Sor Encarnación, superiora provincial de las Siervas de María: “No creo que haya mayor tesoro que cuidar los miembros doloridos de Cristo”

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Estos primeros días de febrero se encuentra en nuestra diócesis, Sor Encarnación Rodríguez, superiora provincial de las Siervas de María. Como prácticamente cada año, Sor Encarnación visita Tenerife para pasar un tiempo de convivencia con las hermanas de la comunidad de La Laguna.

Actualmente, las Siervas de María tienen cuatro provincias en España. Sor Encarnación pertenece a la provincia de Andalucía que también abarca Canarias y Extremadura.

Las Siervas de María Ministras de los enfermos es una congregación de religiosas fundada en 1851, en Madrid, por Soledad Torres Acosta. Fieles al carisma de su fundadora, estas religiosas continúan hoy día ejerciendo su labor de asistencia a los enfermos, en hospitales y otros centros de salud, pero especialmente en sus propios domicilios. “El nuestro es un carisma muy rico y humano”, señala Sor Encarnación. “En su momento, nuestra fundadora, rompió los moldes de la vida religiosa. En el S.XIX, las monjas no salían a ejercer su apostolado fuera. Así que aquello de salir del convento de noche, a cuidar enfermos a domicilio fue toda una novedad que supuso bastantes dificultades para que aprobaran la congregación. Básicamente, lo que desde siempre hemos querido hacer es acompañar en el dolor y hacernos presencia de la ternura del amor y de la misericordia de Dios”.

Sor Encarnación, a sus 72 años, expresa que si naciera de nuevo, volvería a Ser Sierva de María. “Me da mucha pena cuando veo a tantos jóvenes que no saben qué hacer con su vida. Hay tanto por hacer y tantas maneras de realizarse y ser feliz. Si supieran lo felices que somos nosotras. La sociedad nos vende muchas cosas, pero lo cierto es que el ser humano está hecho para darse. Cuando yo profesé, en 1969, me destinaron a Sevilla. Recuerdo todavía de forma muy viva aquella primera primavera en esta ciudad con el olor al azahar de los naranjos. Yo regresaba de atender a los enfermos, cantando. Era feliz porque había ayudado a Cristo. Había tenido en mis manos sus miembros doloridos. Eso siempre se ha repetido y no creo que haya tesoro mayor”.

En cuanto a las vocaciones, Sor Encarnación indica que la crisis vocacional generalizada también les ha afectado. “En cualquier caso, nosotras nunca hemos sido muy numerosas porque es un carisma muy concreto. Pero en la actualidad, hay una sequía muy acentuada y prolongada. Aun así, hay hermanas que están viniendo de otros continentes. En nuestra provincia tenemos un grupito de africanas, dos hermanas filipinas y varias sudamericanas”.

En cuanto a la comunidad presente en La Laguna, Sor Encarnación expresa que a pesar de que está muy reducida, el espíritu de la fundadora sigue muy vigente. “Las hermanas, cuando van llegando a una edad avanzada, sufren porque se ven mermadas para cuidar a los enfermos. Pero también hay que ser conscientes de nuestras limitaciones. Siempre me gusta pensar que, aunque no hayamos podido cuidar a todos los enfermos de una ciudad o de un pueblo, hemos cuidado a los que el Señor nos ha puesto en el camino. Si cada uno hiciéramos algo así…Las gracias que el Señor nos da tenemos que compartirlas y comunicarlas. Cuando somos felices no lo podemos ocultar. Ojalá alguna joven dijera, pues mira, esto me interesa, porque tenemos sitio para muchas”.

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