“Cinco nuevos síes para la Iglesia diocesana”

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

Se acerca el final del curso y la diócesis de Córdoba tiene una cita importante en la Santa Iglesia Catedral. Nuestro obispo ordena a los nuevos presbíteros que se incorporarán al clero cordobés. Este año serán cinco los nuevos sacerdotes con los que contará la Diócesis, formados en el Instituto de Estudios Teológicos “San Pelagio” todos coinciden en que los años de formación han sido un regalo del Señor. Jesús Lérida Nieto, H.N. (Hogar de Nazaret), Pablo Fernández de la Puebla Lechuga, Pedro Jesús del Pino Díaz, Manuel Millán Serrano y Abraham Luque García recibirán el sacramento del orden sacerdotal el 18 de junio en una ceremonia presidida por monseñor Demetrio Fernández en la Santa Iglesia Catedral, a las 11:00 horas

Jesús Lérida Nieto, H.N.

Tu etapa de formación termina ¿Qué ha supuesto tu paso por el Seminario? ¿Cómo describirías estos años y que destacarías?

Estos años han sido ir conformándose con el corazón de Cristo sacerdote, en mi caso sobre todo en la vida del Hogar (Hogar de Nazaret) con los estudios y con la vida en comunidad con los niños. Ha sido una etapa intensa de conciencia de estar creciendo y saber que el Señor está haciendo algo en mi corazón que se me escapa y me sobrepasa. Han sido años muy bonitos y también años en los que el Señor ha permitido alguna “pruebecilla” y algunas cosas para decir de verdad: Dios mío te amo. Con pequeñas cosas le puedo demostrar que quiero seguirle aun con mis debilidades y limitaciones.

A lo largo de este periodo de discernimiento y formación ¿Cómo has vencido el miedo y la duda?

Han sido años en los que por un lado, el miedo te inunda porque ves que es algo que te sobrepasa, es una misión tan grande que crees que no cabe dentro de ti. Conformarse con Cristo a veces embarga el miedo pero lo he intentado resolver con la confianza. Me ha ayudado mucho exponer las dificultades, llevarlas a la oración. En momentos fuertes de prueba me ha ayudado mucho el año del Sagrado Corazón, oír de sus labios: “Sus heridas nos han curado”, Él sabe cómo soy, sabe mis limitaciones y a pesar de eso me dice: Jesús te quiero para mí y para que sirvas en la Iglesia.

¿Qué modelo pastoral de los sacerdotes que conoces te ha impresionado más?

Me ha impresionado mucho el ejemplo de D. Gaspar, siempre tan fiel y tan entregado y por la vinculación que tienen con el Hogar de Nazaret hasta hace poco como asesor espiritual y acompañando a nuestra madre en el proceso de fundación. También el de mis superiores, el Padre Manuel, y otros sacerdotes y María del Prado, nuestra madre del Hogar de Nazaret, que a pesar de ser una mujer tenía un corazón plenamente sacerdotal y cuando me hablaba de la vocación sacerdotal me decía que había que dedicar la vida en exclusividad a Cristo, me animaba a no escatimar en nada para Cristo, a entregarme a su Iglesia y ha sido un modelo pastoral para mí.

Tras el Sínodo de los Obispos y con la corresponsabilidad de los laicos ¿Cómo imaginas la Iglesia del futuro?

La veo llena de esperanza porque cada vez nos vamos convenciendo más de lo que somos, es decir, afincados en Cristo, que la Iglesia no son solo los curas y las monjas sino que los laicos tienen un papel fundamental. Estos últimos años esto está resonando mucho, siempre será poco porque hay que despertar muchas conciencias de los bautizados. El reto es la misión ad gentes, pero si conseguimos que en cada bautizado vibre la llamada a la santidad y el apostolado va a arder el mundo, como decía Jesucristo en el Evangelio, y es el camino que lleva la Iglesia, el de despertar la conciencia de los bautizados.

Pablo Fernández de la Puebla Lechuga

Tu etapa de formación termina ¿Qué ha supuesto tu paso por el Seminario? ¿Cómo describirías estos años y que destacarías?

La etapa de Seminario ha sido preciosa, para mí ha sido en la carrera que tenemos cada uno de nosotros a la santidad, un tiempo en el que se nos han dado refuerzos para poder ir más rápido. Ha sido una etapa de crecimiento y madurez humana y espiritual en el trato con Jesucristo, se ilusión por el sacerdocio. Ha sido un impulso que me lanza ahora a vivir el sacerdocio con mucha alegría.

A lo largo de este periodo de discernimiento y formación ¿Cómo has vencido el miedo y la duda?

