Jornada de responsabilidad en el tráfico

Carta Pastoral del Administrador Apostólico de Córdoba, D. Juan José Asenjo Pelegrina. Queridos hermanos y hermanas:

La Jornada de Responsabilidad en el Tráfico tiene este año por lema Dale color a tu vida. ¡Cuidado con los puntos negros!. En ella la Iglesia nos invita a reflexionar sobre algo tan característico de nuestra sociedad como es la movilidad humana, que se incrementa espectacularmente en los meses de verano.

El crecimiento de la circulación vial es fruto de una sociedad en continuo desarrollo. El tráfico constituye un fenómeno de gran trascendencia para la economía, las relaciones humanas, el ocio y el trabajo. Todos estos aspectos tienden a dar color a la vida, pues con ellos se logra el intercambio de bienes y servicios, el conocimiento de los otros y la socialización de la persona. Pero este colorido de humanidad y vida se convierte por desgracia en sufrimiento y muerte cuando el motor se enciende para hacer una carrera de temeridad, evasión y desprecio de las prohibiciones y normas de circulación, con las consecuencias irreversibles que delatan las cifras y estadísticas. En el año 2008 hubo en el mundo 1,2 millones de muertos, de los que la tercera parte fueron jóvenes menores de 25 años, y 50 millones de heridos por accidentes de tráfico. El 90% de los accidentes se debieron a errores humanos.

Ante un panorama tan desolador la Asamblea General de la ONU en 2004 afrontó este problema en una sesión plenaria sobre la seguridad vial con objeto de sensibilizar a la opinión pública sobre las proporciones del fenómeno y formular las recomendaciones oportunas. Mucho antes, el Papa Pablo VI ya había llamado la atención sobre la «demasiada sangre que se derrama cada día en la lucha absurda contra la velocidad y el tiempo».

La Iglesia ha sido siempre muy sensible ante este problema, afirmando que conducir en determinadas condiciones, infringir conscientemente las leyes de tráfico y poner en peligro la vida propia o la ajena, supone una violación de la ley moral. En esta línea el Papa Pío XII afirmaba que “las consecuencias, a menudo dramáticas, de las infracciones del Código de circulación le otorgan un carácter obligatorio intrínseco mucho más grave de lo que se piensa generalmente”. Más recientemente, el Papa Juan Pablo II afirmaba que «es preciso que cada uno se proponga crear, mediante el estricto respeto del código de circulación, una “cultura de la carretera”, fundada en la extensa comprensión de los derechos y deberes de cada uno y en el respectivo comportamiento coherente que de ello se sigue».

La Jornada de Responsabilidad en el Tráfico pretende fomentar la “cultura de la carretera”, inculcando en conductores y peatones el respeto a la propia vida y la de los demás y el cumplimiento de las normas de tráfico como deber moral. Para un cristiano, conducir debe ser un medio de apostolado buscando la perfección y la salvación, también la de sus hermanos, peregrinos y viajeros en el mismo camino de la vida, utilizando responsablemente la vía pública y el propio vehículo, evitando daños a las personas y a las cosas, socorriendo a los que lo necesitan y perdonando los fallos de los otros,  santificándose mediante el ejercicio de las virtudes de la prudencia, la solidaridad y la caridad, y elevando la mente a Dios a través de la oración y la contemplación de la belleza de la naturaleza.

En España asistimos en los últimos años a un esperanzador descenso del número de víctimas mortales. Sin embargo, aún hay muchos puntos negros en nuestra circulación vial, el exceso de velocidad, el incumplimiento de las normas del código de circulación, el uso indebido de! móvil, el consumo de estupefacientes o alcohol, el desprecio del cinturón de seguridad o del casco… Es mucho lo que se ha conseguido, pero nos urge el deber humano y cristiano de velar por la vida de todos nuestros hermanos (cf. Gn 4, 9).

Por todo ello, hago un llamamiento a la prudencia y responsabilidad en el tráfico, de manera especial a quiénes en estas semanas se ponen en camino para llegar a los lugares de descanso. Es necesario combatir y evitar “los puntos negros”, que en un instante pueden arruinar el futuro propio y el de los demás, así como oscurecer irremediablemente la belleza y colorido de la vida, que por ser preciosa y única, debe ser cuidada con esmero, defendida y protegida siempre como el don más precioso que Dios nos ha dado.

Rezad en esta Jornada por cuantos han perdido la vida en los accidentes de circulación, por las familias que quedan rotas o en la más profunda indigencia, por cuantos van a salir de vacaciones, por todos los profesionales del volante y sus familiares, que esperan siempre su regreso, y por los agentes de tráfico que velan por nuestra seguridad. Que Dios os bendiga, acompañe y proteja. Que también San Rafael, San Cristóbal y la Santísima Virgen del Camino velen por vosotros.

Deseándoos unas felices vacaciones, para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Administrador Apostólico de Córdoba

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