«¿Dónde está el deseo de tu corazón? Atrévete a identificarlo» – Convivencia Vocacional en San Isidro de Dueñas

Diócesis de Cartagena
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La diócesis de Cartagena es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la catedral de Santa María, situada en la ciudad de Murcia.

Mons. Lorca Planes se reunió con el Abad de La Trapa de Palencia y la Madre del Monasterio Cisterciense de La Palma en el Palacio Episcopal.

El Obispo de la Diócesis de Cartagena, Mons. D. José Manuel Lorca Planes, recibió la semana pasada la visita del Abad del Monasterio de San Isidro de Dueñas (conocido como «La Trapa»), el P. Juan Javier Martín y de la Madre Martina Benito, del Monasterio Cisterciense de Nuestra Señora de la Paz de La Palma (Cartagena). En este encuentro, el Abad de San Isidro informó al Sr. Obispo de una convivencia vocacional que han organizado en «La Trapa» de Palencia, para chicos jóvenes mayores de 18 años. Además, comunicó que, si Dios quiere, el próximo verano prepararán otra convivencia vocacional para chicas en el Monasterio de La Palma de Cartagena, con las Hermanas Cistercienses.

La convivencia vocacional en la Abadía de San Isidro tendrá lugar del 23 al 29 de julio. El Abad explica que, aprovechando que San Rafael Arnaiz fue co-patrono de la JMJ celebrada en Madrid el pasado agosto y que «cada JMJ es un semillero de vocaciones importante», «¿por qué no vamos a aprovechar que algún chico quiera tener una semana, estar inmerso en la vida del monasterio desde dentro?». «Eso es lo que queremos ofrecer – precisa el P. Juan Javier. – Vivir la vida que vive un monje». Para ello, han preparado unas catequesis que estarán impartidas por un equipo de cinco monjes y además contarán con la ayuda de una psicóloga. «Queremos que las catequesis abarquen todo»- afirma el Abad. Así, especifica que la primera parte estará dedicada a profundizar en «¿quién es Dios en mi vida?», ya que «todos los que vienen , vienen por algo, por una inquietud vocacional, porque quieren un encuentro con Dios, están indecisos en su vida, quieren abrazar algo y no saben muy bien por dónde tirar…» Otro de los temas de esta semana vocacional estará centrado en cómo viven los monjes esta vida cristiana. A su vez, los jóvenes realizarán durante estos días un ejercicio de autoconocimiento.

La psicóloga que participará en esta convivencia, les mostrará la belleza del don de la virginidad. «Muchos piensan que eso es un ejercicio de ascesis… Pero es un don grande, para vivir todo entregado al Señor- señala el P. Juan Javier.- Porque insisto, es un don del Cielo».

El programa de la convivencia también integra testimonios vocacionales de monjes de distintas edades, desde los más jóvenes hasta alguno más anciano. Comunión en el trabajo, oración, tertulias… y todo esto «junto al Hermano Rafael, sus restos, su influencia, su espiritualidad».

«El Papa Juan Pablo II mencionó a San Rafael Arnaiz y allí me dio un flechazo grande; a partir de ese momento, fui encaminando todas mis decisiones hasta hacerme monje»

A través de esta semana vocacional, los Hermanos de San Rafael Arnaiz quieren abrir las puertas de su Abadía a los jóvenes que quieran encontrarse con Dios, estén buscando una respuesta en su vida o quieran conocer cómo es la vida de «La Trapa». Quizá, como comenta el P. Juan Javier, haya jóvenes que hayan recibido la gracia de sentir la llamada del Señor y ésta sea una oportunidad para abrirle el corazón. Precisamente, la vocación de este trapense que en su juventud nunca pensó en consagrarse a Dios, nació en una JMJ, concretamente en la que se celebró en Santiago de Compostela en 1989. «Yo ahora soy abad, pero antes he sido monje durante casi 18 años y mi vocación ha nacido en una JMJ.» Así, confiesa que «jamás pensé ni ser sacerdote ni monje ni nada… Yo tenía novia, estaba en un contexto muy distinto». No obstante, su vida cambió en aquella JMJ: «El Papa Juan Pablo II mencionó a San Rafael Arnáiz y allí me dio un flechazo grande; a partir de ese momento, fui encaminando todas mis decisiones hasta hacerme monje». «Yo sé muy bien, no me lo tienen que contar, qué se cuece allí, la expectativa de renovación de fe que genera»- asevera. «Sé que de mi generación, mucha gente ha sido tocada». De este modo, relata ejemplos de la vida de un amigo que conoció a su mujer en una JMJ de Toronto, felizmente casado y con cuatro hijos, otros que como él han abrazado la vida consagrada o el sacerdocio. Juan José Martín, hacía su entrada en el Monasterio en 1993.