Durante estos años es normal que vengan miedos y dudas porque uno se da cuenta de su pequeñez, de lo poco que es, y cuando mira la grandeza del sacerdocio dice: ¿Dios yo cómo voy a poder con esto? Es un tiempo para decir: lo tengo todo de mi debilidad y de poner toda la confianza en el Señor, pero lo espero todo de Él porque nos repite una y otra vez: sin mí no podéis hacer nada. El miedo y la duda son para decir, pues sí, sin el Señor no puedo hacer nada y con Él nos lanzamos a lo que sea.

¿Qué modelo pastoral de los sacerdotes que conoces te ha impresionado más?

Durante la etapa de Seminario conocemos a muchos sacerdotes de muchos ámbitos distintos. A mí al final lo que más me atrae es ver un cura que cuida lo esencial: su oración, la celebración de la eucaristía, el confesionario y viven el día a día para servir a los demás, en medio de su pueblo, en la visita a los enfermos, en las catequesis, es decir, cuidan lo esencial y el resto del tiempo se entregan sin medida.

Tras el Sínodo de los Obispos y con la corresponsabilidad de los laicos ¿Cómo imaginas la Iglesia del futuro?

Imagino una Iglesia llena de ilusión por la evangelización, cada vez tomamos más conciencia de cómo Jesucristo nos aporta a nuestra vida una gran novedad, una belleza inmensa. No es lo mismo vivir con Cristo que sin Él, que la vida sin Cristo no es vida y con esta conciencia nos lanzamos con ilusión a evangelizar a los demás. Cada vez hay más gente en el mundo que se da cuenta que lo que vive fuera no le sacia, le deja lleno de tristeza, juntado ambas cosas será una Iglesia que se vaya renovando y llenado de ilusión.

Pedro Jesús del Pino Díaz

Tu etapa de formación termina ¿Qué ha supuesto tu paso por el Seminario? ¿Cómo describirías estos años y que destacarías?

Estos años han sido un responder sí a la llamada que el Señor me hizo hace diez años. Han sido intentar responder esta llamada, intentar responder cada día a esta llamada que el Señor hace, a compartir su misma vida, a compartir su misión, a dar a conocer la buena noticia que es que Él nos ama y ha venido a salvarnos. Estos años han supuesto un intentar parecerse a Cristo, han supuesto preparar el corazón, han supuesto una preparación intelectual y humana para intentar amar como Cristo ama. Al final nuestra vida de sacerdote se puede resumir en amar como Cristo ama, por lo tanto, estos años han supuesto intentar aprender a amar como Cristo, en la oración, en la entrega cotidiana de la vida, que será lo que hagamos cuando seamos sacerdotes, intentar amar donde el Señor nos ponga por medio de la Iglesia para intentar hacer presente a Cristo y su evangelio en el mundo.

A lo largo de este periodo de discernimiento y formación ¿Cómo has vencido el miedo y la duda?

Me gusta comparar el tiempo de Seminario como un tiempo de noviazgo, cuando uno vive una relación el miedo y la duda sobre si será la persona correcta, si se podrá ser fiel para toda la vida, pues se descubre en el trato con la otra persona. Durante estos años de formación es cierto que vienen miedos, sobre todo no tanto con lo que uno encontrará fuera sino con lo que tiene dentro. Con mi pobreza y lo poco que soy ¿cómo voy a ser fiel?, la respuesta es que uno no es fiel, pero Dios si lo es y me lo demuestra cada día. En estos años me han ayudado dos cosas, en primer lugar el trato con los hermanos, saber que donde yo no llego llega mi hermano, lo que yo no puedo lo puede el otro, saber que estoy acompañado, no vivo este periodo solo y no viviré mi sacerdocio solo sino que lo vivo en compañía de otros a los que el Señor también ha llamado y que vienen en ayuda de mi debilidad muchas veces.

En segundo lugar, me han ayudado mucho también los formadores que nos han acompañado durante estos años.

¿Qué modelo pastoral de los sacerdotes que conoces te ha impresionado más? 

Podemos decir que hay muchos modelos pastorales, muchas formas de aceptar la misión que el Señor nos encomienda, pero al final el modelo pastoral de cualquier cura es el de Cristo, que no es otro que estar.

Nuestra misión como sacerdotes será estar en una parroquia amando al modo de Cristo en cualquier momento de nuestra vida

Tras el Sínodo de los Obispos y con la corresponsabilidad de los laicos ¿Cómo imaginas la Iglesia del futuro?

La Iglesia del futuro será como la de todos los tiempos, una Iglesia que intenta poner a Cristo en el centro y que intentar extender el misterio que ha descubierto, que Dios está vivo. La misión de la Iglesia es evangelizar que Dios vive.

La Iglesia hoy día está siendo cada vez más consciente de este proceso sinodal que estamos viviendo, el sínodo que se ha vivido durante toda la historia, que no es otro que caminar juntos hacia una meta común, el cielo, y esto va tomando cada vez más importancia en nuestras comunidades.

