Virgen del Valle Coronada

Diócesis de Asidonia-Jerez
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La diócesis de Asidonia-Jerez, conocida también simplemente por diócesis de Jerez, ​ es una jurisdicción de la Iglesia católica de España que comprende el norte de la provincia de Cádiz, tomando como límite y frontera natural el curso del río Guadalete.

El Arzobispo Castrense y Administrador Apostólico de Asidonia-Jerez ha coronado canónicamente a la Virgen del Valle. Monseñor Juan del Río Martín, Arzobispo Castrense de España y Administrador Apostólico de Asidonia-Jerez, ha coronado canónicamente, en solemne pontifical celebrado en el mediodía del sábado en la Santa Iglesia Catedral, a María Santísima del Valle. Esta imagen dolorosa de la Virgen, adelantada en el presbiterio de un templo abarrotado de fieles, recibió sobre sus sienes la corona que es ofrenda de amor de su barrio de San Telmo, en cuya ermita reside su Hermandad del Cristo de la Expiración.

El pastor diocesano, quien decretó esta coronación canónica el 8 de septiembre del pasado año 2007, se dirigió con el tono festivo y popular que el acontecimiento precisaba a una asamblea que contaba entre las diversas autoridades presentes con la Alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, y el Almirante Jefe de Acción Marítima de Cádiz, Francisco Hernández Moreno, en representación del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, Manuel Rebollo García.

Entre otras personalidades tampoco faltaron, junto al delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Joaquín Perea Montilla; el presidente de la Unión de Hermandades de Jerez, Manuel Muñoz Natera, y el hermano mayor del Cristo de la Expiración, Antonio Yesa Ruiz, con su junta de gobierno; el General de Brigada del Estado Mayor, José Gil Colón, el coronel Felipe del Puerto Alonso y el comisario de la Policía Nacional en Jerez, Andrés Garrido Cancio.

Comenzó del Río señalando a la Virgen como "faro, luz y guía de nuestra existencia" e indicó que no podía haber otra fecha más significativa "para que el anhelo de los cofrades de San Telmo vean en este signo la corona de caridad con el que la gente sencilla de nuestro pueblo jerezano han invocado a la Virgen en medio de las dificultades de cada día". Añadió que "la vela del Cristo nos dice que tenemos que mirar al horizonte infinito de santidad que es don de Nuestro señor y que hizo a su Madre santa entre los santos, quien nos llama a ti y a mi a serlo".

"No significa ser un extraterrestre o un héroe sino seguir las huellas de Jesús de Nazaret, tener sus entrañas de misericordia" dijo el pastor en su homilía sobre esa santidad a la que invitada a los fieles: "Es fiarse de Dios, sentirse anclado en ese fundamento que no necesita ser fundamentado en nada". Dijo, igualmente, que "en este valle de lágrimas, creer en Dios, proclamar el evangelio a todos los hombres y mujeres de buena voluntad es una oferta de felicidad". Por eso imploró que "no creáis en la cultura de la muerte, en aquellos que ponen en peligro la vida humana, que solo buscan el control del poder".

Trasladando su reflexión a la órbita de las hermandades indicó que "un buen cofrade es antes cristiano que cofrade, por eso la mejor corona que los cofrades pueden poner en la sienes de la Santísima Madre es el cariño, el amor, sólo los que aman a la Virgen como Madre de Dios y Madre nuestra saben que esta corona, artísticamente adornada con piedras preciosas y lo máximo que tenemos, es un signo de la realidad invisible del corazón de la gente de San Telmo, que dejando sus joyas y sus recuerdos de los seres queridos quieren ofrendarte los mejor de sí".

Del Río insistió en que "la iglesia reconoce hoy, primero, la fe de la gente sencilla de San Telmo, aquellos que a lo largo de los siglos invocaron al Señor de la Expiración, Aquél que desafía a la muerte, amando a su Santísima Madre". Y recordó a los vecinos de su barrio "antaño viviendo en la miseria y hoy en lacras sociales como la droga o el alcoholismo o esa situación de crisis que sufren las familias". Señaló que "el manto rojo de la Virgen de San Telmo nos recuerda siempre la pobreza, el manto rojo de los que vienen de la tribulación".

Uno de los momentos más emocionantes de la predicación fue el que recordó al recordado director del Secretariado Diocesano de Hermandades y Cofradías y cofrade de San Telmo, por el que pidió a la Virgen "que las manos de este indigno sucesor de los apóstoles, cuando la Divina Providencia me encomienda otras labores, no sean las mías sino las de Juan González, a ese hombre bueno y fiel, hombre eclesial, cofrade entregado que sirvió durante tantos años a la Iglesia en Jerez y a sus cofradías. Y con él hago homenaje a tantos hombres que hacen signo de ti en este valle de lágrimas".

Pidió también, para sí, "tener el corazón arrepentido y la humildad de aquella mujer pecadora que entró en Betania y regó con lágrimas y un costoso perfume los pies del Maestro" poco antes de colocar la corona en las sienes de la imagen, tras bendecirla en presencia de sus padrinos los canónigos del Cabildo Catedral y la condesa de Zamoyski Borbón y en medio del júbilo general, una salva de aplausos y el repique de las campanas de la Catedral.

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