“No dejéis de querer al Santísimo”

Homilía en la solemnidad del Corpus Christi de manos del arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, celebrada en la S.A.I Catedral el 22 de junio de 2025.

Queridos sacerdotes concelebrantes,

Queridos diácono,

Seminaristas,

Queridos seises,

No estéis nerviosos. Lo vais a hacer muy bien. Nos traéis una alegría grande, pero nerviosos nada. Vais a tener, como les digo también a los costaleros, ese privilegio, ellos, de llevar al Señor, no ya una imagen bendita, sino a Jesús mismo. Y vosotros y vosotras vais a danzar y a cantar ante Jesús.

Y eso es lo verdaderamente importante. Queridos hermanos y hermanas, estamos en un día grande. Aunque hemos celebrado ya de manera esplendorosa, con ese cariño, esa fuerza y esa devoción que Granada tiene al Santísimo Sacramento del Altar como una de sus señas de identidad religiosa. El amor a Cristo en la Eucaristía que lo manifiesta especialmente el Día del Corpus. Al salir nuestro Señor Jesucristo a nuestras calles, no ya una imagen como tantas maravillosas que tenemos en Granada, que centran la devoción de tantos hermanos y hermanas cofrades, sino ya Jesucristo mismo bajo las especies del pan. Jesucristo que está real y verdaderamente presente, con su cuerpo, con su sangre, con su alma y con su Divinidad. Y la manifestación de nuestra fe en este misterio cristiano que es centro, que es la raíz y culmen del culto cristiano, está tan arraigada en la fe, esta devoción de nuestro pueblo, y como os decía, es una de las señas de identidad de la que tenemos tanto que aprender y que conservar para nosotros y para las generaciones futuras.

Queridos granadinos y granadinos, no dejéis de querer al Santísimo, transmitir a los jóvenes este amor y esta pasión por Jesús Sacramentado. ¿Y en este día, qué puede deciros vuestro obispo? Pues el Eucaristía es el memorial del Señor muerto y resucitado. Acabamos de escuchar la Palabra de Dios. San Pablo, en ese pasaje de la carta primera a los Corintios, para corregir algunas desviaciones, les llama la atención y pone el centro en lo que realmente nos ha transmitido nuestro Señor Jesucristo.

La institución de la Eucaristía, su cuerpo entregado y su sangre derramada para el perdón de los pecados. Esa, ese cuerpo y esa sangre bajo las especies del pan y del vino, que ya el evangelista Juan en el discurso del Pan de vida nos habla que es el pan del cielo, es la carne de Cristo: El que come mi carne y de mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. La Eucaristía es al mismo tiempo que el memorial del Señor muerto y resucitado es el anticipo de la vida eterna. Y en este Año Jubilar que el Papa Francisco nos invitaba a la esperanza, a poner ya la esperanza en este mundo nuestro, tan necesitado de esperanza. Queridos hermanos y hermanas, el Papa León hoy pedía especialmente por el don de la paz.

Nosotros vemos los telediarios, vemos los informativos como si estuviéramos casi ante una máquina de estas de juego, de videojuegos con batallitas. Pero esa guerra existe, esa guerra está abierta, con armas sofisticadas mandadas a miles de kilómetros. Un conflicto en una parte del mundo especialmente sensible, que lleva tantos siglos sin conseguir la paz. Pensemos la guerra de Israel y Palestina con ese con ese sacrificio permanente de tantas y tantas personas en Gaza muriéndose de hambre.

Pensemos en tantas personas que, todavía secuestradas. Pensemos ahora en una guerra abierta, sofisticada, vuelvo a decir, con armas que son de un potencial inmenso y que pueden cambiar en nuestro mundo la situación en muchos países, la situación económica. No podemos verlo como una cosa extraña que estuviera viendo una película. Y nos pasamos después de esa noticia al ver como viene la temporada turística, a ver qué nos tomamos o como ha resultado que el final de la liga, sino que eso está pasando en nuestro mundo.