El Señor aún tenía más planes para este monje que se decidió a seguirle tras las huellas del Hermano Rafael, pues con el paso de los años sería el Abad del Monasterio. Actualmente, es responsable de la Abadía de Dueñas con 37 monjes. «El abad es una denominación muy antigua que ya San Benito la transcribió en su regla, en el siglo V –explica. -Es el documento sobre el que nos apoyamos las órdenes monásticas, y la nuestra, que es la del Císter, una reforma del siglo XII». Como bien ha constatado, el abad de San Isidro es el «Padre Inmediato» de algunas filiales, es decir, algunos monasterios dependen canónicamente de ellos, como es el caso del Monasterio Cisterciense de La Palma. Por ello, con cierta regularidad, el Abad viene a visitarlas, como a su vez hace su «Padre Inmediato» con ellos, el Abad General que vive en Roma.

Un día en La Trapa

¿Cómo es un día en La Trapa? La Oración, la Lectio Divina, la Eucaristía y el trabajo mantienen a los monjes en unión con Dios. En el Monasterio, la campana suena a las cuatro de la mañana. Un cuarto de hora después comienza el primer oficio de Vigilias. Tras un largo tiempo de oración y de Lectio Divina, celebran la Eucaristía integrada con Laudes. «Cada monasterio tiene sus peculiaridades, pero este esquema es igual para todos»- indica el Abad. «Después de la Eucaristía tenemos un tiempo de desayuno, de tiempo libre.» Según los monasterios, hay un rato de Lectio Divina para toda la comunidad, hasta el rezo de Tercia. A continuación, realizan los trabajos de la mañana, «unos a la cocina, otros a la portería, a la biblioteca…» «A la Hora Sexta paramos los trabajos y después nos vamos a comer». «Nuestra comida es en silencio y hay un monje que lee.» Tras un tiempo de descanso, la Hora Nona abre el tiempo de trabajo de la tarde. «Trabajamos 2, 3 o 4 horas, según los casos.» Cada monasterio tiene sus ocupaciones propias. «Nosotros allí en la Trapa vivimos con una vaquería, tenemos 300 vacas y vendemos la leche que sacamos por la mañana, la pasteurizamos y es nuestro medio de vida». «A la tarde, la oración de vísperas es la que nos hace un poco cerrar el día, una oración silenciosa.» «Después cenamos, tenemos el capítulo, y la Madre o el Padre tienen una catequesis sobre la regla de San Benito. La oración de completas es lo que pone el punto final del día para irse a la cama» – apunta.

«Hagas lo que hagas, el clima que predomina en el monasterio, es un clima silencioso y es para buscar a Dios»

La sencillez de la vida monástica que combina el trabajo y la oración, está impregnada de Dios en todos sus ámbitos. Así, el Abad cuenta que «el monje o la monja abrazamos la vida monástica para encontrarnos con el Señor, no sólo cuando uno está en el coro, en la oración litúrgica, o la oración silenciosa; sino que hagas lo que hagas, el clima que predomina en el monasterio, es un clima silencioso y es para buscar a Dios, para encontrarle y para saborear un poco la Lectio; esa lectura orante que hemos hecho de la Palabra o cualquier escrito espiritual, que resuene.» «Se trata de que haya una armonía y un equilibrio entre un ejercicio físico, racional, y la dimensión trascendente de todo ser humano.» «Todo que vaya en armonía, hagas lo que hagas; si estás barriendo, por ejemplo, un claustro, o estás haciendo la cocina, pues también puedes estar contemplando en oración.» «El objetivo y el marco del monasterio quieren eso – remarca. – Es una llamada del Señor muy peculiar y cualitativamente nos sentimos muy importantes; como decía Sta. Teresita, el corazón de la Iglesia, que bombea con nuestro sacrificio, nuestra oración, nuestra entrega, es el Señor que la reparte en bien de la Iglesia»

«Todo el día tiene que ser tratar con Cristo»

Esta búsqueda constante de Dios marca también el ritmo de vida del Monasterio Cisterciense de Nuestra Señora de La Paz de La Palma (Cartagena). Actualmente, cuenta con doce hermanas que se han entregado a Jesús y que día tras día le ofrecen cada instante de su vida.

La Madre Martina Benito, señala que «tenemos un marco muy privilegiado para esa búsqueda de Dios sincera, si de verdad nos lo proponemos, el marco es apropiado y único, porque todo está encaminado a esa búsqueda y unión con Dios» «No sólo rezamos el oficio divino, sino que todo el día tiene que ser tratar con Cristo». «Tratar de esa intimidad con Dios, en lo cotidiano, en lo sencillo, en donde esté; fregando, barriendo…» Explica que es una vida sencilla, con unos valores monásticos, como son la soledad, la liturgia, la oración y la intimidad con Dios.

