Homilía en la Natividad de Santa María Virgen

Homilía del Obispo de Almería, D. Adolfo González Montes, en la Natividad de Santa María Virgen. Apertura del Año Jubilar del Saliente

Lecturas bíblicas: Miq 5,2-5ª: Sal 12,6ab-6cd; Rom 8,28-30; Mt 1,1-16.18-23

Queridos hermanos sacerdotes Rector del Santuario y concelebrantes;
Respetadas Autoridades;
Queridos diocesanos, hermanos y hermanas en el Señor:

Acabamos de realizar con gran gozo el rito de apertura de la Puerta Jubilar de este tercer centenario de la sagrada imagen de Nuestra Señora de los Desamparados y del Buen Retiro, la bendita imagen de la Virgen del Saliente, hondamente venerada en toda la diócesis y más allá de su demarcación territorial en las comarcas limítrofes con nuestra Iglesia diocesana. Venerada también por quienes, lejos de estas tierras de las que son oriundos, llevan en su corazón el filial amor de la devoción a la Madre de Dios que les inculcaron desde la infancia.

Cuando en 1681 el Alcalde de Albox don Juan Alcaina, fundó la primitiva capilla en favor de don Lázaro Martos, estaba lejos de imaginar el desarrollo de la piedad popular en torno a la imagen de la Virgen del Saliente. En los albores de esta devoción a la Virgen, el alcalde albojense al construir la primera ermita dio amparo a don Lázaro, que había tenido la visión de la Virgen que inspiró la imagen mariana y, animado en su fervor, se convirtió en promotor de su veneración en el Monte Roel. Sólo en 1716 se haría realidad en la imagen sagrada que hoy veneramos: Inmaculada y al tiempo Asunta. María, concebida sin pecado y purísima desde el primer instante de su ser, una vez consumada su vida terrena fue llevada al cielo junto al Hijo resucitado para participar de su gloria.

La devoción mariana del Saliente recibiría, más de medio siglo después de la llegada de la imagen de la Virgen a su ermita, el impulso definitivo que tuvo en nuestro predecesor de feliz memoria, el gran Obispo Don Claudio San y Torres. Fue este Prelado, movido por la fe de los fieles y las peregrinaciones a la ermita de las Virgen, el gran promotor y patrón de la construcción de esta magnífica iglesia en la que nos encontramos.
En la Carta pastoral que estos días verá la luz como contribución del Obispo diocesano al buen desarrollo de este Año Jubilar, hago referencia a cómo el fervor mariano del Obispo Sanz y Torres, gran mecenas del patrimonio histórico-artístico de la Catedral y de la Iglesia de Almería, fue impulsor decidido del Saliente; y para que esta piedad mariana creciera y fuera transmitida a las generaciones venideras, fue la de mandar construir en 1679 esta iglesia. Su visión generosa le hizo concebirla acompañada de su complejo monástico, sin que se haya consolidado hasta ahora la permanencia duradera de una comunidad religiosa monástica, como vivamente desearíamos.

Desde la llegada de la imagen han pasado tres siglos pletóricos de devoción a la esta sagrada representación de Nuestra Señora. Tres centurias en las que «la Virgen del Saliente ha sido referente espiritual que ha amparado la espiritualidad sacerdotal de las parroquias limítrofes con el santuario, pero sin limitarse a ellas, pues la devoción por “la Pequeñica”, como cariñosamente comenzaron pronto los lugareños a denominar la imagen de la Virgen rebasaría ampliamente con el tiempo su marco geográfico. Las peregrinaciones al Monte Roel comenzaron a llegar pronto, pero sobre todo a partir del siglo XIX, desde las parroquias de la comarca de los Vélez a la del Valle del Almanzora, para abarcar después la entera diócesis de Almería» (Mons. González Montes,Carta pastoral «Inmaculada y Asunta a los cielos», 8 de septiembre de 2016).
Basten estas referencias históricas para situar este comentario homilético en el marco de espacio y tiempo que lo justifica en la fiesta de la Natividad de Santa María Virgen. Para conmemorar este tercer centenario de la imagen de Nuestra Señora que hoy abrimos, la Penitenciaría Apostólica, en nombre y con la autoridad del Santo Padre Francisco, a solicitud del Obispo diocesano y mediante Decreto Apostólico, concede a la Iglesia de Almería la gracia de la Indulgencia Plenaria durante todo el Año Jubilar que acabamos de inaugurar que se podrá lucrar en este santuario.

