospecto como guía.

Otro de los lugares más hermosos es, Junto a la orilla. Un rincón con una barca y unas redes y con unos barquitos de papel. En cada uno de los barquitos, un texto evangélico con un pasaje donde aparece el mar. También una reflexión sobre el mismo. Además, cientos de mensajes en botellas. Aquellos que las personas que pasan por este lugar de oración, quieren mandar al mar en forma de plegaria, de agradecimiento, de mensaje a Dios…

Por último, una cruz de madera ante la que orar. Ante la que dejar tu agradecimiento, tu perdón, tu petición. Un madero que está floreciendo con los agradecimientos de las personas que pasan por allí.
El párroco de San Félix de Valois, D. Luis María Salazar cree que esta experiencia de oración es un regalo para su parroquia y para él. Además de agradecer a la vecina comunidad de Santa Isabel por ir de la mano en este proyecto. Son muchas las personas que están parándose en su quehacer diario y mirando para adentro y también hacia arriba. Piden, ininterrumpidamente, las 24 horas del día, por la unidad de los cristianos. Piden por ellos, por su familia, por la Iglesia, por un ser querido que ha perdido el rumbo, por salir de una enfermedad. Y dan las gracias. Varios paneles lo atestiguan en forma de papeles de colores. Y es que el poder de la oración es grande y efectivo.

Esta iniciativa estará hasta el 25 de enero a las 12 de la noche.

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