Perseverar en el trabajo por la salvación

Esta semana parece especial, basta con leer las lecturas de la Palabra de Dios con atención para darnos cuenta de cómo el año litúrgico está llegando a su fin, los textos son escatológicos y a algunos les entristecen las palabras que hablan de muerte, persecución o desastres cósmicos. Tranquilos, solo se dice que llega el día, la hora de la verdad, de dar un paso adelante con serenidad. Es el tiempo en el que vivimos mucho más catastrófico de lo que pensamos, bastaría con atender todas las tensiones entre naciones; la guerra en Ucrania; las leyes inicuas, que manifiestan el poco respeto a la persona… Por otra parte, nos hace falta más vida interior. La tibieza espiritual y cómo nos estamos alejando del amor y de la misericordia de Dios, cuando se es creyente, es casi un delito.

Tal como vemos el mundo hoy, y las tensiones que está procurando, nos debería preocupar mucho más. La Palabra de Dios no asusta, en ella encontramos las razones de nuestra seguridad, porque nos desvela claramente que el Señor viene continuamente y que es necesario descubrirle presente con actuación salvadora en la historia, por encima de las guerras que continuamente se desatan, o de las persecuciones que soporta el creyente. La Palabra de este domingo abre horizontes, trata de hacernos ver la importancia de fiarnos, de vivir en esperanza, en la seguridad de saber que estamos sostenidos y cuidados por el Creador del cielo y de la tierra, y nos pide que sigamos perseverando en la fe.

En el Plan de Pastoral de nuestra Diócesis se nos dice: «Es importante, estar convencidos de que nuestra Diócesis de Cartagena tiene futuro y que nuestra parroquia o grupo tiene una misión que cumplir hoy, pero es preciso que permanezcamos unidos a Cristo–Vid y nos dejemos regar por la savia del Espíritu Santo para dar frutos abundantes». Nuestra tarea es centrarnos cada vez más en Cristo, entregarnos a los pobres y necesitados y dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Pero esto no lo podemos hacer solos, necesitamos volver los ojos a Cristo, que venció al mal en la cruz, de esta manera superaremos el pánico de la soledad y de la incomprensión y descubriremos la Buena Noticia del reino de Dios que se instaura en el mundo. Todos los días son, pues, oferta gratuita de salvación.

Con un lenguaje ciertamente no fácil, Jesús nos orienta también, en el Evangelio, a mirar hacia el futuro con realismo y seriedad. Pero Jesús no quiere infundirnos miedo, sino una esperanza serena. Nos pone sobre aviso de falsas alarmas y, sobre todo, nos invita a ver en este anuncio un mensaje de salvación: «No tengáis pánico… ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». El Señor Jesús, ante tanto desconcierto que nos rodea, nos pide que seamos sabios, fiándonos de Dios sin dejarnos engañar por presuntos mesías que nos ofrecen «recetas salvadoras» y al final, nada.

A ver, ¿qué debemos hacer como cristianos? San Pablo nos responde hoy: trabajar por vivir con coherencia la fe, sin rivalidades, comprometidos con la Iglesia y en el mundo, sabiendo que «ni un cabello de vuestra cabeza se perderá» (Lc 21,18). Vigilar, permanecer y huir de la pereza, para hacer la voluntad de Dios.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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