Hay gente sufriendo y de tantos y tantos escenarios abiertos como en Ucrania, cuando ya nos hemos acostumbrado a que cada día ese reguero de muertos. Queridos hermanos, es cuestión de que recemos al Señor para que nos dé la paz. Es cuestión también nosotros que adquiramos una mentalidad de una cultura de paz. Es también para que le pidamos de verdad a Dios que cambie los corazones de las personas, que quiten los odios y mucho menos cuando tienen algún componente religioso que es ajeno absolutamente a toda guerra.

En nombre de Dios no se puede hacer guerras, no se pueden hacer divisiones o exclusiones. Queridos hermanos, la Eucaristía nos une en el amor, como estaba el pan disperso por las tierras del amor. Así es uno en esta ofrenda, hazlo sumo en ti, Señor. La Eucaristía nos lleva a la unidad. La Eucaristía es el alimento que se comparte y acabamos de escuchar la multiplicación de los panes y los peces con ese sabor eucarístico, al mismo tiempo, en el texto bíblico.

Queridos hermanos, la Eucaristía nos compromete con el Señor para adorarlo, para ir a verle en los sagrarios de nuestra ciudad, en nuestros templos maravillosos, para recibirlo por nuestras calles y mostrarle nuestra adoración. Pero la eucaristía también nos compromete a cambiar el mundo, hacer un mundo mejor, a compartir. Por eso hoy es el Día Nacional de la Caridad y por eso la Iglesia mira de una manera especial la labor de Cáritas.

La colecta de hoy es para la labor de Cáritas con tantas personas necesitadas. Por desgracia, cada vez más, porque no estamos en el mejor de los mundos, no estamos en una situación de bonanza. Hay tantas personas que no llegan a fin de mes y especialmente con las carencias a una vivienda digna, con precios desorbitados en el alquiler o en la adquisición, que se hace imposible para unos esposos jóvenes.

Queridos hermanos y hermanas, hay tanta pobreza también a nuestro alrededor, aunque estemos en otra cosa, aunque estamos estemos muy divertidos. Pero la pobreza está ahí, la desigualdad está ahí y la Eucaristía nos llama a la unidad y la unidad que necesitamos en nuestro país. Con tanta confrontación social, con tanta inquietud…

Que el Señor nos haga vivir en una convivencia pacífica, en un respeto exquisito a lo que piensan los demás.

Sin convertir a los adversarios porque tengan ideas distintas en enemigos. Ya tenemos tristes experiencias en nuestra historia para que volvamos a las andadas. Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía que tanto quiere Granada nos tiene que ayudar a ser una sociedad muy cohesionada, donde el bien común prime por encima de los intereses personales, partidistas y empezando por las familias.

Pidámosle al Señor hoy a la paz que el don de la paz para el mundo. El don de la paz para nuestras familias. Que haya unidad, que haya fortaleza en la educación de los hijos, dándoles no solo medios de vida, sino razones nobles por las que vivir, en este día también del Corpus Fiesta en Granada, que haya ese bien obtenido de la gracia del Señor.

Que Santa María, Nuestra Señora de las Angustias nos ayude a recibir a Cristo en nuestro corazón con aquella pureza, humildad y devoción con que ella lo recibió en sus purísimas entrañas, y que al mismo tiempo nosotros también tengamos la devoción y el amor de los santos. La Eucaristía, no podemos rebajarla, no podemos acudir con superficialidad a ella, sino con amor, sino con hambre.

Que vivamos así, de verdad. Que el Señor nos ayude a este pueblo que tanto quiere a Cristo y la Eucaristía.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada
22 de junio de 2025
S.A.I Catedral de Granada

Contenido relacionado

Mensaje en la fiesta del Corpus Christi 2025

Un cordial saludo amigos. Mi felicitación en estas fiestas del Corpus Christi...

Enlaces de interés

ODISUR
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.