«En las charlas cuaresmales diremos, con el ciego Bartimeo: «¡Señor, que vea!»»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Alfonso Crespo Hidalgo, párroco de San Pedro en Málaga capital, será el encargado de pronunciar las charlas cuaresmales que organiza este año la Catedral de Málaga para los días 22, 23 y 24 de marzo, a las 19.00 horas. Con este motivo, responde a las preguntas de DiocesisMálaga.

Hoy todos sabemos de todo, no estamos dispuestos a que nadie nos diga qué tenemos que hacer ¿Por qué es importante escuchar, por ejemplo, una charla cuaresmal?

La Cuaresma nos convoca a detener nuestro tiempo y entrar en nuestro interior. Los ejercicios de Cuaresma son sobre todo ejercicios del corazón. No se trata de escuchar un conferenciante, sino de provocar un diálogo con Dios, esto es, de orar y calibrar la calidad de nuestra vida cristiana. El relato evangélico de Marcos es un itinerario de fe. Nos ofrece la narración de un milagro: el del ciego Bartimeo, que serán el hilo conductor de mis reflexiones: de su contemplación,  sabremos cada uno lo que tenemos que hacer.

Muchos santos se convirtieron al escuchar la predicación. ¿Cómo podemos prepararnos antes para que esa semilla cale y dé fruto?

Dos actitudes son esenciales: el silencio interior para escuchar a Dios que me habla desde la proclamación de su Evangelio, en concreto de este pasaje del ciego Bartimeo; y la humildad para dejarme interrogar sobre mi vida: ¿qué me dice este pasaje? ¿Qué reclamos hace a de conversión de mi vida para ser un auténtico seguidor de Jesús? Pero la humildad es una virtud hoy muy manipulada, confundimos con humildad la justificación de nuestras debilidades y pecados. Humilde es quien confiesa que solo no puede y necesita la gracia de Dios. La humildad es una virtud emparentada con la fe.

La pandemia, la guerra, el clima social… ¿Cree que traerá más búsqueda de Dios o más rechazo al tener que enfrentarnos al misterio del mal?

Vivimos una profunda crisis de fe: algunos estamos en suspenso por las dudas y otros adormecidos por la mediocridad del acostumbramiento. El milagro del ciego Bartimeo es para nosotros, hoy, una especie de parábola que nos ofrece una enseñanza fundamental, que recogía el papa Francisco en la encíclica Lumen fidei: «Es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo… La fe nace del encuentro con Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor… Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro». 

La vida teologal es el pilar de la vida cristiana: hoy, existe una sensibilidad especial a la virtud de la caridad, y una demanda de esperanza, pero las tres virtudes siempre van juntas: sin fe, la caridad es pura beneficencia y la esperanza una utopía.  Centremos nuestra mirada en la fe. Ocupemos cada uno de nosotros el puesto del ciego y hagamos a Jesús, que pasa a nuestro lado, la misma súplica de Bartimeo: «¡Señor que vea!».

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