Manuel Millán Serrano

Tu etapa de formación termina ¿Qué ha supuesto tu paso por el Seminario? ¿Cómo describirías estos años y que destacarías?

Han sido catorce años, entré con doce años al Seminario Menor, allí estuve seis años y estudié ESO y Bachillerato y en el Seminario Mayor he estado ocho años. No me arrepiento de haber entrado con doce años y no cambiaría por nada del mundo estos catorce años, que si tuviera que resumir en cuatro palabras diría que me han ayudado a enamorarme más de Cristo y a conocer mejor al Señor; a conocerme a mí mismo; a querer más mi vocación y la fraternidad, el compartir con la gran familia del Seminario.

A lo largo de este periodo de discernimiento y formación ¿Cómo has vencido el miedo y la duda?

Confiando en el Señor. Una vez me dijeron que el miedo es una falta de confianza en Dios y es verdad, cuando uno confía plenamente en Dios ve que Dios todo lo puede y no tienen miedo a nada. Es verdad que el miedo y la duda son algo humano y por eso el Señor te va poniendo formadores y compañeros que te ayudan a ver las cosas, confiando plenamente en el Señor, Él te va poniendo la gente necesaria para que tu vayas siguiendo su camino.

¿Qué modelo pastoral de los sacerdotes que conoces te ha impresionado más?

Han sido muchos los sitios donde he estado de pastoral y cada sitio y sacerdotes son diferentes, no hay ningún sacerdote igual y no hay un modelo de sacerdote perfecto pero de cada uno me he quedado con una cosa buena: el amor a los enfermos; visitar a los niños de catequesis; la preparación de la liturgia; la colaboración con los laicos. Cada uno me ha enseñado algo bueno que me va a servir el día de mañana cuando yo esté en la parroquia.

Tras el Sínodo de los Obispos y con la corresponsabilidad de los laicos ¿Cómo imaginas la Iglesia del futuro?

Una Iglesia en la que todos ponemos nuestro granito de arena. Tenemos que darnos cuenta que la Iglesia no es algo solamente de los curas, o de los laicos o de la vida religiosa. Todos tenemos a Cristo en el centro de nuestra vida, que es el que lleva la Iglesia, y cada uno desde nuestra vocación debemos aportar ese granito de arena que hace que la Iglesia sea mucho más rica.

Abraham Luque García

Tu etapa de formación termina ¿Qué ha supuesto tu paso por el Seminario? ¿Cómo describirías estos años y que destacarías?

Por resumirlo en una palabra mi paso por el Seminario ha sido un crecimiento, desde que entré la Menor con doce años he ido creciendo físicamente, también un crecimiento espiritual, por medio de la oración ya que fue en el Seminario donde empecé a cuidar la vida espiritual. También un crecimiento como persona y como cristiano. Si me tuviera que quedar con algo del Seminario me quedaría con la fraternidad porque hemos pasado muy buenos momentos, pero también malos, en los que además de contar con la ayuda del Señor, tienes al resto de hermanos que te acompañan, te animan y te cuidan.

A lo largo de este periodo de discernimiento y formación ¿Cómo has vencido el miedo y la duda?

Por medio de dos ayudas; la primera la ayuda del Señor. Cuando vienen momentos de tentación, primero presentárselos a Él; por otro lado, a la Iglesia, que será nuestra esposa, por medio de la ayuda de los formadores, hay que abrir el corazón y contárselo a ellos. Con la ayuda del Señor y de la Iglesia esas dudas se disipan porque pones tu confianza en el Señor.

¿Qué modelo pastoral de los sacerdotes que conoces te ha impresionado más?

El modelo sacerdotal sería Jesucristo Buen Pastor, que en la Iglesia se encarna en la figura de los sacerdotes. Si tuviera que quedarme con algún sacerdote me quedaría con D. Ramón, que fue el que me llevó al Seminario, y con mi actual párroco, Ángel Cristo. Son dos edades muy diferentes, Ramón para hacer sus bodas de oro y Ángel Cristo con trece años de sacerdote. Son dos sacerdotes totalmente diferentes pero que me han ayudado a encontrarme con Jesucristo y a seguirle.

Tras el Sínodo de los Obispos y con la corresponsabilidad de los laicos ¿Cómo imaginas la Iglesia del futuro?

La Iglesia del futuro sería la Iglesia del presente, una Iglesia que como nos explicaban en el Seminario Menor es como una orquesta, cada cristiano tiene un instrumento. El sacerdote ocupará el lugar del director de la orquesta pero si falta un instrumento la orquesta está incompleta; si falta un cristiano en nuestra Iglesia a ese mar que es la Iglesia le faltaría una gota de agua.








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