La Virgen María, «el Espejo de la auténtica contemplación»

Iluminando esta vida de oración, las almas contemplativas encuentran su amparo en la Santísima Virgen. «La Virgen María es como un icono para los contemplativos – resalta el Abad de San Isidro. – En Ella nos sentimos todos reflejados; sus actitudes cotidianas, su saber permanecer en silencio, en humildad, en escucha… es un icono para todos los cristianos, pero para nosotros, de alguna forma, es el Espejo de la auténtica contemplación: la acogida del Señor en su seno y la acogida de los designios de Dios en su vida siguiendo a su Hijo, compartiendo el Misterio Pascual, la muerte, la Resurrección y Pentecostés.» «No me imagino a la Virgen María llevando pancartas, sino en una vida sencilla, está donde tiene que estar.» «La Virgen María nos lleva a su Hijo, nos lleva a Dios.» El P. Juan Javier manifiesta que, «muchas veces, como varón, a menudo, rezo y le pido que, con todos los problemas que uno tiene que afrontar cada día, esos problemas regulares, pues que Ella como mujer, con ese instinto femenino, con esa delicadeza, que sepa tocar y ayudarme, como pastor y como abad con mis hermanos».

«En el Císter, la devoción de entrega a la Virgen es fundamental – alega la Madre Martina. -En el ocultamiento, en la vida sencilla, en la que nosotros tenemos que dar una respuesta cada día».

«Sólo un testimonio de unidad, de autenticidad, puede convencer»

Desde estos monasterios, los monjes y las hermanas quieren ofrecer a todos los jóvenes la respuesta de su vida: JESUCRISTO. «Creo que hoy hay una gran sed de autenticidad – opina el Abad. – Hay tantos falsos profetas, tantas ofertas de calamidades, que ofrecen cosas maravillosas… Hay gente muy joven que viene de vuelta de todo». En este sentido, subraya la falta de esfuerzo y responsabilidad, así como la «forma de divertirse vulgar, ponerse hasta las cejas de alcohol o de droga o el tema del sexo, siendo uno un crío todavía…» «La gente viene muy cansada, están en la plenitud de la vida y están cansados, ¿cómo puede ser esto?» «Yo invitaría a los jóvenes a enfocar con lupa: ¿Dónde está el deseo de tu corazón? ¿Dónde está el motor que mueve tu vida? Atrévete a identificarlo y reconoce que no lo estás aceptando en tu vida, que estás aceptando una diana que te está dejando vacía. Hay que apostar por lo que tiene un sentido auténtico en la vida.»

Con todo, el P. Juan Javier asegura que «en la Iglesia tenemos algo que ofrecer: a Jesucristo, como un camino de liberación». Recuerda que lo decía el Papa hace poco, «Jesucristo no viene a quitarte la libertad». «Si quieres la libertad y el mejor don de ti mismo, pues atrévete, porque yo pienso que en la fe lo puedes encontrar». Y desde ahí, «ser auténticos y buscar al Señor, lo podemos hacer en todo». La Madre Martina comparte este pensamiento: «ver un cristiano fuerte, eso atrae, ahí es donde tenemos que dar en la diana». «Dios llama, pero no hay respuesta de escucha, ¿por qué? Porque el mundo está envuelto en tanta cosa y hay un vacío tan grande por dentro, que no puede haber una respuesta adecuada, que la hay muchas veces.»

La unidad y la autenticidad del mensaje de Jesucristo son los mejores argumentos para convencer. Ahí tiene puesta su esperanza el P. Juan Javier: «Creo que hay una nueva generación de cristianos que está emergiendo – precisa. – Se lo digo a mucha gente, tenemos que estar muy unidos, más que nunca; porque hay mucha increencia, mucho ateísmo… y sólo un testimonio de unidad, de autenticidad, puede convencer.»

«Estoy seguro de que el Señor sigue llamando a los chicos y a las chicas de nuestro hoy, pero nuestra misión es ahora invitar y constatar que el Señor sigue llamando»- afirma el P. Juan Javier. «Tanta gente joven que hoy está tan desorientada y sin saber para qué en su vida… A veces nuestra obligación es decir: estamos aquí». Para encontrar la Respuesta, antes hemos de responder. Esta convivencia vocacional es una oportunidad para escuchar a Dios en la intimidad, en el silencio, en la oración, en el corazón. Cómo reza el lema de San Rafael Arnaiz, «sólo Dios».

Contacto para los que estén interesados en la Convivencia Vocacional:

vocacioncister@aol.com

649 096810 (preguntar por Dixon, responsable de organización de la convivencia)

979770701 (Monasterio de San Isidro)

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