La Puerta Jubilar que acabamos de abrir ritualmente es símbolo de Cristo, única puerta que conduce a la vida eterna, porque sólo Cristo es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), sólo él es la puerta de las ovejas. Es Cristo el que dice de sí mismo, revelando el misterio de su persona y misión: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto… Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas» (Jn 10,910b-11).

Esta vida que es Cristo nos vino por María, que al concebir del Espíritu Santo nos dio en nuestra carne al Autor de la vida. Por eso celebramos con gran alegría a la que es esplendor y gloria de las Iglesias del mundo, la Virgen María, Madre del Señor. Con ella nos hemos alegrado uniéndonos a su cántico de alabanza y acción de gracias, porque Dios ha mirado la humillación de su sierva y en ella ha hecho las más grandes maravillas. Como dice la antífona de entrada a la misa del día: «Celebremos con alegría el nacimiento de María Virgen; de ella salió el sol de justicia, Cristo nuestro Dios» (Misal Romano: Antífona de entrada en la Natividad de Santa María Virgen).

La lectura del profeta Miqueas recoge la célebre profecía sobre el lugar del nacimiento del Mesías esperado por el pueblo elegido: «Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas, de ti saldrá el jefe de Israel» (Mi 5,2). Si Israel ha sido al destierro víctima de sus infidelidades a la alianza con Dios, el resto, la comunidad que permanece fiel no quedará defraudada en su esperanza, porque contra la lógica del mundo, el Mesías esperado llegará y saldrá de Belén de Efrata. El texto sagrado de la promesa hace alusión al origen antiguo de esta pequeña población, es decir, a la casa de David. Se alude al origen davídico del Mesías, y a Jesús lo invocarán como «Hijo de David» los que a él acuden buscando curación y amparo; y en la entrada de Jerusalén el pueblo lo aclamará con la misma invocación: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!¡Hosanna en las alturas!» (Mt 21,9).

El texto de la promesa mesiánica habla de este origen del Mesías, voluntad y designio de Dios, por eso «su origen es de antiguo, de tiempo inmemorial» (Mi 5,2). En realidad, el origen del Mesías es eterno, entra de lleno en la historia de la salvación que tiene su origen en Dios, antes de los siglos, porque hemos sido elegidos en Cristo, Hijo eterno de Dios, engendrado antes del tiempo en el seno del Padre, «antes de la fundación del mundo» (Ef 1,4). Este designio de Dios es referido por san Pablo en la carta a los Romanos, al referirse a los redimidos como aquellos a los que«Dios predesti
nó a ser imagen de su Hijo para que fuera el primogénito de muchos hermanos» (Rom 8,29).

Este designio eterno viene de Dios y no de la iniciativa del hombre, viene del Espíritu Santo, pues Cristo nació por virtud del Espíritu de la Virgen María. El evangelio según san Mateo que hemos escuchado ofrece la genealogía de Jesús y en ella no se dice que José engendró a Jesús, sino que se inserta en la cadena humana de las generaciones que se remontan a Abrahán a través de «José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo» (Mt 1,16). José, el cabeza de la familia da el nombre davídico a Jesús ante la ley humana, siendo así que Jesús viene del Espíritu Santo, viene de Dios.

El evangelista narra a continuación cómo fue el nacimiento de Jesús y, ante las dudas razonables de José y sus temores humanos, el evangelio recoge las palabras del ángel al justo José, modelo de creyentes e hijo de Abrahán: «José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1,20).

Jesús se hace hijo de David en el vientre de María y María es así la que recapitulando la humanidad toda ofrece a Dios la carne de Cristo, la que va a ser humanidad del Hijo de Dios. Apoyada en su fe, María se convierte en Madre del Redentor. La maternidad divina de María abre nuestra humanidad al misterio del amor de Dios, que por nosotros y por nuestra salvación se hizo hijo hombre naciendo de la Virgen María. Bien podemos decir con la liturgia de las Horas de este día: «Hoy ha nacido la Virgen María del linaje de David. Por ella vino la salvación del mundo a los creyentes, y por su vida gloriosa todo el orbe quedó iluminado» (Responsorio del Oficio de lectura del 8 de septiembre).

Que este Año Jubilar que hoy hemos inaugurado contribuya a una mayor y más honda comprensión del misterio de nuestra salvación revelado en Cristo, a un mayor conocimiento del amor de Dios y a una más honda conversión al Evangelio, a una verdadera renovación de la vida cristiana, capaz de impulsar la nueva evangelización de la sociedad que necesita nuestra sociedad y nuestra cultura. Que la Virgen bendita del Saliente así nos lo conceda.

Santuario del Saliente
Fiesta de la Natividad de Santa María Virgen
8 d septiembre de 2016

X Adolfo González Montes
Obispo de Almería

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