La Iglesia de Santa Clara de Sevilla (IV): retablo de San Francisco de Asís.

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La Iglesia de Santa Clara de Sevilla (IV): retablo de San Francisco de Asís.

Entre toda la producción que Juan Martínez Montañés realiza en la Iglesia del Convento de Santa Clara, además del retablo mayor, sobresale este retablo dedicado a San Francisco de Asís, fundador junto a Santa Clara en 1212 de la Orden de las Hermanas Pobres, conocida como las Clarisas.

En el muro del lado de la Epístola, junto al arco toral, se sitúa el retablo de San Francisco de Asís, presidido por la magnífica escultura de madera policromada realizada entre 1623 y 1625, sin duda una de las mejores obras de las que Martínez Montañés tallara para Santa Clara. Se muestra de pie, con la pierna izquierda ligeramente flexionada y adelantada, sosteniendo en su mano derecha un crucifijo de orfebrería, al que dirige su mirada con gran devoción, mientras que aleja de sí su brazo izquierdo, equilibrando elegantemente la composición. Viste el hábito franciscano, el cual presenta una abertura a la altura del pecho en el lado diestro dejando ver el estigma, visibles también en manos y pies. Destaca el detallado modelado de la cabeza, así como la policromía de todo el conjunto, especialmente en la tela del hábito, obra de Salvador Quintero.

El retablo tabernáculo sigue el modelo del resto de los retablos laterales de la iglesia, con dos columnas enmarcando la hornacina central, y un ático centrado por un frontón roto curvo en el que se sitúan representaciones alegóricas de las virtudes, reconocible la de la caridad en el lado izquierdo. El relieve representa el episodio de la estigmatización del Poverello de Asís, hecho que tuvo lugar en el Monte Alvernia en la madrugada del 14 de septiembre de 1224. Antes del amanecer, oraba pidiéndole al Señor “experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de los posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para sufrir tanto por nosotros, pecadores”. Es entonces cuando ve bajar del cielo un serafín con seis alas con figura de un hombre crucificado mientras se van formando en las manos, los pies y el costado los signos de los clavos del Crucificado. Así, el relieve muestra a San Francisco en éxtasis arrodillado en una gran roca, bajo la cual aparece dormido Fray León, y contemplando al serafín de seis alas que se le ha aparecido, mientras parece mostrar las llagas de la crucifixión de Cristo en sus manos.

Bajo la hornacina y sobre la mesa de altar aparece una cartela con la inscripción VITA IESU IN CARNE / EIUS MORTALI / 2. CORIN. 4., tomada de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios (4, 11), que hace alusión a cómo el fundador de los Franciscanos fue verdaderamente “alter Christus”, otro Cristo, ya que en su carne mortal se manifestó la vida de Jesús.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural

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