El Seminario celebra, con María, la oración vocacional del mes de mayo

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Sumergidos en el mes que tradicionalmente se dedica a la Virgen María, como es el mes de mayo, de nuevo el Señor nos citaba en la capilla del Seminario Diocesano para orar por las vocaciones. El pasado 11 de mayo nos reuníamos un grupo de fieles con la confianza puesta en el Señor de que Él nunca dejará su mies sin obreros. De forma especial nos acompañaron un grupo de fieles de la Parroquia de San Bartolomé de Andújar con su párroco D. Manuel Jesús Rus.

En esta ocasión la oración vocacional ha sido orientada desde el pasaje tan conocido de los Discípulos de Emaús (Lc 24, 13-32), que se proclama en uno de los domingos de Pascua. Antes de exponer el Santísimo, la monición de entrada nos invitaba a sentirnos responsables de esta bella tarea de interceder al Señor por la necesidad de jóvenes que quieran entregar su vida al servicio de la Iglesia, al mismo tiempo que nos hacíamos conscientes de la exigencia de un testimonio personal que conlleva. Unas palabras del Papa Francisco que dirigió a unos jóvenes de Cuba en 2015 nos alentaban a soñar y compartir los propios sueños para encender con alegría la llama del amor de Dios a otros jóvenes.

Una vez que se expuso el Santísimo, con un canto al Espíritu Santo, el Profeta Isaías nos ayudaba a comprender mucho mejor la confianza que debemos tener en Dios y el Sí generoso que damos como respuesta a su amor: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). ¿En qué lugar del camino estoy? Es la pregunta que nace de nuestros corazones cuando me siento llamado por Dios y quiero empezar a responderle. Preguntárselo alguna vez en la vida es el primer paso. Después como respuesta a la Palabra de Dios todos juntos le mostrábamos al Señor nuestra disponibilidad ayudados de un salmo.

Sin duda el momento central fue la escucha del Evangelio en el pasaje de los discípulos de Emaús. El silencio en la oración y las reflexiones nos hacían caer en la cuenta que todo aquel que se deje traspasar por la Palabra de Dios encuentra una alegría y afán por anunciar y dar a conocer aquello que ha descubierto, es decir, un ímpetu misionero a llevar a otros el mensaje del amor.

La oración vocacional terminaba con unas invocaciones en forma de letanía concluyendo con la oración del Padre Nuestros. Y como siempre, después de la bendición y la reserva del Santísimo, nos dirigíamos a María como el mejor modelo de respuesta generosa al Señor y a toda la humanidad.

Una vez más agradecemos de corazón a aquellas personas que nos acompañaron, especialmente de los que vinieron de Andújar; también nos acordamos de las que no pueden venir y sabemos que nos tienen en sus oraciones. Que Dios os bendiga a cada uno. Seguimos unidos en la oración.

Seminario Diocesano

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