HOMILÍA PARA LOS MINISTERIOS DE LECTOR Y ACÓLITO

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

LECTURAS: Os14,2-10 El amor de Dios en términos nupciales; SAL 80 Escucha mi voz; MC 12,28b-34 Solo hay un mandamiento, el Amor

CAPILLA DEL SEMINARIO 17 de marzo de 2023

Querida Comunidad, laicos, diáconos, sacerdotes y vida consagrada, queridos Juan Antonio Pérez FuentesJesús Manuel Rodes Cano que recibiréis el MINISTERIO DE LECTORADO, saludo a vuestras parroquias de la Encarnación de Félix y de Santa María de la Cabeza de Antas.

Queridos Eduardo Alberto Henríquez Osorio y Jesús Rico Domene, que recibiréis el MINISTERIO DEL ACOLITADO, saludo a vuestras parroquias de la Encarnación de Vélez Rubio y de Santa Teresa de Jesús de la capital. Así como a los que os habéis acercado desde Purchena, Somontín y Sierro. Queridos párrocos de estas comunidades.

A vuestras familias que os han trasmitido la fe, los que están cerca y los que están lejos, a los que están entre nosotros y a los que gozan de la presencia de Dios.

A nuestro rector D. Ramón Carlos y a D. Jesús, rector del seminario de Murcia y a sus formadores, queridos hermanos en el sacerdocio y vicarios Ignacio y Paco, queridos seminaristas de Almería y Murcia, que con tanto cariño habéis preparado esta celebración, gracias por vuestra presencia y vuestro esfuerzo por acompañarnos hoy y mañana y, sobre todo, gracias por la acogida en vuestro seminario.

Un recuerdo agradecido a todas las personas que han cuidado vuestra vocación hasta el día de hoy: párrocos, rectores, formadores, directores espirituales, profesores, personal de servicio…

Según hemos escuchado a Oseas, en el broche final de su libro, nos anima a volver al Señor después de tantas idolatrías. Cada uno de nosotros somos el pueblo idólatra de Israel. Cuando oramos la Biblia, con tantas idas y venidas, nos podemos ver reflejados en ella. Fue Oseas el que nos descubrió el amor de Dios en términos nupciales: el Señor nos sueña y nos grava su alianza en el corazón … al fin y al cabo en la historia de salvación todo son bodas, hasta el final con las Bodas del Cordero.

Así lo afirma el salmo 80 que hemos proclamado: “Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz”. Otra vez el mandamiento de la escucha, tan olvidado, siendo el primero que Dios da a su pueblo: Escucha Israel… Shemá Israel. Es el palpitar de nuestro corazón: “shemá, shemá, shemá!!!

Es difícil explicarnos las etapas del misterio de la vida. Las afirmaciones científicas se centran, como no podía ser de otro modo, en el mundo cósmico, animal y humano. Porque sólo miran la superficie, lo físico, sus afirmaciones no llenan el vacío de la existencia, pues es esencial a nuestro ser el deseo de eternidad.

El padre jesuita y paleontólogo, Pierre Teilhard de Chardin nos recuerda que el “secreto de la tierra” es el secreto de Dios. Su presencia encarnada en Jesucristo es la integración de la divinidad en nuestra humanidad. Toda boda, toda alianza, necesita una unión, una comunión.

Los sacerdotes lo decimos en cada Eucaristía cuando mezclamos la gota de agua con el vino del cáliz: “Que esta agua unida al vino, sea signo de nuestra participación en la vida divina de Aquel que ha querido compartir nuestra vida humana”. Y desaparece asumida por el vino, que será la sangre de la vida del hombre, Hijo de Dios encarnado.

Nosotros no somos más que una gota de agua que hace crecer la semilla divina, fruto de la tierra y del trabajo de los hombres… que decimos en el ofertorio. Si es Dios quien hace crecer, si vivimos esta experiencia de gratuidad, seguro que seremos más desprendidos, más generosos, más capaces de compartir sin esperar nada a cambio, más pobres, pues estaremos más dejados en las manos de Dios. No perdemos nada cuando compartimos con los demás, pues el vigor de la vida no es nuestro, sino de Dios, y él está siempre cuidando de nosotros, aunque en nuestro trajinar nos olvidemos de él y volvamos nuestros ídolos particulares. Este es el sentido del amor a los hermanos, el sentido del mandamiento, que hemos proclamado en el evangelio.

Hermanos, la vida entregada no se agota, porque la fuente del vivir en el amor nace del mismo Dios. En la Eucaristía de cada domingo no perseguimos otra cosa que celebrar gratuitamente el amor que Dios nos tiene. El amor del Señor que vivió con radicalidad la voluntad del Padre. El amor del que entrega su vida y la reparte entre nosotros. Entrega es comunión. El que se entrega se vacía y se agranda para que Dios le llene más. Es un amor derramado, hasta la última gota de sangre y agua, no se queda en nosotros ni en él.

Queridos Juan Antonio, Jesús Manuel, Jesús y Eduardo, hoy la comunidad diocesana contemplamos vuestra entrega y nos unimos a ella poniendo de nuestra parte lo que el Señor nos pide a cada uno, para acompañaros y ayudaros en vuestros ministerios, que no es más que el servicio de vuestra vida para la comunidad, el Cuerpo de Cristo.

No olvidéis que el Señor exalta a los humildes, pues es él el que verdaderamente rige la vida de la Iglesia y todos nosotros somos meros servidores y buscadores de su voluntad. Por eso, decimos con San Pablo, en destierro o en Patria nos esforzamos en agradar al Señor.

Hoy recibiréis, como un don, los ministerios de lectorado y acolitado, para el servicio de la comunidad.

Como lector, adquirís la responsabilidad de llevar a todos la Palabra de Dios y lo haréis de diversas maneras, no sólo leyendo las lecturas en las celebraciones litúrgicas, sino procurando conocer y dar a conocer más la Sagrada Escritura. Acercaos con devoción, todos los días, a la Palabra, buscad el sentido que nos da ante cada acontecimiento, discernid y ofreced su respuesta a la comunidad. Además de preparar a grupos de Lectores para la Eucaristía, cread también grupos de Lectio Divina o de Estudio de Evangelio, donde con otros, en pequeña comunidad, podáis sacar la sustancia de la Palabra para que nos sirva a todos de alimento.

Como acólito, prestaréis el servicio del altar y de las ofrendas, al acercar el pan y el vino, pensad que os entregáis a vosotros mismos. No sólo animaréis los equipos de liturgia en la parroquia, sino que también visitareis a los enfermos e impedidos llevándoles el consuelo de vuestro cariño, pero sobre todo el de la Comunión, que sana las heridas y es alimento para el espíritu.

Sed un ejemplo de responsabilidad, devoción y entrega dentro de la Iglesia, promoved, también, el gusto por la eucaristía y buscad espacios de silencio y anonadamiento ante el Señor. Pero nunca olvidéis, que la Eucaristía y los pobres van siempre unidos. Si la Eucaristía os aísla de los más necesitados entre vosotros, algo no estáis haciendo bien.

Que el Señor os bendiga y os haga crecer en su seguimiento y vuestras buenas obras nos edifiquen a toda la Iglesia que camina por Almería. Que la bienaventurada Virgen María, la que escucha la Palabra, la servidora fiel y solícita, os acompañe siempre.

+ Antonio Gómez Cantero, Obispo de Almería

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